Evasión
La inconcebible vida de Puccini, el genio de la ópera que falleció hace 100 años
- El compositor de Turandot, La Bohème, Tosca o Madama Butterfly falleció el 29 de noviembre de 1924
- Su música continúa formando parte de nuestra cultura
Isabel Rosal Moral
Este año se conmemora el Centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini (1858-1924), uno de los grandes compositores de la historia de la ópera. Aunque su nombre puede no ser familiar para todos, su música ha tocado los corazones de millones de personas y continúa formando parte de nuestra cultura. Arias como "Nessun dorma" de Turandot se han convertido en la banda sonora de eventos emblemáticos, como la presentación de Kylian Mbappé en el Estadio Santiago Bernabéu.
Puccini es conocido por sus óperas llenas de pasión y drama. La bohème (1896), Tosca (1900) y Madama Butterfly (1904) se han convertido en grandes clásicos que, cien años después, siguen cautivando al público y representándose en los teatros de todo el mundo. En las siguientes páginas no solo descubriremos a un compositor de renombre, sino también al hombre detrás de su música. Su vida, marcada por intensas pasiones y tragedias, fue un drama personal digno de ser el libreto de una de sus propias óperas.
Primer acto: el despertar
Giacomo Puccini nació el 22 de diciembre de 1858 en Lucca, una pequeña ciudad de la Toscana, en el seno de una familia con una larga tradición musical. Desde su tatarabuelo hasta su padre, todos habían sido organistas y maestros de capilla en la catedral de Lucca. La muerte de su padre cuando tenía solo cinco años le dejó un vacío emocional importante, pero también la responsabilidad de continuar el legado familiar. Su tío materno, Fortunato Magi, lo formó musicalmente, aunque sin mucha esperanza, ya que consideraba a su sobrino un mal estudiante y poco dotado para la música. A diferencia de otros genios como Mozart, Puccini no fue un niño prodigio.
Un viaje a Pisa en 1876 para asistir a una representación de Aida de Verdi cambió su vida. La experiencia lo impactó profundamente y lo convenció de que su destino estaba ligado a la ópera. Con el apoyo de una beca otorgada por la reina Margarita de Saboya, Puccini ingresó al Conservatorio de Milán. Su primer éxito llegó con la ópera Le Villi (1884), estrenada en el Teatro dal Verme de Milán, que llamó la atención de Giulio Ricordi, un poderoso editor musical. Ricordi vio en Puccini al sucesor de Verdi, y pronto le encargó obras más ambiciosas como Edgar (1889), un drama lírico que no tuvo gran éxito, pero consolidó la relación entre el músico y la editorial Ricordi.
Su muerte causó conmoción y fue anunciada en el Parlamento italiano por Benito Mussolini
El estreno de su tercera ópera, Manon Lescaut (1893), confirmó a Puccini como el sucesor de Verdi, cuya avanzada edad ponía en riesgo la continuidad del género nacional italiano por excelencia. La fama del músico de Lucca se consolidó con el estreno de La bohème (1896) seguida de Tosca (1900) y Madama Butterfly (1904). Estas tres óperas fueron un éxito rotundo tanto en Italia como en el ámbito internacional, convirtiéndose en las más populares de su repertorio. Sin embargo, las renovaciones estilísticas que Puccini introdujo en sus últimas creaciones no lograron convencer a su público más fiel. La fanciulla del West (1910), La rondine (1917) e Il trittico (1918) estaban distanciadas del sentimental Puccini que admiraban.
El estreno de Turandot (1926) logró revertir esta situación, principalmente por ser la última manifestación del ingenio del compositor ya fallecido. En noviembre de 1924, fue diagnosticado con un cáncer de garganta, lo que le obligó a trasladarse a Bruselas para ser operado. Lamentablemente, falleció el 29 de noviembre, solo días después de la intervención, dejando incompleta Turandot. Su muerte conmocionó al mundo, y fue anunciada en el Parlamento italiano por Benito Mussolini. Su funeral se celebró con honores en Bruselas y Milán, donde se le dio un tratamiento similar al de un miembro de la realeza. Turandot fue completada por el compositor Franco Alfano, basándose en los manuscritos dejados por Puccini. Durante el estreno de dicha ópera en Milán, el director de orquesta Arturo Toscanini interrumpió la función para señalar el momento exacto en que Puccini dejó de componer, pronunciando las memorables palabras: "Aquí finaliza la ópera, porque en este punto murió el Maestro".
