Carlos Doblado: Qué grande es América
Nueva semana de incapacidad para los alcistas, especialmente en Europa. Una vez más, se pongan
algunos como se pongan, la esperanza son los índices de Estados Unidos.
Le pese a quien le pese, y hay gente que nunca se dará cuenta de que lo que piensa es parte de un mundo tan "feliz" (para él) como irreal, el planeta se mueve como se mueve porque de ello se ocupan en los Estados Unidos de América. Para lo bueno y para lo malo.
Sólo allí es posible que una gran ciudad histórica como Detroit se esté quedando casi como una ciudad fantasma -tal y como me contaba un amigo que ha estado estos días en Madrid y trabaja en Silicon Valley-, en pro de una regeneración económica en la que no vale otra cosa que lo que funciona. Esa dinámica hace que siendo el epicentro de la crisis tengan un desempleo que es la mitad que el nuestro, y que, tras tirar de chequera, crezcan como motos mientras Europa lo hace mínimamente. De España mejor no hablar.
Los mercados, no les descubro nada, dependen de la bravura de esa gente tanto como de costumbre. Y su carácter indómito está quedando patente de nuevo estos días con una corrección nítidamente inferior a la que hemos vivido en Europa, donde de todos modos la suerte también va por barrios como saben los holandeses o los suizos, con correcciones que no llegan al 5 por ciento en 2010. "Quién las pillara", pensará el inversor que no ha hecho nada para amortiguar la corrección y tiene su cartera vinculada a nuestro Ibex 35. Acostumbrados a tener un índice que llevaba lustros haciéndolo casi siempre mejor que el conjunto, cuesta encajar que en lo que llevamos de enero y con la tranquilidad con la que se ha corregido en otras plazas, nuestro principal índice retrocede un 15 por ciento.
Como le comentaba la semana pasada, es la justa venganza de la economía por nuestra prepotencia, básicamente por habernos creído los reyes del mambo por ser capaces de creer que las casitas nunca bajarían. Luego llegó el lobo.
Resiste Wall Street
Al otro lado del charco la corrección no ha alcanzado niveles críticos. De hecho, el fulgurante movimiento de vuelta del pasado viernes impidió que podamos estar hablando de patrones bajistas en sus índices. Podrían estar en ello, cier- tamente, y también en algo como lo de junio-julio: un amago bajista que acabó de un plumazo.
Me cuesta creer que esta vez vaya a ser tan fácil -la teoría de onda nos ha enseñado a pensar en términos de alternancia de ondas-, pero no descarte una vuelta a los máximos anuales si en lugar de marcar nuevos mínimos decrecientes tenemos ascensos.
De hecho, el sentimiento inversor, esa cosa que hace como un mes me tenía con más miedo que siete viejas, ha vivido un ajuste sencillamente brutal en su principal ratio; tal que el diferencial alcistas/bajistas está en zonas cómodas tras haber vivido uno de los ajustes más rápidos de su historia. Y es que este mercado sigue siendo atípico.
Europa, donde no se han perdido soportes significativos, se encuentra pendiente de lo que pueda pasar sobre los 2.550 puntos del Eurostoxx 50. Aquí vivimos mirando hacia la zona que rodea por encima y por abajo a los 10.000 puntos del Ibex.
En Estados Unidos, la corrección ha mantenido a los índices lejos de su zona crítica y hasta el momento el ajuste no debe relacionarse necesariamente con un proceso de corrección del alza nacida en marzo. Al menos no mientras los índices no marquen nuevos mínimos decrecientes. Sólo así -y siempre que el rebote alcista de esta semana no dure mucho más, claro- tendríamos un auténtico patrón de vuelta bajista en el gráfico del Nasdaq 100, tal y como intento ilustrarle a la derecha en los gráficos superiores.
Más allá de las acciones
Otro par de referencias que vale la pena tener en mente en este momento son las divisas. Sobre todo, en relación con lo que suceda en el euro/dólar y el mercado de bonos, donde el 3,10 y el 3,55 por ciento están dando mucha guerra a los alcistas a uno y otro lado del charco. Tanto es así que el patrón semanal sugiere un importante techo en el mercado de deuda.
Una ruptura alcista de los 1.080 puntos del contado del índice Standard & Poor's 500, acompañado por una moneda única europea por encima de los 1,385 con respecto al billete verde norteamericano, y la ruptura sostenible de las 123 figuras en el futuro del EuroBund, podrían ser el entorno óptimo para empezar a pensar en que, otra vez más, el séptimo de caballería va a venir en rescate de los mercados. Por mucho que le pese a los que siguen teniendo ese penoso deje antiamericano que tenemos en este país, ellos son los únicos que pueden tirar del carro.