Firmas

Carney perderá su batalla con los mercados

  • El banquero central no puede creer que controlará los mercados de Reino Unido


Gran Bretaña y Canadá son países muy parecidos en muchos sentidos. En ambos se habla inglés, hace frío durante muchos meses y tienen economías de tamaño medio con proyección internacional. Por eso, el gobernador del Banco de Canadá, Mark Carney, tal vez pensó que habría pocas diferencias entre dirigir los bancos centrales de ambos países y que pasar de uno a otro, como hizo el mes pasado, no le iba a exigir un cambio brusco de filosofía porque lo que funcionó en Canadá debería hacerlo en Gran Bretaña y viceversa.

Sin embargo, entre ambos países hay una gran diferencia: el Reino Unido tiene unos mercados financieros grandes y poderosos que piensan por sí mismos. Un banquero central no puede esperar controlarlos. La City ha vencido a otros gobernadores del banco y derrotará también a éste. El camino por recorrer será tortuoso pero a los inversores que se posicionen en el lado correcto les debería ir bien. Carney apenas lleva un par de semanas pero los mercados ya han decidido ir a por él. En su primera reunión del comité político monetario, que marca los tipos de interés en el Reino Unido, Carney desveló su política de "orientación de futuro". Fue un as que ya se sacó de la manga en Canadá y que cementó su posición como el banquero central más listo de su generación. Al comprometerse a mantener los tipos de interés bajos, dio a las empresas y ciudadanos la confianza para salir y pedir prestado para una casa o una inversión. La otra vez funcionó: Canadá surcó la crisis financiera con una economía que no dejó de crecer y unos precios de la vivienda que subían sin parar. A primera vista, había pocos motivos para pensar que no fuera a funcionar en Gran Bretaña también. En el Reino Unido, ha prometido mantener los tipos de interés bajos durante al menos tres años o hasta que el paro caiga por debajo del 7%. Por el momento, el índice de desempleo es del 7,8%, por lo que la economía tendrá que crear muchos puestos de trabajo antes de que Carney se plantee subir los tipos de nuevo. Pero el problema de las promesas es que hay que cumplirlas y los mercados ya están poniendo a prueba la determinación de Carney. En los tres últimos meses, los tipos a diez años de deuda británica han pasado de estar debajo del 2% al 2,7%. Los tipos a dos años han crecido todavía más desde el anuncio de Carney. El veredicto no podría ser más claro: los mercados no creen que Carney vaya a poder cumplir su palabra. Los inversores creen que los tipos suben y no hay mucho que el gobernador pueda hacer al respecto.

Y eso es importantísimo. La city rompe bancos centrales como si fueran cerillas. A lo largo de los años, "no luchar contra la Fed" ha sido el principio rector de los inversores, y con toda la razón. Sin embargo, batallar contra el Banco de Inglaterra ha sido muy rentable. El ejemplo más famoso son los mil millones de dólares que el director de un fondo de cobertura, George Soros, ganó cuando se abalanzó contra el banco a principios de los noventa. Y con los años ha habido muchos más. Los inversores no se enfrentan a la Fed porque es demasiado grande y poderoso; siempre tendrá el poder de doblegar al mercado a su antojo. Lo mismo podría decirse del Banco Central Europeo, aunque todavía no hemos visto una lucha auténtica entre Mario Draghi y los financieros. Los países pequeños, como Canadá o Australia, no tienen unos mercados financieros lo bastante grandes como para desafiar a sus banqueros centrales.

La City de Londres, por el contrario, es un mercado grande y poderoso, y el Banco de Inglaterra no tiene necesariamente el poder de conseguir que haga lo que quiera. Lo cierto es que Carney no tiene más bazas de doblegar a los mercados que cualquiera de sus predecesores. Pero eso no significa que no lo vaya a intentar. Se ha comprometido a mantener los tipos bajos y ahora no le queda otra que asegurarse de que así sea. De lo contrario, habrá perdido toda la credibilidad antes incluso de acostumbrarse al puesto. ¿Qué puede hacer exactamente? Una opción sería bajar los tipos de interés, aunque ya están al 0,5% y han seguido a ese nivel desde nada menos que 2009. Hay pocas probabilidades de que otro recorte vaya a cambiar mucho las cosas. De hecho, su única opción real es lanzar otra ronda de facilitación cuantitativa que empuje los tipos hacia abajo (si el Banco imprime suficiente dinero y lo emplea para comprar bonos, en teoría los tipos bajarán). A medio plazo, eso sí, el esfuerzo será inútil. Lo cierto es que el Reino Unido, como EEUU, se recupera a buen paso de la crisis financiera de 2008. Las economías se recuperan tarde o temprano y ésta ya ha pasado por cinco años de recesión. El crecimiento empieza a acelerarse (la economía se expande actualmente a un ritmo anualizado del 1,6%). Se está creando empleo. Los precios de la vivienda han vuelto a subir y en Londres están por las nubes. La venta al por menor aumenta (sólo en julio, el comercio minorista aumentó un 1,1% respecto al mes anterior). El rendimiento actual del Reino Unido no tiene nada de espectacular ni lo tendrá durante bastante tiempo pero no se puede hablar exactamente de una economía en crisis (o que necesite unos tipos de interés mínimos en 300 años e inyecciones de emergencia de efectivo del banco central).

Los mercados opinan, con razón, que pronto llegará el momento de que los tipos de interés vuelvan a sus niveles normales, en vez de permanecer en mínimos históricos muchos años más. El banco puede intentar oponerse, como cuando el rey Herodes intentó detener las olas, pero no lo conseguirá.

En este tira y afloja habrá muchas oportunidades para los inversores. A medio plazo, los rendimientos de bonos británicos subirán considerablemente a medida que la economía se recupere. La libra volverá a subir frente a otras monedas cuando el rendimiento de los activos esterlinos mejore. El gobernador tratará de reducir las dos cosas pero será un fracaso. Cualquier inversor que se coloque al otro lado ganará dinero.

Matthew Lynn, Director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.