La alfombra tenía debajo un 8% maldito
Cada punto de déficit cuesta 10.000 millones, habrá que ahorrar 35.000 para cumplir con Bruselas.
Cuando cambia el inquilino de un edificio hay que remozarlo. Una de las primeras medidas es levantar las alfombras. El Gobierno de Rajoy no lo ha hecho del todo aún. Sólo ha mirado de reojo por debajo de una de ellas y ya ha dado un respingo. La primera alfombra tenía entre un 1,5 y un 2 por ciento o más de déficit público suplementario. La pregunta que se podía hacer al anterior Ejecutivo es: ¿de qué sirve ocultar los números contables? Si hay algo tozudo son las cuentas. Un castizo diría que con las cuentas no valen cuentos, un 8 por ciento maldito no es un 6 por ciento. Pero, como dijo la vicepresidenta al final de la rueda de prensa siguiente al Consejo de Ministros, ahora no sirve para nada llorar sobre el agua derramada, hay que trabajar.
A partir de ahí, todo lo demás es consecuencia. En la sesión de investidura, el candidato a presidente anunció que debería recortar 16.500 millones de euros si el déficit era el 6 por ciento anunciado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Ahora el ministro de Hacienda actual dirá lo que quiera, pero cada punto de déficit son como 10.000 millones de déficit más. Es decir, habrá que ahorrar 35.000 millones aproximadamente para cumplir con el 4,4 por ciento de déficit para 2012, tal y como se ha comprometido el actual Gabinete. Tan complicado es el reto que en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros ya hubo quien preguntó si no sería lógico renegociar esta cifra. La respuesta de la vicepresidenta y el ministro de Hacienda fue que eso no era un temaa considerar.
A partir de ahí, para barrer lo que se supone que hay debajo de la alfombra, el Gobierno ha adoptado provisionalmente cuatro líneas de acción: a) reducir los gastos de las Administraciones Públicas; b) aumentar impuestos temporalmente, en contra de las convicciones económicas de sus expertos; c) guiños a los empresarios con el mantenimiento del SMI, algo lógico en la situación de desempleo española, según la teoría económica más ortodoxa, o la deducción fiscal por compra de la primera vivienda; d) guiños a lo socialcomola recuperación del poder adquisitivo de las pensiones y el mantenimiento de la renta de 400 euros para los parados que hayan finalizado las prestaciones por desempleo.
Un paquete equilibrado entre lo económico y lo social. Entre la necesidad de recuperar la confianza de los mercados financieros y la de los de empresarios. Entre el rigor económico/ presupuestario y la solidaridad con los más desfavorecidos.
De todas las medidas, hay dos que son atacables desde lo social. La primera es la congelación del SMI, la demagogia puede hacerse diciendo que siempre pagan los mismos. La segunda medida criticable desde lo social es la congelación de los salarios de los empleados públicos. Aunque esto no es tan impopular. El pueblo español considera que la estabilidad laboral de las Administraciones es un privilegio que bien vale un sacrificio salarial. Ténganlo en cuenta sus sindicatos a la hora de programar movilizaciones.
De todas formas, son estéticamente feas. Por eso, no podían estar aisladas. Los más privilegiados deberían dar ejemplo. El Gobierno lo ha visto así al aumentar, temporalmente, el tipo impositivo del IRPF de manera progresiva, gravando más a los que más cobran.Luego lo ha aderezado con recortes en los Presupuestos del Estado, como las subvenciones a partidos, sindicatos y patronal (un 20 por ciento), algo que cae simpático. Los españoles estiman útiles estas instituciones, pero creen que ahora les salen caras. El Gobierno lo necesitaba para cuadrar las cuentas y también dar imagen solidaria al paquete de medidas. Pero impuestos y recortes presupuestarios se rigen por el criterio de legalidad, no por el de la solidaridad. Se cumplen porque no hay más remedio.
La solidaridad es voluntaria, no obligada. Por eso, la CEOE podría aconsejar a sus empresas afiliadas la congelación de los salarios fuera de convenio, de los que más cobran, técnicos especializados, directivos y altos cargos. Los ahorros así conseguidos se podrían invertir en la mejora de la competitividad, incluida la I+D+i y la formación.
Se conseguirían varios efectos: a) dar ejemplo a la sociedad; b) mejorar la competitividad de las empresas; y c) impulsar la creacióndepuestos de trabajo por parte del sector privado al aumentar la inversión, ya que el sector público va a ser restrictivo. Además, una subida de los sueldos altos sería menos efectiva, a efectos de salario neto, por el incremento del IRPF que acaba de aprobar el Consejo de Ministros. Se da imagen de solidaridad, se ayuda a la economía y no es tan cara para el empleado de sueldo elevado.
Es la hora de la Responsabilidad Salarial, pública y también privada, porque quien ha dejado el polvo del 8 por ciento de déficit debajo de las alfombras somos todos.No sólo es el Gobierno anterior. Y los responsables de sacar España de la crisis somos todos y, como es lógico, los que más tienen más tienen que aportar. Maldito 8 por ciento.
(José R. Pin Arboledas es profesor del IESE)