Europa

Análisis: Invierno ucraniano

    Cargas policiales durante las protestas en Kiev.


    Líderes de la oposición moderada en Ucrania esperaban recurrir a la negociación. Las protestas comenzaron en octubre cuando el presidente Viktor Yanukóvich decidió no firmar el acuerdo de asociación con la UE. Con sus nuevas leyes represivas contra el derecho de manifestación y la brutalidad policial, Yanukóvich ha apostado por la confrontación.

    El movimiento protesta se ha dividido. Los más radicales acusan a líderes como el excampeón mundial de boxeo, Vitali Klitschko, de aplicar una estrategia inadecuada, llamando a intensificar la violencia.

    Los enfrentamientos en Ucrania se han cobrado sus primeras víctimas. Rusia y la UE deben reaccionar. Un reciente sondeo reveló que el 45 por ciento de los ucranianos prefería acercarse a la UE, frente al 14 por ciento favorable a la fórmula de una Unión Aduanera con Moscú. Existen dos Ucranias, que se debaten entre el Este y el Oeste, Moscú y Bruselas, y buscan su identidad postsoviética como país independiente.

    Ucrania, dependiente energética y comercialmente respecto de Rusia, anhela integrarse en Europa. No ha logrado todavía superar los desajustes surgidos al desconectarse de la economía centralizada implantada durante décadas y sometido a la estricta planificación soviética. Con frecuencia políticos y personajes ucranianos actúan como equilibristas entre la UE y Rusia para obtener concesiones de uno y otro lado enfrentándolos entre sí.

    Los ucranianos, perdedores en el regateo

    El perdedor de este regateo: el pueblo ucraniano que reacciona con un malestar generalizado. La revuelta se extiende por todo el país.

    Probablemente Yanukóvich pierda las elecciones de 2015 o se vea forzado con anterioridad a dejar el puesto. No obstante para conjurar el peligro de una guerra civil ya no basta tratar de ganar tiempo hasta la elección presidencial de primavera de 2015.

    En contra de Yanukóvich se alinean al menos tres dirigentes de la oposición: Klitschko (líder de facto de las protestas antigubernamentales), Oleh Tiahnybok (ultranacionalista) y Arseny Yatsenvuk (ex presidente del Parlamento), todos favorables a la integración europea y participando activamente en el apoyo y la organización de las protestas. Sin embargo, el recelo y la desconfianza entre estos tres líderes es casi tan grande como su odio a Yanukóvich.

    Para conseguir la calma el Gobierno se comprometió a liberar a los detenidos por vandalismo, reformar el Ejecutivo e introducir cambios en el polémico paquete de leyes que restringen el derecho de reunión y endurecen las penas por manifestaciones ilegales. Medidas ya insuficientes.

    Las urgentes llamadas a la calma y a mantener una tregua se enfrentan a la decepción general. La violencia al igual que el invierno ucraniano se recrudece. Los desórdenes amenazan con desbordar definitivamente el Euromaidan y ocupar las sedes de Gobierno y Parlamento.

    Es necesario superar esta estéril fase de acusaciones recíprocas y disturbios. ¿Cómo? Rusia y la UE deben negociar. No es fácil; los intereses en juego son complejos. La UE carece de objetivos claros respecto a Ucrania. Rusia no admite ningún tipo de concesiones en política exterior. Pero es el único camino y la deriva ucraniana no interesa ni a Rusia ni a Occidente.