Segundo acto: más allá
La vida de Puccini fue tan apasionada como sus óperas. Además de su genio musical se destacó por sus aficiones, especialmente el tabaco, la caza, los automóviles, las lanchas motoras y las mujeres. El cigarro se convirtió en un símbolo de su estilo de vida. Numerosas son las fotografías que lo retratan con un cigarro en la mano. La caza fue otra de sus pasiones, una actividad que le brindaba respiro y tranquilidad en las montañas de su Toscana natal. A medida que avanzaba el siglo XX, Puccini comenzó a interesarse por los automóviles, y adquirió varios modelos de lujo, incluidos algunos como el De Dion-Bouton y el Isotta Fraschini. Además, es considerado el creador del primer todoterreno.
En 1919, Puccini encargó a su amigo Vincenzo Lancia el diseño de un vehículo que le permitiera ir de caza y organizar excursiones con amigos y familiares. Sin embargo, su pasión por los automóviles casi le cuesta la vida en 1903. Durante la composición de Madama Butterfly, sufrió un grave accidente automovilístico que lo dejó gravemente herido, con una fractura en la pierna y atrapado debajo del coche. Afortunadamente, sobrevivió, pero el accidente dejó secuelas físicas que le acompañaron el resto de su vida. Puccini también desarrolló una profunda conexión con el Lago de Massaciuccoli, cerca de su residencia en Torre del Lago, donde encontraba inspiración para sus composiciones. Adquirió varias lanchas motoras, siendo la primera bautizada Mimi I, en homenaje a la heroína de su ópera La bohème.
En cuanto a su vida amorosa, Puccini fue conocido por sus intensas y complicadas relaciones sentimentales. Su compañera de vida fue Elvira Bonturi. Su romance comenzó cuando ella aún estaba casada con el farmacéutico Narciso Gemignani, con el que tenía dos hijos. Tras quedar Elvira embarazada tuvieron que huir juntos a Monza, donde nació su único hijo en común: Antonio. Finalmente, pudieron casarse en 1904, tras la muerte del esposo de Elvira, y legitimar a su hijo.
Su relación estuvo marcada por tensiones y celos. Uno de los episodios más escandalosos fue el suicidio de la criada de la familia, a quien Elvira acusó de tener un romance con Puccini. La joven de 23 años, que resultó ser virgen, se suicidó, y Elvira fue condenada por difamación a cinco meses de prisión, que no llegó a cumplir tras pagar una indemnización.
Puccini tuvo muchas amigas y confidentes a lo largo de su vida. Una de las mujeres que más influyó en él fue la aristócrata británica Sybil Seligman, quien se convirtió en su gran apoyo en los años finales de su vida, además de ejercer de consejera en la elección de las novelas que luego adaptaría operísticamente. Sin duda, detrás de sus grandiosas óperas, hubo un hombre que vivía intensamente cada aspecto de su vida.
Tercer acto: Puccini y España
La relación de Puccini con España fue cercana, tanto por su visita a Madrid en 1892 como por el éxito de sus óperas en el país. Además, el compositor mostró un notable interés por la literatura española, particularmente por autores como Quevedo y los hermanos Joaquín y Serafín Álvarez Quintero.
La carrera de Puccini en España comenzó con el estreno de Edgar en el Teatro Real de Madrid el 19 de marzo de 1892. El músico, de 33 años, viajó a la capital española para supervisar los ensayos y el estreno de su obra, siendo Madrid su primer destino internacional. Se hospedó en el número 7 de la calle Ferraz, donde hay una placa conmemorativa. Puccini permaneció en Madrid solo un mes. El compositor italiano se sintió aislado y tuvo dificultades con el idioma, lo que lo llevó a describir Madrid como una ciudad "odiosa" en una de las cartas enviadas a Elvira.
