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La recuperación para 2023

  • La aparente inflexibilidad alemana creará una Europa de dos velocidades
En la imagen, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.


Esta semana, en una entrevista del Wall Street Journal, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, aseguraba que salir de la crisis y superar sus efectos será algo que nos ocupará toda la próxima década. Es la primera vez que un ejecutivo de este nivel pone la cruda realidad enfrente de nosotros. Decía además que la calma que vemos en los mercados podría traicionarnos si se retrasaran los ajustes que se han iniciado a nivel europeo y a nivel estatal. Añadiendo que el BCE no debía buscar atajos para acelerar la salida de la crisis.

Otro tema que abordó fueron las dificultades de las pymes en el sur de Europa para conseguir crédito. Ya se sabe que esto es uno de los grandes problemas que sufren las economías de sur, y muy especialmente España. El crédito para las pymes es muy difícil de lograr, no tienen otro mecanismo que acudir a las entidades financieras, y cuando se los otorgan las tasas de interés resultan prohibitivas. Poco importa que el euríbor esté al 0,75%, esta tasa nada tiene que ver con lo que sucede en la realidad.

Ante este serio problema, Weidmann tiró balones fuera diciendo que el Banco Europeo de Inversiones tiene mecanismos para tratar el problema. Se ve que desconoce lo que sucede en la economía real. También existen en España las líneas ICO que se canalizan a través del sistema bancario. Se trata de créditos de hasta 10 millones de euros, eso sí con intereses que pueden acercarse en ciertos casos a los 800 puntos básicos.

Jens Weidmann se refirió también a Chipre. En esto dijo que los depósitos de los clientes no deberían tocarse. Aunque, rápidamente aludió al hecho de que las tasas de interés de la isla eran mucho mayores que las percibidas por los depositantes alemanes. Una comparación que estaba, quizás, fuera de lugar. Eso ocurre en toda la Eurozona. Se trata de la aproximación comercial de la banca respecto de sus clientes. No entendemos bien que quería transmitir Weidmann. Quizás era un mensaje de consumo interno.

En otro orden se encuentra el informe del FMI aparecido este mes de abril, el World Economic Outlook, que lleva el subtítulo: esperanzas, realidades y riesgos. Refleja como puede evolucionar la economía en los próximos meses. De aquí a 2014. Según el informe, las llamadas economías emergentes crecerán este año por encima del 5%, y se acercarán al 6% en 2014. Estados Unidos, parece que ha salido ya de la crisis: se espera un 1,9% en 2013, y un 3% en 2014. Sin embargo, la zona euro seguirá enquistada: deprimida en 2013 (-0,3%) y con un tímido 1,1% en 2014. Las proyecciones para España tampoco son muy favorables: 1,6% negativo este año y 0,7% positivo el que viene.

Para el FMI existen varios riesgos que tienen que ver, entre otros, con el tímido crecimiento de la Eurozona, los problemas fiscales en Estados Unidos y Japón, la posibilidad de una subida rápida de la inflación en las economías avanzadas, y los riesgos de una política monetaria poco tradicional. Su mensaje podría entenderse como "ya veremos".

En este contexto los brotes verdes en la economía española parece que saldrán, pero tímidamente. Además, serán necesarios más ajustes pues la escalada de la deuda pública acercándose al 100% del PIB en una situación de poco crecimiento no hará las cosas fáciles. Estas son las previsiones para 2014. Una deuda realmente abultada. Con lo que, en el momento que menos se piense, los mercados volverán a apretar tal como sugería el presidente del Bundesbank en su entrevista. La calma actual puede ser el anuncio que precede a una nueva tempestad.

España tendrá que buscar algo así como el 20% de su PIB para hacer frente a los vencimientos de la deuda y a cubrir el déficit. Esto anticipa nuevos ajustes fiscales. Situación en la que se encuentran otras economías avanzadas, especialmente Estados Unidos y Japón. Y es que la creciente escalada de la deuda pública para cubrir todas las necesidades podría llegar en España al 110% en pocos años. Se habla que para 2018. Algo que en una economía como la nuestra tendría efectos devastadores.

Este es el panorama que nos muestran. Donde los únicos brotes verdes parece que vendrán de un mayor equilibrio de la balanza de pagos, mejor comportamiento de la exportación, y un aumento de la competitividad. Eso sí con unas cotas de desempleo que se estiman alrededor del 27%. Un destrozo de expectativas para muchísimas personas, y una pérdida social y económica sin parangón en la historia reciente, sobre todo para los más jóvenes.

Con esto enfrente, solo con políticas de ajuste no se podrá salir del atolladero. La aparente inflexibilidad alemana en este sentido consolidará una Europa de dos velocidades. Será imprescindible acelerar las políticas de estímulo a la inversión.

El PIB cuenta para su formación con la suma del consumo, la inversión, el gasto de Estado y la balanza de pagos. Utilizando solo un sumando se limitan mucho las expectativas. Habrá que usar todos ellos para equilibrar la situación. Un euro sobrevalorado y un excesivo control de la inflación por parte de Alemania perjudica a los más débiles. Sería deseable otra política económica: aquella que favorezca la economía real en lugar de centrarse solamente en los ajustes.

Eduardo Olier, presidente del Instituto Choiseul España.