La hora de la internacionalización
Dejar la crisis atrás exige un cambio estructural de la economía productiva en España. El país se desangra por la falta de competitividad y el progresivo proceso de desindustrialización. No disponemos de reservas financieras significativas ni materias primas estratégicas. Nuestras ratios económicas no resisten la comparación con otras economías avanzadas ni en balances de exportación-importación, composición de capital de las empresas, número de empresas transnacionales de capital español o flujos de profesionales especializados.
Sin embargo, es imprescindible destacar algo esencial de nuestro factor competitivo: España es suma de territorio y capacitación técnica y profesional. El motor de España sobre el que dirigir con éxito funciona en dos tiempos: desarrollo tecnológico vía I+D y territorio en lo relativo a la base agroindustrial y al sustento del turismo.
Para tal fin, es imprescindible un cuádruple cambio con visión estructural: político, empresarial, social y cultural.
En el terreno político, asistimos una vez más a la ausencia de un gran pacto que impulse a las principales fuerzas a construir en una misma dirección. Empleo y desarrollo de país dependen de ello. La política de reducir gastos no productivos, junto con la reestructuración de las Administraciones Públicas es imprescindible, aunque no articular el crecimiento empresarial está representando una involución histórica.
Desde la empresa, que es la demandante natural de tecnología, corresponde asumir la responsabilidad y el protagonismo del desarrollo tecnológico. El mercado no juzga la investigación, que es sin duda parte esencial del proceso, pero per se la investigación no genera productos o servicios innovadores. Hace falta estrategia y mercado.
La innovación hoy en día sufre ante una dificultad añadida por las graves dificultades de capitalización. Innovar hoy supone captar fondos de proyectos de I+D disponibles en los mercados, tanto en el marco europeo como en el internacional. El caudal público nacional se ha retraído, pero eso no debe hacer retroceder a la empresa española.
La respuesta económica por la vía de la innovación vendrá de la creación de cultura tecnológica dentro de la empresa, desde su primer ejecutivo hasta cada actor de la misma, en cada una de las áreas de desarrollo y con espíritu de permanencia. Esa cultura es clave en la expansión del tejido industrial.
Así bien, parte sustancial en la solución a la evolución del modelo productivo pasa por un pacto de Estado en lo económico, empresas en el primer plano del impulso tecnológico y una cultura innovadora, potenciando nuestros principales valores diferenciales que son territorio y capacitación profesional, con individuos concienciados de la necesidad de acogerse a una cultura de innovación y esfuerzo.
No todo son malas noticias
No todo son malas noticias para la economía española. Ahora que recientemente se ha celebrado una nueva edición de la entrega de los Premios Alimentos de España del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente -hemos tenido en Grupo Matarromera el honor de obtener la distinción a la mejor Industria Alimentaria-, se hace necesario señalar que la industria de alimentación y bebidas, con casi 30.000 empresas, el 95% pymes, y 450.000 empleos, aumentó sus ventas en 2011 gracias al incremento de las exportaciones, con crecimiento en dobles dígitos, y se situó como sector líder en exportación, ayudando al país a compensar el déficit comercial.
Las exportaciones de alimentos y bebidas alcanzaron casi los 17.000 millones de euros, con una balanza comercial que arroja un saldo positivo por segundo año consecutivo. Se trata del primer sector industrial de la economía española y el quinto de Europa, y representa el 17% del empleo industrial. Por tanto, no todo es servicios y turismo, también España desarrolla industria.
¿A qué se debe el tirón de este sector? Es competitivo en precios y además apuesta por introducir de forma creciente soluciones biotecnológicas. Es decir, rotura en los procesos y en nuevos conceptos de productos y servicios, mejoras de presentaciones y, en definitiva, ampliación de la base de competitividad en el mercado global.
Disiento de los agoreros del apocalipsis económico español porque existen razones por las que creer que este país se levantará con más fuerza si cabe. En España tenemos elementos a los que sacar partido: caudal humano dispuesto y preparado para trabajar, iniciativa y territorio. Ante ello es esencial proteger y potenciar la I+D, con especial énfasis en el sector agroalimentario, una seña de identidad propia, y creer en nuestra propia fuerza, capacidad e iniciativa para lograr estar donde queremos y debemos estar.
Carlos Moro González, Presidente de Grupo Matarromera.