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El ahorro alemán estimuló la crisis global

  • Fomentar excedentes en la Eurozona ha perjudicado a la economía mundial
  • Pese a los mercantilistas, excedente y déficit son dos caras de una moneda


Tras las elecciones del domingo, se puede afirmar que Alemania ha obtenido una gran victoria en Europa. Otros países europeos se han dejado llevar, voluntariamente o no, por su filosofía económica del trabajo duro, la inflación baja, la mejora de la competitividad y, en el mejor de los casos, un excedente en la balanza de pagos por cuenta corriente. Por desgracia, este modelo esencialmente mercantilista es totalmente inadecuado para una economía del tamaño de Alemania y mucho menos del tamaño de la Eurozona.

Los mercantilistas consideran el excedente de la balanza de pagos como una señal de fuerza (y, por lo tanto, el déficit es una debilidad) pero se trata de un planteamiento peculiar, puesto que excedente y déficit no son más que las dos caras de una misma moneda. Para que un país o una región puedan presentar un excedente "en mejoría" o un estrechamiento del déficit, otros deben encontrarse en la situación contraria.

El excedente alemán ha crecido a paso firme con los años, de apenas 40.000 millones de dólares en 2002 a nada menos que 248.000 millones en 2007 y ha permanecido más o menos a ese nivel. Es un reflejo no sólo del éxito exportador de Alemania, sino también de su falta de inclinación a reinvertir unos ingresos boyantes de la exportación en su propia economía.

Durante los primeros años, su excedente en aumento se reciclaba en déficits crecientes en EEUU y el sur de Europa. Su exceso de ahorro encontraba camino hacia los títulos hipotecarios americanos y la deuda estatal del sur de Europa, no precisamente las inversiones más inteligentes. En último término, el enorme excedente alemán sólo ayudó a incitar la burbuja financiera que contribuyó a la caída económica de occidente.

Y, sin embargo, la propia Alemania ha salido de esta penosa historia, por lo menos hasta ahora, en bastante buena forma. Por eso no sorprenden sus ganas de que sus socios europeos sigan sus pasos y presenten excedentes de cuenta corriente o, como mínimo, unos déficits mucho más pequeños.

En general, así lo han hecho. España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda han arañado reducciones a sus préstamos internacionales y el resultado ha sido notable. El excedente de cuenta corriente de la Eurozona se ha propulsado, de sólo 46.000 millones de dólares en 2007 a nada menos que 221.000 millones el año pasado. Lo que una vez fue solamente un excedente masivo en Alemania es hoy un excedente masivo en la Eurozona.

¿Dónde está el déficit masivo correspondiente?

¿Dónde está el déficit masivo correspondiente? ¿Quién ha tenido que pedir prestado más para compensar el crecimiento del ahorro en la Eurozona? El peso de los ajustes lo han soportado las economías de Asia y zonas dispersas del mundo emergente. China y Japón han visto cómo sus antiguos grandes excedentes desaparecían. India, Indonesia y Brasil se han sumido en grandes déficits.

Es perdonable pensar que esta situación sea eminentemente deseable. Antes de la crisis financiera, los países asiáticos eran tan mercantilistas como Alemania, muy dados a alcanzar constantemente excedentes de cuenta corriente. Su exceso de ahorro aumentaba la demanda de toda una serie de activos occidentales, contribuyendo a reducir los tipos de interés, impulsando los precios de la vivienda y, con el tiempo, la crisis de las hipotecas basura.

La "gran idea" durante la crisis financiera internacional consistió en ofrecer enormes estímulos monetarios. No obstante, en lugar de fomentar una recuperación económica decente a escala nacional, gran parte de esa liquidez adicional se vertió hacia las economías emergentes. Los inversores iban en busca del máximo rendimiento y el rápido aumento de las deudas permitió a los países emergentes florecer mientras occidente se lamía las heridas. Pero el auge sólo sirvió para ocultar unas debilidades económicas graves: exceso de crecimiento del crédito en China, aumento de los costes de la mano de obra en Brasil, insuficiente inversión en infraestructuras en la India...

Lo que fue un problema indeseado de la balanza de pagos en la Eurozona se ha vuelto ahora global. El excedente alemán se ha convertido en el excedente de la Eurozona y el déficit del sur de Europa en el de los mercados emergentes. La capacidad para financiar el déficit disminuye a medida que la promesa de crecimiento rápido impulsado por la inversión da paso a la realidad de un auge en el consumo, encarecimiento de la mano de obra y pérdida de competitividad. No sorprende que las monedas caigan, los tipos de interés suban y las economías se estanquen.

En 2005, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, advirtió de un "atracón global del ahorro". Tal vez los actores hayan cambiado pero el atracón sigue estando ahí. Ya se notan sus efectos nocivos en el mundo emergente. Antes de que lleguemos a la conclusión de que es un problema que sólo les atañe a ellos, vale la pena recordar que el año pasado el Reino Unido presentó un déficit de 86.000 millones de dólares, el segundo más alto de todo el mundo desarrollado. Con el aumento del ahorro en la Eurozona, nuestra economía no tenía posibilidades de reequilibrarse hacia un crecimiento impulsado por las exportaciones. Al contrario, hemos tenido que pedirles prestado a ellos para alimentar un auge nacional inmobiliario. Quizá no tuviéramos muchas opciones aunque, tristemente, me quedo con una sensación de déjà vu.

Stephen King, economista jefe internacional de HSBC.