Firmas

Formas de ejercer el liderazgo

  • El líder tiene la última palabra, pero siempre pensando en su comunidad


Algunos analistas de medios de comunicación se han sorprendido de las palabras de Obama destacando el gran liderazgo de Rajoy para estabilizar la economía española. Un comentario que consideran simplemente un cumplido. Incluso se ha oído decir a un conocido comentarista de una emisora de radio que Rajoy había conseguido situar a España donde tiene que estar: en una posición irrelevante para los Estados Unidos.

Con horas de diferencia se avanzaba ayer la noticia de la aparición de un nuevo partido político liderado por un exdirigente del Partido Popular y otras personas que pertenecieron o pertenecen al mismo, incluso de algún otro importante dirigente popular que, según se dice, dará el paso más tarde, cuando terminen sus responsabilidades en el Parlamento Europeo. Personas que han ido transmitiendo sus reproches al presidente del Gobierno al que le achacan una clara falta de liderazgo, cuando no dejación ante los graves problemas políticos que ensombrecen el panorama.

¿Qué es el liderazgo?

Todo esto hace pensar en lo que se entiende por liderazgo. Una asignatura típica de escuelas de negocios y de decenas de afamados coach que tratan de formar a ejecutivos de cualquier sector y en cualquier parte del mundo sobre cómo ejercer el liderazgo. Por no hablar de las centenas de libros o referencias que existen sobre el tema. Basta entrar en Internet, poner "liderazgo", y aparecerán millones de entradas.

El hecho es que liderazgo es un concepto que, en general, muchos asimilan al "ordeno y mando". De manera que aquel que sin manifestaciones evidentes de poder, sin alzar la voz, tratando de ejercitar su labor sin contestar con griterío a los ataques de otros, prudentemente y con constancia para resolver los problemas de su incumbencia, es evidente que no puede ser un buen líder.

Sin embargo, liderar es algo que se aparta de ese concepto agresivo del carácter, que no es sino una debilidad del mismo. El líder, por el contrario, se centra en el logro de los objetivos de la comunidad que dirige. Es, quizás, lo más próximo al concepto de "líder que sirve" acuñado por Robert Greenelaf en su libro de 1970: The Servant as Leader. Es aquella persona que lleva a cabo su actividad con la idea de servir como primer objetivo. De manera que tal persona es totalmente distinta de otras cuyo primer objetivo se centra en ejercer y acumular poder, en demostrar quien manda sin dejar demasiado espacio a la acción de los demás, en imponer su criterio y en impedir que los que se encuentran en su derredor crezcan profesional o personalmente. Ese que está en la cúspide de la pirámide.

El líder que sirve, sin embargo, es aquel que distribuye su poder en la organización, tratando de poner las necesidades de los otros antes que la suya, sin dejar de ser el que toma la última palabra ante cuestiones difíciles donde tiene que ejercer su responsabilidad sin ambages. Una actitud que acaba construyendo organizaciones que sirven, que ponen a la persona como primer objetivo de sus fines y que, al final, son las más eficaces.

¿Cómo sería un gran líder?

El propio Greenleaf se preguntaba si ambas cosas eran posibles. Si se podía ser a la vez líder y estar al servicio de los demás, especialmente en un mundo tan exigente y competitivo como el actual. Sin embargo, según expone él mismo, la idea primera le vino leyendo Viaje al Oriente de Hermann Hesse, donde el protagonista, que acompaña a otros como criado realizando tareas serviles, mantiene el grupo cohesionado con su forma de ser. Un grupo cohesionado hasta que el criado se marcha y, a partir de ahí, se instala el caos. Nada puede hacerse sin la presencia del criado que, al final, se descubre que era el guía espiritual de la Orden que había organizado ese grupo. Un gran líder, en definitiva.

Hoy se nota la falta de líderes de este tipo, tanto a nivel empresarial como político. En los primeros, son más comunes los jefes. Aquellos que, por ejemplo, citan a sus colaboradores sin causa urgente que atender a horas intempestivas de la tarde o los fines de semana, sin respetar sus vidas privadas, o que no dejan hablar a nadie en las reuniones o cortan continuamente las intervenciones de los demás. De los segundos, lo normal es la descalificación, cuando no las imposiciones, las rupturas, la falta de unidad y la falta de criterio.

España como país va poco a poco saliendo de una profundísima crisis económica. En sólo dos años se ha dado la vuelta a una situación dificilísima. Se ha procedido a un profundo saneamiento financiero del sistema, se han acometido reformas estructurales de calado, la deuda privada ha pasado de ser el 230% del PIB al 180%, la prima de riesgo está ya por debajo de los 200 puntos básicos, la balanza por cuenta corriente cuenta con un superávit histórico que no existía desde los años ochenta, el PIB está ya en tasas positivas, las exportaciones han crecido de manera exponencial y se ha aumentado la competitividad del país. Todo lo cual muestra claros signos de esperanza en el corto plazo.

Quizás no ha existido un liderazgo explosivo, pero alguien ha debido de ser el director de una orquesta que, con algún instrumento perdiendo a veces la nota, empieza a dar por fin muestras de conocer la partitura.

Eduardo Olier, presidente del Instituto Choiseul España.