Firmas

El pasotismo de la UE



    Los nacionalismos han causado en Europa muchas más muertes que cualquier otra plaga, incluidas la peste bubónica y las erupciones del Vesubio. Por eso tras la II Guerra Mundial los líderes europeos quisieron evitar el mal erradicando la causa. Se inició el proceso de unidad europea y se decretó que en la Europa occidental y democrática no se toleraría ningún movimiento de fronteras. Todo fue bien en ese terreno hasta que cayó el muro de Berlín y, como en el acontecer humano no hay bien que con mal no venga, empezaron a operar los nacionalismos en los países del desaparecido Pacto de Varsovia? y se comenzaron a romper las costuras tejidas en 1918.

    Lo más grave ocurrió en Yugoslavia. Ante los empujones secesionistas del nacionalismo croata, la UE, a impulsos de Alemania, en lugar de apagar el incendio se dedicó a echar unos cuantos bidones de gasolina sobre él reconociendo unilateralmente a Croacia, la vieja aliada de Alemania, la que colaboró con la invasión hitleriana en 1941. Fue este gravísimo error (consentido por los otros países de la UE) el que llevó a ese país a la devastación y a la masacre. A la limpieza étnica y al genocidio.

    Cuando, al fin, tras la intervención de la OTAN, cesaron los combates, la ONU (y muchos países de la UE), en lugar de poner serias barreras al secesionismo, reconoció como país independiente a Kosovo. Un regalo más para todos los independentistas, que, como la carcoma, siempre andan horadando en las vigas de la casa.

    Tuvo que ser entonces y a la vista del destrozo que los nacionalismos causaron en Yugoslavia cuando la UE debió haber dejado muy claro que un Estado escindido de otro nunca llegaría a formar parte de la UE. Se perdió la ocasión, pero aún hay tiempo. Antes de que la broma de Escocia se consume y de que las baladronadas catalanas pasen a mayores, la UE ha de ponerse seria (si es que es capaz de ello) y anunciar que no consentirá operaciones secesionistas en su seno.

    Joaquín Leguina, estadístico.