Firmas
De la independencia a la interdependencia
Vivimos tiempos de cambio, de profundas transformaciones económicas, políticas y sociales. Tiempos de mucho ruido, alboroto y declaraciones de brocha gorda. No parecen buenos tiempos para cuidar los detalles, los matices. Más bien se trata de calificar o descalificar sin mucho miramiento. Algo muy típico, también, de los momentos de crisis.
Hay muchas cosas que nos han traído hasta aquí y nos han permitido alcanzar unos estadios de bienestar que ahora parecen amenazados. La sociedad avanza en la medida en que activa y alinea una red de compromisos para alcanzar un objetivo común.
Pero en los últimos tiempos la globalización, el desarrollo tecnológico y la rapidez con la que se producen los acontecimientos han proyectado una tensión especialmente fuerte sobre el sistema social, y la red de compromisos que habíamos articulado ha entrado en crisis. Parece evidente que el reto, ahora, es el de transformar los compromisos para innovar el sistema. Éste es un desafío mayúsculo, pues se trata de innovación social en el sentido más amplio de la palabra, ya que implica innovación en la política y en la economía.
Innovar sin prejuicios
Siempre que hay que innovar, el primer paso que hay que abordar es superar los prejuicios del pasado. A uno le da la impresión de que en las circunstancias actuales, una vez más, pretendemos abordar los retos del futuro con una mentalidad y un lenguaje del pasado. Y eso sólo proyecta prejuicios.
Para superar los prejuicios, que nos pueden jugar una mala pasada, haríamos bien en pensar en construir un nuevo lenguaje que permita activar otra vez la red de compromisos necesaria para la nueva sociedad. Porque parece claro, a estas alturas de la película, que la crisis en la que estamos inmersos derivará en una sociedad nueva.
Pues bien, volviendo a los prejuicios y a su materialización en el lenguaje, necesitamos volver a pensar en el sentido de las palabras. Algo de esto pasa cuando hablamos de independencia. Ya sé que el concepto admite aproximaciones diferentes desde la óptica política, económica, social, empresarial? Pero en su versión política y más mundana, que es la que moviliza emociones y aspiraciones, cada vez me parece más anacrónica. Me explico.
Parto del hecho de que a todos los individuos nos interesa progresar, y para hacerlo necesitamos convivir y cooperar con otros. Creo que sólo se progresa si se respeta la diversidad, la existencia del otro y damos el paso de cooperar con él. En este sentido, el progreso o es social o no es progreso. Nos necesitamos unos de otros para progresar.
En el camino del progreso vamos alcanzando mayores cotas de bienestar. Aquí el discurso económico nos hablaría de una competitividad no destructiva, entendida al servicio del bienestar de los ciudadanos. Algo en lo que, al menos sobre el papel y desde un punto de vista social, todos estaríamos de acuerdo. Pero ¿cómo se consigue eso? ¿Siendo más independiente o interdependiente?
Jorge Wagensberg tiene una definición de progreso que me interesaría compartir. Para él "progresar es ganar independencia frente a la incertidumbre". ¡Bendita definición con la palabra independencia dentro! Pero pensemos un poco en la definición? y nos daremos cuenta de que se gana más independencia frente a la incertidumbre siendo interdependiente que siendo independiente.
La incertidumbre la provoca el entorno, lo que nos rodea y no conocemos, o aquello en lo que no somos capaces de influir. Ahí aparecen otra vez los miedos y los prejuicios que nos llevan a encerrarnos y aislarnos, pensando que así no nos afectará el entorno. Esta suerte de aislamiento vestido de independencia lejos de ayudar al progreso lo debilita. No hay sistema que pueda progresar sin abrirse a los demás, ya que todo sistema endogámico no evoluciona, involuciona.
Sin embargo, la apertura al entorno, a lo diferente, con el objetivo de conocerlo, interpretarlo y cooperar con él, permite superar la incertidumbre que viene de lo desconocido y transformarla en conocimiento que yo interiorizo y me hace progresar. El sistema evoluciona, crece y progresa de la mano de la interdependencia.
El camino -no sólo del lenguaje, para hablar y actuar en clave de interdependencia y no de independencia- encierra la dificultad de asumir los retos en primera persona y enfrentar la incertidumbre desde la convicción de que el futuro pasa por nosotros mismos, de que nadie va a hacer nuestro trabajo. Necesitamos ser más nosotros para ser más interdependientes. Por favor, no me hable de independencia, hábleme de interdependencia.
José Luis Larrea, presidente de Ibermática.