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Colaborar para innovar, innovar colaborando



    En un mundo donde la globalización es ya un hecho y los competidores acechan desde más allá de las fronteras con ventajas competitivas difícilmente igualables, las organizaciones necesitan innovar para poder seguir compitiendo. Por ello, en el marco de las sucesivas políticas europeas, la innovación se ha erigido como un objetivo central de crecimiento económico y desarrollo, sentando las bases para un cambio hacia un modelo productivo basado en el conocimiento, el aumento de la productividad, la competitividad y la cohesión social.

    En este sentido, la Unión Europea, a través de la iniciativa Unión por la Innovación, que tiene como objetivo mejorar las condiciones y el acceso a investigación e innovación, está centrando sus esfuerzos en los grandes retos sociales, económicos e industriales, como son la energía, la seguridad alimentaria, el cambio climático y el envejecimiento de la población. Diferentes grupos y organizaciones públicas y privadas de varios territorios ya trabajan en ello, pero hay que señalar que ninguna puede hacerlo sola. Hace falta otro modelo en el que, trabajando en cooperación, cambiemos la forma de responder a dichos retos.

    Para ello, es fundamental fomentar la generación de redes de cooperación de alto valor añadido entre instituciones y organizaciones privadas y públicas en los distintos niveles territoriales, incorporando la cooperación interterritorial (incluida la transnacional o multinacional) como eje estratégico de la innovación empresarial, de su gestión y de su explotación.

    Se trata de optar por el concepto de innovación abierta frente a un modelo de innovación tradicional que quiere mantener todo dentro de la misma empresa, quizá como forma de resguardar una propiedad intelectual, basándose en un modelo clásico de competitividad obsoleto.

    La innovación ya no se está rigiendo sólo por las invenciones provenientes de una empresa, sino que ahora es válido pensar, aportar y desarrollar innovación que surja de diferentes fuentes como los centros de innovación, universidades y los propios individuos.

    El concepto de innovación abierta es un conjunto de procesos y prácticas que permiten que las empresas identifiquen e integren conocimientos externos para la resolución de sus retos de innovación. Recurrir a la innovación abierta para estimular el sector privado y eliminar los obstáculos que impiden que las ideas lleguen al mercado -falta de crédito, unos mercados y sistemas de investigación fragmentados y la lentitud en la fijación de normas, entre otros- es una herramienta indispensable para responder a los nuevos retos a los que nos enfrentemos.

    De hecho, uno de los objetivos estratégicos del macro programa de subvenciones públicas Horizonte 2020 consiste en crear la cultura europea de la innovación abierta. La UE, con un presupuesto de más de 78.000 millones, ofrece la oportunidad, a todas las empresas españolas que creen en innovar, de lanzar proyectos colaborativos muy ambiciosos y así promover una mayor conexión del sistema de innovación español con Europa. Este nuevo programa nos anima a avanzar hacia la innovación abierta desde una visión centrada en las personas y en la asociación entre los sectores público y privado y las universidades y demás centros de conocimiento, modernizando nuestro concepto de innovación.

    Las primeras convocatorias del programa Horizonte 2020 se han publicado en diciembre de 2013. Una de las novedades es la integración de todas las fases del proceso de innovación, desde la generación del conocimiento hasta las actividades más próximas al mercado, incluyendo investigación básica, desarrollo de tecnologías, proyectos de demostración, líneas piloto de fabricación, innovación social, transferencia de tecnología, pruebas de concepto, normalización, apoyo a las compras públicas precomerciales, capital riesgo, sistema de garantías, etc.

    España, que ha alineado su estrategia de Ciencia y Tecnología y de Innovación con las iniciativas de Horizonte 2020, aspira a incrementar su tasa de retorno mediante subvenciones a los proyectos de entidades españolas en el programa europeo, desde el 8,3% conseguido en el Séptimo Programa Marco hasta el 9,5%. Entre los objetivos centrales de España está también el de liderar al menos un 10% de los proyectos colaborativos, o el de aumentar el número de beneficiarios en un 15%.

    Por todo esto, las empresas españolas no tienen otro remedio que innovar colaborando o estarán en seria desventaja frente a las que sí lo hagan. Es el momento para que los directivos de nuestras empresas abran sus mentes y las puertas de sus oficinas a la colaboración con otras entidades, creación de nuevos proyectos y participación en nuevas ideas.

    Michaël Djaoui, asociado de Deloitte Abogados.