A pesar de sus problemas personales, Edgar fue un éxito. A partir de entonces su popularidad en España creció rápidamente, especialmente con los estrenos de La bohème, Tosca y Madama Butterfly. Su influencia en la música española fue considerable, siendo parodiado en obras como La Golfemia (1900) y La Fosca (1904) de Salvador María Granés, y sus procedimientos compositivos estudiados por músicos de renombre como Manuel de Falla. Aunque Puccini fue admirado por muchos, también tuvo detractores, que lo acusaron de imitar al compositor alemán Richard Wagner, y de plagiar la música de la zarzuela Curro Vargas (1898) de Chapí en La bohème.
El estreno de Turandot en Italia también fue un hito en la relación de Puccini con España, gracias a la participación del tenor español Miguel Fleta, quien interpretó el papel de Calaf. A lo largo de los años, otros cantantes españoles como Ramón Blanchart, Lucrecia Bori, Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé y Plácido Domingo no solo han llevado la música de Puccini a escenarios internacionales, sino que también han jugado un papel crucial en la difusión y popularización de su repertorio.
Puccini, además, mostró un interés por la literatura española, particularmente por los hermanos Álvarez Quintero, y llegó a considerar la posibilidad de adaptar operísticamente su novela El genio alegre (1906). Aunque abandonó el proyecto al considerar que un músico español sería más adecuado para plasmar en la partitura la España andaluza que requería la obra de los Quintero. Es indiscutible que Puccini y sus obras tuvieron una presencia significativa en nuestro país; de la misma manera que España jugó un papel relevante en la vida y carrera artística del compositor.
Controversia y críticas para el afamado compositor
Ahora parece extraño cuando las óperas de Puccini tienen éxito y renombre, pero en su época generaron bastante controversia. "Solo dos de sus obras fueron bien acogidas por la crítica. Se trata de Manon Lescaut, la obra que le dio la fama en 1893, y Gianni Schicchi, una ópera cómica de 1918", señala Alexandra Wilson, musicóloga, historiadora cultural y autora de El problema Puccini: Opera, nacionalismo y modernidad, que ha sido traducido a español para conmemorar el aniversario de la muerte del compositor.
De hecho, su obra más popular, La bohème, "siempre fue criticada por su estructura episódica y una partitura demasiado continua, además de una falta de alineación con las innovaciones de Wagner. Por otro lado, Tosca causó gran revuelo entre el público por su tono melodramático y un lenguaje musical demasiado brutal. Aunque fue Madama Butterfly la que casi termina en motín y tuvo que ser reescrita", explica Wilson.
En 1910, Puccini empezó a experimentar y "aunque la obra póstuma Turandot fue aclamada, la realidad es que muchos oyentes encontraron aquella música como demasiado vanguardista", comenta Wilson. Esto llevó, según la musicóloga a que muchos críticos acusaran al compositor de ser demasiado internacional, mientras que otros lo tachaban de sentimental y femenino. Así, para algunos sus obras eran demasiado modernas y para otros no lo suficiente. Sea como fuere, las óperas de Puccini siguen siendo representadas en los teatros italianos, y de todo el mundo.
Cada verano se lleva a cabo un festival en la pequeña ciudad toscana de Torre del Lago, dedicado especialmente a las obras de Puccini. "La música de Puccini es apasionada, melodiosa y sigue emocionando a la gente. Incluso las personas que creen no saber de ópera, probablemente, reconocerían la melodía del compositor, porque muchas han entrado en la cultura popular. Sus óperas también tienen una cierta intemporalidad, una modernidad en términos de sus ambientaciones y temas dramáticos, por lo que nunca pasa de moda", concluye. Wilson, además, es autora de otros libros como La bohemia de Puccini o Puccini en Contexto.