La mujer que nos devolvió las agallas
A Margaret Thatcher le gustaba el riesgo. Cuando tuvo que enfrentarse a poderosos políticos dentro de su propio partido o a huelguistas en un piquete, escogió siempre la línea de máxima resistencia. Creía en hacer lo correcto, no en tomar la salida fácil.
Su actitud fue una inspiración en mi vida profesional, sobre todo cuando tuvimos que hacer frente a la terquedad de los sindicatos de artes gráficas durante los años ochenta. En esa época, solían llamarme para acudir a las reuniones de la Asociación de Editores de Prensa sobre las últimas exigencias de los sindicatos. Nos sentábamos alrededor de la mesa y acordábamos una postura firme, pero cuando volvíamos a reunirnos habían sucumbido. Todo había sido en vano.
Los periódicos de todo el mundo estaban pasando de las formas tradicionales de impresión a las nuevas tecnologías, pero seguíamos atascados en un sector que se negaba a los cambios. Había amenazas constantes para ir despacio, parar las máquinas o abandonarlas. No podíamos seguir así.
La industria británica
Thatcher tardó en darse cuenta del estado en el que se encontraba la industria británica. Fue en su segundo mandato, tras la guerra de las Malvinas, cuando se dispuso a abordar la reforma sindical. Yo no le había comentado nuestros planes de trasladar la producción de nuestros periódicos de Gray's Inn Road a unas instalaciones nuevas en Wapping, al este de Londres, pero Charlie Douglas-Home, editor de The Times, la mantenía informada.
En 1979, The Times había atravesado una amarga huelga de un año de duración en la que salió derrotado. Duke Hussey, el entonces consejero delegado, me dio un buen consejo: si sacamos los periódicos, habremos ganado. Los sindicatos conocían nuestros planes de mudarnos a Wapping (tenían espías), pero no pensaban que seríamos capaces de aguantar otra huelga más.
Fue un asunto sangriento. Había cientos de policías y caballos alrededor de la fábrica durante la peor época. Alambres de espinos en las vallas. Los manifestantes tiraban dardos a los caballos, que se encabritaban y después las televisiones venían a grabar la "violencia policial".
Los manifestantes quemaron un almacén de papel. Fue un incendio importante pero por suerte no hubo heridos. En Wapping teníamos la cantidad de papel justa para seguir funcionando hasta que llegara el siguiente envío. Fue muy duro. El conflicto había comenzado en enero de 1986 y duró un año. Fue la primera gran huelga del sector privado que ganaron las empresas desde la guerra. No sólo supuso un paso adelante para nosotros, sino para todo el sector de la prensa. Cuando ganamos, los demás tuvieron que cambiar para competir. Sin ello no tendríamos la prensa enérgica y competitiva que caracteriza a la Gran Bretaña moderna.
En el sector de la televisión
Lo mismo ocurrió en el sector de la televisión. Asumimos grandes riesgos en la creación de la televisión por satélite, que muchos críticos tachaban del fin de la civilización, pero en realidad generamos miles de trabajos y los espectadores ahora disfrutan de muchas más opciones.
Thatcher comprendió que el riesgo era un ingrediente vital en una sociedad de libre empresa. Entendió que ese tipo de sociedad debe estar liderado por un gobierno con agallas. Se mantuvo firme en la persecución de sus ideales de aspiración y el poder del individuo para sacar el máximo partido de su talento y mejorar su propia vida y la de su familia y la sociedad.
La llamaron la Dama de Hierro, un epíteto que reflejaba su fuerza pero no su innegable afabilidad. Ha sido, sin duda, una de las figuras más importantes del Siglo XX. Tras la II Guerra Mundial, en la que este país perdió a una segunda generación de sus mejores hombres, Gran Bretaña había creado un estado de dependencia que aniquilaba las aspiraciones.
En 1979, Margaret Thatcher se propuso rehabilitarlo. Asentó la economía sobre una base firme, terminó con una cultura de huelgas paralizantes y animó a los empresarios a venir y montar aquí sus negocios.
Gracias a ella he vivido en Gran Bretaña muchos de mis momentos definitorios como empresario, una Gran Bretaña mucho más próspera gracias a su valiente liderazgo político.
Rupert Murdoch, presidente y consejero delegado de News Corporation.
© The Times.