'SuperDraghi', al ataque de nuevo
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, parece que por fin se volcará en el problema de Cataluña. Para ello, estaría dispuesto a abrir la vía de negociación, con el objeto de mejorar el ingreso público per cápita catalán, que está ligeramente por debajo de la media, mientras que su aportación está por encima.
Pero a estas alturas, la oferta es insuficiente para calmar los ánimos e impedir que se celebre la consulta pedida por CiU y ERC. Únicamente servirá para ganar tiempo hasta las generales. Rajoy está atrapado entre la Constitución, que le impide mover ficha, y el votante de la derecha de su partido, que ve con malos ojos la modificación de la Carta Magna.
El Gobierno cree que aguantará sin problemas hasta los comicios de finales de 2015 o comienzos de 2016 por dos motivos. Uno es que Artur Mas se suicidaría si adelanta la convocatoria de elecciones en Cataluña, porque los fieles de Oriol Llunqueras arrasarían, y la segunda explicación es la esperada mejora de la economía. Tanto la Oficina Económica, que dirige Álvaro Nadal, como el Banco de España prevén la creación de más de 400.000 empleos hasta 2015.
El escenario económico ha comenzado a mejorar de manera paulatina, pero sus efectos aún no son percibidos. El Ecómetro de coyuntura anual de KPMG y elEconomista prevé un crecimiento del 1 por cierto para este año. La actividad debería acelerarse, según la previsiones que manejan los expertos y el Gobierno, hasta casi el 2 por ciento del PIB en 2015. Hasta ese año, apenas lo notará el ciudadano de a pie.
Pese a las recomendaciones de los sabios y de los organismos internacionales, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se niega a subir el tipo medio del IVA para no dañar el consumo, aunque probablemente haya una reclasificación de tipos intermedios. El otro as que guarda en la manga Montoro es la bajada del impuesto de la renta, que inevitablemente tendrá que favorecer a las clases medias y altas si se quiere estimular la demanda nacional.
El endeudamiento público y privado, que llegó a superar en conjunto los tres billones, colocó a España al borde de la intervención hace un par de años. Por eso el Ejecutivo vigila con el rabillo del ojo la balanza por cuenta corriente, que ha vuelto al superávit por primera vez en la crisis. Una prueba de que la economía española logra autofinanciarse. Pero siempre que la economía tira, se disparan las importaciones, lo que amenaza con volver a desequilibrar la balanza exterior.
Deuda pública
El otro aspecto inquietante, tanto dentro como fuera, es la rimbombante marcha de la deuda pública, a punto de rebasar el cien por cien del PIB, un nivel crítico. España es, además, el único país del euro con déficit primario, es decir, en que el gasto supera al ingreso público, una vez descontado el coste de los intereses de la deuda. Ello se produce porque el recorte en las Administraciones es claramente insuficiente, como denuncia elEconomista. Montoro tuvo dificultades para cuadrar el déficit, pese a que desvió gasto desde finales de 2013 a 2014.
La avalancha de citas electorales hace improbable que se vaya a meter la tijera a la cosa pública, más bien al contrario. La devolución esta semana de un día moscoso a los funcionarios es otro signo de la falta de voluntad para atajar esta sangría. La economía va a mejorar, pero no al ritmo que debería, debido a la falta de ajustes del Gobierno.
Draghi, ante una batería de actuaciones
El panorama exterior amenaza con romper los sueños de Rajoy. Los síntomas de deflación se multiplican de esquina a esquina de Europa, el principal mercado al que se dirigen nuestras exportaciones. La recuperación esperada no acaba de cuajar, lo que obligará al presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a anunciar probablemente medidas excepcionales el jueves.
Draghi tiene sobre la mesa una batería de actuaciones para estimular el crédito y la actividad en la eurozona, al estilo de las aplicadas por Ben Bernanke en Estados Unidos. El objetivo no es tanto abaratar el precio de dinero, que ya está prácticamente en cero, sino incrementar la cantidad de euros disponibles para sacar del encefalograma plano a la economía de la eurozona.
El gobernador puede convertirse en el nuevo redentor, como ocurrió cuando salvó la moneda única con la amenaza de tomar medidas contundentes en su defensa. En esta ocasión cuenta, además, con el viento a favor. Hasta el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, lo apoya, ya que el plan serviría para resucitar tanto la demanda interna germana como sus exportaciones. La caída del euro abaratará y mejorará la competitividad de sus productos.
España y el impulso al crédito
En España, el principal impulso debería ejercerlo sobre el crédito, que permanece en retirada. El presidente del Santander, Emilio Botín, adelantó ayer en la junta de la entidad, que éste crecerá por primera vez desde el fin de la crisis. Rajoy quizá luego se apunte el tanto y atribuya las mejoras a su buena gestión, como hizo ya cuando Draghi evitó el rescate de España.
Entre las afortunadas, estará la Sareb, que agoniza tanto por la falta de demanda de viviendas a buen precio como por el galimatías creado por su presidenta, Belén Romana. La jefa de la Sareb ha logrado en tiempo récord cambiar a todo su equipo, meter al banco en pérdidas y la amonestación del Fondo Monetario. Es el riesgo que se corre cuando se pone a dedo a una economista al frente de una entidad financiera.
Amador G. Ayora. Director de elEconomista. director@eleconomista.es. Twitter: @AmadorAyora