Firmas

Tal vez esta noche tengamos que cenar en el infierno

    Imagen de Thinkstock.


    Leónidas, el espartano, dice a sus soldados antes de la batalla en la que probablemente morirán: "Desayunad bien, porque esta noche cenaremos en el infierno". Todo lo que sabemos nosotros antes de la batalla económica de cada día es que el mundo no volverá a ser igual después de esta agudísima crisis.

    Nadie está seguro de qué está pasando realmente. En realidad, nunca el mundo permanece inmóvil como un paisaje o como una fotografía, y a la prosperidad sigue con frecuencia una recesión con distinto grado de profundidad que cambia para siempre la realidad. La cadencia de los ciclos de expansión y recesión es más o menos armónica, según nos cuenta la experiencia, pero el problema surge cuando, como ahora, se superponen varias coyunturas de diverso signo con distintos ritmos.

    La realidad que vemos es que ni los economistas ni los políticos saben cuál es la mejor manera de detener la crisis y tienen que conformarse con hacer conjeturas. Hay cosmólogos que no están convencidos de que existan agujeros negros y que no tienen ninguna opinión fundada sobre la existencia de vida en Titán, y eso no reduce su crédito profesional. Pero el tema de las razones de la crisis y cómo salir de ella está cargado de demasiada emoción como para permitir ese tipo de neutralidad. Los políticos actúan a ciegas y los economistas opinan en vacío, y lo único que parece cierto es que ni unos ni otros podrán saber nada de lo que está pasando hasta que haya pasado el tiempo y se mire esta crisis en perspectiva, como realidad histórica.

    Mientras tanto, seguiremos con la instrumentación ideológica del debate, con el estilo reiterativo de las conversaciones y de los titulares de prensa, con la posición rígida en la concertación política de reformas en las que, paradójicamente, los representantes de los intereses generales son quienes con más convicción defienden abstracciones ideológicas residuales que ya no son aplicables en esta crisis ni volverán a serlo después.

    Y, en fin, tendremos que seguir enfrentando el modo superficial, dogmático, parcializado, circunstancial y a veces hasta frívolo con el que se tratan estos temas en los medios de comunicación, junto con la levedad y a veces también la irresponsabilidad de quienes se ocupan de alimentar a la opinión pública con propuestas contradictorias y demagógicas para la solución de esos problemas.

    Parece que nadie sabe qué está pasando, ni qué conviene a la economía ni al euro ni cómo se sale de la crisis. Hay muchas personas que se ríen de los adivinos y, sin embargo, se toman en serio a los economistas y a los políticos. Lo único que hay que tomarse en serio es que los políticos, los economistas, usted y yo, tal vez esta noche tengamos que cenar en el infierno.

    Juan Carlos Arce, profesor asociado de Derecho del Trabajo y Seguridad Social. Universidad Autónoma de Madrid.