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Greenspan se defiende: "La burbuja inmobiliaria no es un reflejo de lo que hicimos"

    Greenspan no mostró el mismo tino al subir los tipos que al bajarlos <i>Foto: archivo</i>


    "No tengo ningún remordimiento. La burbuja inmobiliaria no es un reflejo de lo que hicimos, ya que es un fenómeno global". Éste fue el alegato que expuso Alan Greenspan el viernes para defenderse de las acusaciones que le señalan como el principal responsable de los problemas financieros actuales.

    ¡Quién le iba a a decir al ex presidente de la Reserva Federal (Fed), al que posiblemente ha sido el banquero central más famoso de la historia, al casi siempre idolatrado y venerado Greenspan, que iba a ser objeto de tantas críticas una vez jubilado!

    Pero la realidad es la que es, y el anterior dirigente de la Fed está encontrando la horma de su zapato en la crisis de las hipotecas basura o alto riesgo -subprime-.

    Conforme la situación se ha ido complicando a medida que los problemas hipotecarios se han extendido a los mercados de crédito, las alusiones al ex presidente del banco central estadounidense han aumentado. Tanto, que ha tenido que salir en su defensa. Sin ninguna duda, Greenspan marcó una época durante los 18 años y 5 meses que permaneció al frente de la Fed. Hizo más que ninguno de sus predecesores por dotar de una mayor transparencia a la institución y supo capear con relativo éxito envites como el crash de 1987.

    Las culpas de Greenspan

    Pero Greenspan, desde luego, no fue infalible, y entre sus fallos figura el motivo por el que ahora está en entredicho. En concreto, es culpado por haber recortado los tipos de interés oficiales en Estados Unidos hasta el 1 por ciento. Llegaron a este nivel a mediados de 2003 desde el 6,5 por ciento en el que estaban en 2000, y muchos entienden que esa rebaja late tras los excesos vistos en los últimos años en segmentos como el hipotecario y la titulización de activos.

    Y así, sin más, sí se puede responsabilizar a Greenspan de fomentar ciertas prácticas abusivas por haber recortado tanto el precio del dinero. Pero si los rebajó hasta ese 1 por ciento se debió a que las circunstancias lo obligaron.

    La crisis económica derivada del estallido de la burbuja tecnológica se acentuó tras los atentados del 11-S. Por si fuera poco, la Fed debió lidiar con otro problema: el riesgo de que la deflación -caída continuada de los precios- se instalara en EEUU.

    Imitar aciertos, no errores

    De hecho, el propio Greenspan reconoció que esa amenaza era real, una circunstancia que provocó que la rentabilidad de los bonos norteamericanos a diez años cayera hasta el 3,11 por ciento el 13 de junio de 2003, la cota más baja en más de 40 años. Y ante el riesgo de que los precios entraran en terreno negativo, un problema que había llevado a Japón a una profunda crisis pese a que las autoridades niponas habían bajado los tipos de interés al 0 por ciento, la Fed puso toda la carne en el asador. Esto es, redujo el precio del dinero al 1 por ciento en junio de 2003, la cota más baja desde 1958.

    Pero Greenspan sí erró. No en 2003, sino después, cuando no elevó los intereses con mayor celeridad desde 2004. Su intención de subir los tipos de forma "mesurada" mantuvo el precio del dinero demasiado bajo durante demasiado tiempo.

    Y eso sí alimentó los excesos, ya que el dinero y el apalancamiento camparon a sus anchas dado lo barato que resultaba acceder a nueva financiación y endeudarse. Como dicen los expertos, la barra libre fue total, con el riesgo que ello conlleva. Greenspan, por tanto, no mostró el mismo tino al subir los tipos que al bajarlos, una lección que su sucesor, Ben Bernanke, no debería olvidar. "Debe evitar los errores del pasado", admite Pablo Guijarro, de Analistas Financieros Internacionales.