Multipolaridad en Asia Central
EEUU ha salido derrotado de Afganistán y su salida no será tarea simple. Hay todavía en el país centroasiático 68.000 soldados norteamericanos. Su vuelta y la del material costará entre 5.000 y 6.000 millones de dólares: uno de los mayores desafíos de la historia de las operaciones de transporte militar en términos de escala y complejidad.
El presidente afgano, Hamid Karzai, ha mantenido conversaciones en Qatar con el emir Hamad bin Jalifa al Zani sobre la posible apertura de una oficina talibán en Doha para iniciar el diálogo con los insurgentes. EEUU ve con buenos ojos el inicio del proceso de paz entre ambas partes, teniendo en cuenta la salida de las tropas internacionales prevista para finales de 2014. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, garantizó el apoyo a la misión aliada que permanezca en el territorio más allá de esa fecha para tareas de "entrenamiento, consejo y asistencia".
Norteamérica no solo ha sido incapaz de extender su control al territorio de Asia central, sino que la guerra se ha extendido al vecino Pakistán. El concepto Af-Pak ocupó el centro de la estrategia militar de la administración Obama. Por ello al tiempo que se enfrenta a su "retirada responsable" de Afganistán en 2014, tiene que replantearse su política hacia Pakistán. Con un nivel de aprobación cada vez más bajo en este país volátil, nuclear y de alta importancia estratégica, EEUU debería ayudar a contener los grupos militantes que desgarran Pakistán y amenazan además con provocar una guerra con India. Para ello puede contar con la ayuda de China. La lucha contra los radicales islamistas supone para EEUU y China un punto de convergencia estratégica que puede ayudar a recomponer sus relaciones sometidas a tensiones por la piratería informática y el espionaje digital. Y mejor que apostar por la inestabilidad en Xinjiang, el oeste chino, Washington haría bien en explorar cómo se puede colaborar con Pekín para impulsar el desarrollo económico de esta inmensa región autónoma.
La solución a las problemáticas regionales ha pasado a enfocarse desde el marco de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), liderada por Pekín y Moscú. Expertos predicen la restauración de la influencia del Kremlin en Afganistán. A medida que los norteamericanos se retiren, Rusia reasumirá parte de la responsabilidad encargándose del mantenimiento del material bélico afgano. La carga también recaerá sobre países adyacentes, aliados rusos en la OTSC y los vecinos más próximos, como Uzbekistán. Existe alarma por el posible resurgimiento de las incursiones transfronterizas de militantes islamistas. Rusia tiene, por otra parte, un obvio interés económico en la posguerra de Afganistán expandiendo rutas de suministro a través de Asia central.
En cuanto a Irán, la consecución de un arma nuclear es una "línea roja" que no se traspasará. EEUU quiere evitar toda amenaza a Israel e impedir una peligrosa carrera armamentista en la región. Irán tendrá elecciones presidenciales en junio y parece estar emitiendo tímidas señales que sugieren algún grado de voluntad de aproximación a la comunidad internacional. Así pues, más importante que Irán a EEUU le interesa neutralizar los desafíos que presentan Rusia y sobre todo China. En respuesta a la pasada estrategia norteamericana para Asia central, Rusia y China han estrechado sus relaciones bilaterales. En la reciente visita oficial a Moscú del presidente chino, Xi Jinping, se firmaron 30 acuerdos conjuntos. Las gigantescas economías son complementarias. Pero esta alianza tiene muchos aspectos problemáticos como el respaldo a las dictaduras en Irán y Siria. Y con un enorme potencial militar combinado su abstención - siendo dos de los mayores vendedores de armas- vació de contenido el Tratado de Comercio de Armas aprobado por la Asamblea General de la ONU. Un prudente Obama prefiere el diálogo y la acción sutil. Es enemigo de las aventuras militares y la austeridad impuesta por la crisis económica refuerza su pragmatismo. Asia central posiblemente sea la región del mundo donde se ve con mayor claridad la nueva multipolaridad mundial.
Marcos Suárez Sipmann. Analista de relaciones internacionales. @mssipmann