Firmas
Dejad en paz los salarios y a los funcionarios
La crisis que llevan padeciendo Europa y Estados Unidos fue provocada por las instituciones financieras, cuya codicia sin regulación alimentó la burbuja inmobiliaria, por mucho que el desconcierto de la profesión de los economistas haya llevado a una minoría a intentar salvar el comportamiento de los banqueros, culpando ante la dejación de sus funciones a la autoridad monetaria y al regulador en general, ocultando que fueron los propios banqueros, con su captura del regulador y su cantinela de autorregulación de los mercados financieros los verdaderos responsables del desaguisado, con ribetes de infierno, en que nos han arrojado.
En el caso español, además de los banqueros y la burbuja inmobiliaria, los políticos y su comportamiento en las diferentes Administraciones, pero sobre todo en las autonomías y su presencia y control de las cajas de ahorros, son los responsables de habernos arrojado al abismo en el que nos encontramos. Pues los políticos primero alentaron la deriva que han tomado las autonomías, llevándonos a este callejón sin salida en el que estamos. Finalmente, nuestro deterioro institucional los últimos días se ha visto alentado por la inestabilidad política que estamos sufriendo por la epidemia de la corrupción.
La epidemia de la corrupción
Pues bien, tiene que quedar claro que ni los trabajadores en general ni los funcionarios en particular son responsables de la crisis, sino que más bien son ellos quienes están sufriendo en su propia carne las consecuencias más perniciosas de la misma. Los primeros, con las insoportables cifras de paro que tienen que sufrir, los segundos, contratados interinos con el paro. Y los funcionarios propiamente dichos, con repetidas bajadas de salarios. Pero además, por lo que se refiere a los funcionarios, tienen que soportar las impertinencias irresponsables del jefe de la patronal mientras su antecesor en el puesto se encuentra en prisión con cargos capaces de avergonzar a los mayores capos de la corrupción y el robo.
Los responsables políticos, los patronos en general y sobre todo los tertulianos, debieran dejar en paz los salarios, pero también a los funcionarios que constituyen la columna vertebral de la institución más importante de la sociedad, que es el Estado.
La moderación salarial ya no tiene el mismo sentido
Pero comencemos con los salarios; hacía mucho tiempo que no se hablaba de moderación salarial. La moderación salarial es una reminiscencia de la famosa política de rentas como consecuencia, a su vez, de la tristemente famosa teoría de renta de los precios, que tiene importantes antecedentes en la historia del pensamiento económico, pero cuya última formulación la encontramos en el capítulo XXI de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936), de J. M. Keynes. La política de rentas consistía en intentar convencer a los trabajadores para que moderaran sus salarios porque el Gobierno les garantizaba la congelación de los precios. Pero la evidencia empírica nos demuestra que, en plena vigencia de aquella política, los precios alcanzaron niveles del veintitantos por ciento de subida con unos niveles de paro similares.
Los salarios son el precio del factor trabajo y, como cualquier precio si el mercado es flexible, vienen determinados por la ley de la oferta y la demanda; y para eso, que yo sepa, se ha llevado a cabo la reforma del mercado de trabajo, para que los ajustes en él se realicen vía precios y no vía cantidades, como ocurre cuando en el mercado existen rigideces, y eso ha sucedido en nuestro país y es la explicación de nuestros cinco o seis millones de parados -esperemos que un día de estos nos aclare la cantidad el señor Rosell-.
¡Dejen en paz los salarios! Porque los salarios no tienen culpa de nada cuando se fijan en un mercado flexible y libre, que lo harán de acuerdo con la productividad; y si las cosas suceden así no tienen culpa de la inflación ni del paro. De lo primero, tiene la culpa el dinero. Y de lo segundo, la falta de confianza y la incertidumbre que impiden la inversión y la creación de empresas, como ocurre en la actualidad, y las rigideces de los mercados.
Funcionarios sí, pero productivos
Respecto a los funcionarios, podemos decir otro tanto, respétese la competencia en la selección de los mismos. Lo que se necesita es una reforma profunda en los diferentes niveles de la Administración y la eliminación de la enorme cantidad de organismos inútiles creados igual que muchos puestos de trabajo en las diferentes Administraciones para la clientela de los partidos políticos. Ésta es la única forma de reducir el gasto estructural. Y parece conveniente no emprenderla contra el gasto social, porque los gastos en educación y sanidad constituyen los fundamentos de la acumulación de capital humano, y éste último, la piedra angular del crecimiento económico. Pero, además, el deterioro institucional, los casos de corrupción y el desamparo de un número cada vez mayor de gente por el paro, los desahucios y otras calamidades que tienen que soportar los más desfavorecidos por la fortuna hacen cada día más patente el peligro de que la cohesión social salte en mil pedazos.