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Lecciones suizas: los peligros de la democracia directa

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    La decisión de los suizos, adoptada en referéndum, de poner fin a la libre circulación de trabajadores comunitarios que regía desde el acuerdo firmado con Bruselas en 2002 tendrá graves consecuencias: la Unión Europea no consentirá que, tras esta restricción, se mantengan las privilegiadas relaciones con Suiza.

    "No podemos aceptar estas restricciones en los movimientos sin que tengan impacto en el resto de acuerdos que tenemos firmados", dijo la portavoz oficial de la CE tras conocer el resultado del plebiscito. Actualmente, viven en Suiza un millón de ciudadanos comunitarios y 230.000 más acuden cada día a trabajar desde países limítrofes. Frente a 430.000 suizos que viven en la UE.

    Se les ha ido de las manos

    Todo indica que a los suizos se les ha ido el asunto de las manos ya que, por muy poco (50,3% frente a 49,7%) y con una participación del 56,5% ha prosperado la iniciativa proveniente del partido de extrema derecha Unión Democrática de Centro (UDC), ajena a los cinco partidos coligados en el actual consejo federal suizo. Como ha dicho Yves Flückiger, vicerrector de la Universidad de Ginebra y experto en las consecuencias económicas de la libre circulación, la votación ha tomado en consideración emociones y no intereses ni creencias.

    Lo cierto es que lo ocurrido supone un grave contratiempo para Suiza, país en el que la tercera parte de la riqueza nacional proviene de sus intercambios con la UE. De hecho, la Confederación ha firmado más de 120 acuerdos bilaterales con la Unión: participa en las becas Erasmus, en los programas de investigación, en el espacio Schengen y en los sistemas de información y estadística de Eurostat, y ya Bruselas ha empezado los recortes.

    No debe perderse de vista además que la mayor comunidad de extranjeros en Suiza es alemana, lo que explica que el ministro alemán de Exteriores haya acogido la noticia con especial malestar: "los suizos se están haciendo daño a sí mismos con este resultado", ha dicho. La primera lección que cabe extraer de este desastre es que la democracia directa, plebiscitaria, es peligrosa porque, en manos del populismo, puede hacer estragos, algo que no ocurre en la democracia parlamentaria, en que los ciudadanos actúan a través de sus representantes. El tópico de que la democracia verdadera es la que no tiene intermediarios es una falacia, ya que la democracia directa es falsaria si no se maneja con sensibilidad.

    La segunda lección, muy relevante, es la que se desprende del hecho de que un pequeño partido de extrema derecha, populista y xenófobo, ha conseguido embaucar a una nación madura, adulta y democrática. En este sentido, es incluso cómica la paradoja de que la Liga Norte, que gobierna la Lombardía al norte de Italia y que también mantiene posiciones populistas, xenófobas y antieuropeas semejantes a la UDC suiza, está ahora experimentando las consecuencias de la xenofobia del vecino. El desempleo lombardo se resolvía hasta ahora gracias a los puestos de trabajo que ofrecía la vecina Suiza. Y han sido precisamente los ciudadanos de Ticino, el cantón suizo de habla italiana contiguo a Lombardía, los que con más énfasis se han opuesto a la entrada de extranjeros (han votado en este sentido un 68%). El presidente de Lombardía, Maroni, desconcertado, ha pedido una zona franca junto a la frontera suiza, en que los impuestos sean semejantes a los suizos. Ocioso es decir que tal pretensión es imposible en la UE.

    Es preciso, en fin, tomar conciencia de que el populismo se cuela por los intersticios practicables de la UE, y todos los demócratas tenemos la obligación de mantener una beligerancia militante contra esta contaminación. Porque los aplausos de esas minorías ultras a la decisión suiza han sido llamativos. Por ejemplo, Nigel Farage, líder del británico UKIP, partido xenófobo y antieuropeo, ha declarado que "se trata de una noticia maravillosa para los amantes de la soberanía nacional y la libertad en Europa".

    Los intelectuales y los políticos deben ser especialmente activos en el combate con argumentos contra los brotes de nacionalismo malsano que lanzan mensajes de fractura, particularismo y pusilanimidad reconcentrada. Porque el futuro pletórico de Europa ha de pasar por la integración y la apertura paulatina de puertas al exterior.