Europa

La seguridad en el Jubileo pone a prueba el Gobierno de Renzi y la imagen de Roma

    La Plaza de San Pedro, en el Vaticano. <i>Imagen</i>: Reuters

    Giovanni Vegezzi

    El Jubileo extraordinario de la Misericordia que empezará en Roma el 8 de diciembre es una idea del Papa Francisco, pero quien se la juega con el éxito del acontecimiento es Matteo Renzi. Antes de que los atentados de París dispararan las alarmas de las fuerzas de seguridad italianas hasta el nivel de máxima alerta, el primer ministro transalpino había decidido gestionar en primera persona el Jubileo, que promete hacer llegar a la capital (italiana y vaticana) 30 millones de peregrinos, como ocasión para relanzar la imagen de la ciudad, manchada por los escándalos y la incuria.

    Renzi acaba de ganar un pulso con el alcalde de Roma, Ignazio Marino, obligándole a dimitir. Marino, a pesar de militar en el mismo partido de Renzi, se había distinguido por su autonomía frente a los rituales de la política romana, hasta ganarse el apodo de "marciano". Junto a su independencia, sin embargo, el alcalde ha dado muestra de cierta superficialidad.

    Anteriormente fue cogido por sorpresa por un enorme escándalo, conocido como Mafia capitale, que salpicó su misma Junta de Gobierno. Después no ha sabido dar explicaciones sobre unos gastos personales pagados con la tarjeta del ayuntamiento y no ha tenido más remedio que dimitir.

    Tras la marcha de Marino Renzi no ha querido convocar elecciones municipales anticipadas : el primer ministro ha preferido nombrar un comisario, al antiguo delegado de Gobierno en Milán, Francesco Paolo Tronca, que gestionará la ciudad - y el Jubileo - hasta la primavera, bajo el estricto control de la Presidencia de Gobierno.

    "Roma necesita un equipo de ensueño. Personas de primer nivel en todos los ámbitos, de la cultura al deporte, de los transportes a la educación" ha explicado Renzi a la prensa transalpina, subrayando que su objetivo es repetir "el milagro de la Expo" (la exposición sobre alimentación que acaba de concluirse en Milán), como ejemplo de una "Italia que hace las cosas bien".

    La determinación de Renzi a comprometerse en primera persona es evidente: "Antes que todo vienen los autobuses, el aeropuerto, las escuelas, los jardines, el alumbrado, la limpieza de la ciudad. He sido alcalde, esto es lo que pide la gente" ha explicado el mandatario, añadiendo: "No tengo la obsesión de salir airoso para ganar las elecciones: estoy obsesionado con relanzar la imagen de Roma". Sin embargo, tras los atentados de París, la cita del Jubileo ha dejado de ser una ocasión de visibilidad para convertirse en un potencial peligro.

    En una nota informativa al Congreso el ministro del Interior, Angelino Alfano, ha explicado: "El nivel de preocupación ante la amenaza terrorista crece con el Jubileo. El Pontífice, el Vaticano, Roma y otros símbolos de la Cristiandad ya han sido el centro de declaraciones amenazadoras de quienes llaman a la destrucción y al odio, como las de septiembre de 2014 y también el pasado mes de enero fueron pronunciadas por el portavoz del ISIS, Mohammad Al Adnani".

    Más gasto en vigilancia

    Renzi había destinado 200 millones de euros para relanzar la imagen de Roma durante el Jubileo, pero ahora tendrá que hacer un esfuerzo presupuestario adicional para aumentar las medidas de seguridad. En estos momentos, 700 militares se han añadido a los 1.296 ya comprometidos en la vigilancia de objetivos sensibles.

    En la capital italiana son operativos casi 25.000 entre policías, carabinieris y policía tributaria, pero después de los atentados de París, el nivel de alarma subió a "riesgo elevado". Por esto ha aumentado la vigilancia en las estaciones, en los puertos y aeropuertos y se han alertado a los cuerpos especiales de las fuerzas de policía y militares, mientras se han creado task force especiales listos para intervenir en caso de condiciones críticas.