Firmas
Calidad, la base de nuestra competitividad
Hoy, 8 de noviembre, celebramos el Día Mundial de la Calidad, una fecha introducida hace más de 20 años por Naciones Unidas para hacernos reflexionar sobre la importante contribución que implica la calidad en las organizaciones para el crecimiento, la prosperidad y la sostenibilidad. Tres elementos que hoy ocupan primeros lugares en las preocupaciones de muchos países; entre ellos España. Vivimos un momento en el que es imprescindible revisar algunos de los fundamentos que hasta ahora han regido la actividad económica cotidiana; ello es inevitable para adaptarse con éxito a un nuevo entorno. Un entorno en el que poco espacio puede quedar para soluciones que no tengan muy presente el nuevo marco global, necesariamente competitivo aunque también cooperativo. En este contexto el bienestar y el progreso, tanto de las organizaciones a título individual como del conjunto del país desde el punto de vista colectivo, pasa por la internacionalización. Ésta no sólo es clave para remontar la complicada situación actual, sino para consolidar nuestra posición y estar mejor preparados para embates futuros.
En mercados cada vez más competitivos, buscar prevalecer sólo por el precio ya es insuficiente para una economía desarrollada. Uno de los efectos de la crisis que padecemos desde 2008 es que los consumidores -tanto individuales como empresariales- de los mercados más atractivos son más beligerantes con la exigencia de que la inversión que hacen en un producto o un servicio responda con la calidad que esperan. Saben que entre la amplia oferta existente siempre encontrarán aquella que sea capaz de colmar sus expectativas. Efectivamente, ésta es una cuestión aún más acuciante en estos días, puesto que los recursos de todo tipo son más limitados y la concienciación sobre un uso racional de ellos es mayor que nunca. Por todo ello, una economía como la española, si de verdad quiere seguir avanzando en competitividad en los mercados globales, necesita hacerlo pivotando sobre la calidad. Sólo sobre la base de la calidad podrán tener un desarrollo adecuado conceptos importantes y que deben marchar integrados, como la sostenibilidad o la innovación. Perder de vista la importancia de la calidad es un lujo que como economía no nos podemos permitir.
En muchas ocasiones las organizaciones sólo tienen una oportunidad para ganarse la confianza de su cliente. Así, ¿cómo ofrecer calidad de forma uniforme y constante en el tiempo para no tener que lamentar la falta de segundas oportunidades? A estos efectos, las normas técnicas y los certificados por tercera parte independiente son unas excelentes herramientas que llevan décadas ayudando a organizaciones de todo el mundo, en muy diversos sectores, a ofrecer productos y servicios a la altura de las expectativas de sus clientes.
Las normas técnicas son un instrumento de libertad de comercio, que facilita las transacciones internacionales porque permiten a interlocutores de todo el mundo tener la certeza de que están hablando de lo mismo cuando tratan sobre un producto, un servicio o la forma de gestionar una entidad. El mejor ejemplo de la gran utilidad de las normas lo tenemos en la ISO 9001 de gestión de la calidad, la herramienta de gestión más extendida en todo el mundo, con más de un millón de organizaciones certificadas. Actualmente está siendo sometida a su quinta revisión, unos trabajos que arrancaron en España el pasado verano y que pretenden hacer que el documento sea todavía más asequible para el sector servicios, micropymes y Administraciones Públicas. Por su parte, los certificados representan el reconocimiento a la labor bien hecha. Siempre que sean concedidos desde el rigor y la independencia del certificador, son elementos que apoyan la libertad de elección del consumidor porque le permiten disponer de más y mejor información para tomar una decisión.
Prácticamente todas las marcas país potentes están asociadas a factores que determinan la elección de productos o servicios -diseño, potencia cultural, tecnología, etc.-. La marca España perfectamente puede apoyarse en el distintivo de calidad. Contamos con uno de los mejores sistemas de calidad del mundo, grandes empresas y pymes son líderes mundiales en su actividad y nuestros profesionales son cada vez más reconocidos y valorados en el exterior. No tenemos que reinventar ninguna rueda, España ya tiene un importante camino recorrido para que la calidad sea el hecho distintivo de nuestra marca. Nada más -y nada menos- tenemos que seguir avanzando en esa senda con firmeza, convencimiento y el concurso de todos.
Manuel López Cachero, presidente de Aenor.