Firmas
Fabián Estapé: Un asiento permanente
La muerte de Fabián Estapé nos priva, por una parte, de un gran economista, pero por otra, de un polemista fundamental, con el que apetecía mil y una veces discutir y discrepar. Sin ir más lejos, eso fue lo que se me había ocurrido con su postrero artículo de los martes en elEconomista, publicado el 31 de enero de 2012, exactamente la víspera de su muerte, y titulado 'Reformas a bombo y platillo'. Era, además, muy agradable polemizar con él, porque era, a la par, ingenioso y afable, no se encastillaba en unas posturas iniciales y sorprendía siempre con frases ingeniosas. Recuerdo cuando un día, cargado yo probablemente de pedantería, le dije ante un argumento suyo sobre la relación de dos fenómenos coetáneos: "Pero es que correlación no es causalidad". Lo escuchó, y me replicó: "Cuidado, porque tampoco es casualidad".
¿Y por qué era, además, un polemista formidable? Porque tenía una doble base impresionante. Por una parte, y con muy buenos profesores y las más altas calificaciones, había cursado en la Universidad de Barcelona la carrera de Derecho, vinculándose con un maestro indiscutible como era García de Valdeavellano en Historia del Derecho.
Un polemista formidable
A partir, exactamente de 1950, los amigos iniciales suyos, como Fuentes Quintana, quien también había cursado Derecho, como Alfredo Cerrolaza, como muy pronto Ramón Trías Fargas, y como yo mismo, le impulsamos hacia la economía. Pronto quedamos fascinados por su capacidad en este terreno. Nos lo encontrábamos manejando a la perfección los Foundations of Economic Analysis de Samuelson, esa obra que tiene como base que "las matemáticas sean un lenguaje", pero simultáneamente trabajando en su tesis doctoral sobre la reforma fiscal de 1845, en la que puntualizó, para siempre, el papel esencial como técnico de Ramón de Santillán, con lo que dejó de bautizarse como reforma Mon y pasaría, para siempre, a ser la Reforma Mon-Santillán.
Su actuación se centró en buena parte en la historia de las doctrinas económicas, y muy en concreto en la figura de Schumpeter. He aquí unos párrafos de su prólogo a la obra schumpeteriana Diez Grandes Economistas. "Los Diez grandes economistas englobados en el subtítulo De Marx a Keynes constituyó una formidable novedad, habida cuenta de la calidad, el penetrante análisis e incluso la compasión de los que Joseph Alois Schumpeter hizo gala siempre al tratar la vida y la obra de sus semejantes. Fue siempre, no se olvide, un grande enfrascado en la tarea de escribir las peripecias, las cualidades y los logros de lo más granado de la profesión".
Un economista comprometido con la actualidad
Pero también le apetecía descubrir planteamientos nuevos. Eso es lo que le debemos por su traducción de la obra de Galbraith, The Affluent Society, que trabajó muy bien como La sociedad opulenta, y que en tantos sentidos se une a la obra de Ortega La rebelión de las masas. Recuerdo una reunión con Galbraith en Madrid, que vinculó a Estapé y a Ortega más de una vez en su conversación.
No se ocultó nunca Estapé ante sus colegas. En primer lugar, con unas clases espléndidas que originaban huella profunda en sus alumnos. En segundo, creando una escuela. Sus miembros son nombres tan destacados en la profesión como Ernest Lluch o José María Serrano, Jacinto Ros Hombravella o Antón Costas. Y en tercer término, escribiendo sus memorias gracias a las cuales tantísimo conocemos de la vida intelectual y política española.
Porque, además, Fabián Estapé habló con Franco sobre los Kennedy, anduvo por Comisiones Obreras, fue comisario adjunto del Plan de Desarrollo, y todo ello siempre con seriedad no exento nunca de un cierto talante muy original, que más de un disgusto le originó, porque el sentido del humor no abunda.
Y, además, aparte de colaboraciones eventuales, fue de los economistas que consideraron que había que escribir en la prensa diaria. Sus ámbitos sucesivos fueron La Vanguardia, El Diario de León y elEconomista.
La suma de todo me lleva a imitar a su admirado Schumpeter. Éste solía decir -transcribo a Estapé- que "la Ciencia Económica viene a ser una especie de autobús singular, con plazas limitadas, en el cual, algunos, muy pocos, tienen asiento reservado para la eternidad; otros, que son la mayoría, se ven obligados a descender, después de un periodo, en la escala siguiente, dando paso a nuevas estrellas".
Schumpeter es uno de los de asiento perpetuo en este autobús de la ciencia económica mundial, y de Fabián Estapé se puede decir lo mismo en el autobús de la ciencia económica española.