Europa

Italia en venta: los grupos extranjeros se hacen con el patrimonio nacional

    Silvio Berlusconi. <i>Imagen de archivo</i>


    La patata caliente de la venta de Telecom a los españoles de Telefonica ha sorprendido al primer ministro Enrico Letta, en el medio de una crisis de Gobierno. Así que, a pesar de la voluntad del Ejecutivo italiano de intervenir para mantener en manos transalpinas el control de la red telefónica, el vaivén de las amenazas de Berlusconi ha relegado la cuestión a segundo plano.

    Sin embargo, Telecom no es el único problema de Letta que ahora, tras superar el atolladero de la crisis política, tiene que atar los cabos de su política económica: Italia ha puesto el cartel de "se vende" también sobre su compañía de bandera Alitalia, destinada a pasar bajo control de AirFrance para evitar la quiebra, y varias empresas participadas por el gigante de la defensa Finmeccanica, que debilitado por los escándalos, se está cayendo en pedazos.

    A esto hay que añadir las tantas operaciones que en los últimos años han visto inversores foráneos comprarse marcas claves del made in Italy (las últimas adquisiciones han involucrado a Loro Piana en la moda y Riso Scotti en el sector alimentario). Un cuadro muy desolador para la industria italiana que demuestra la falta de política industrial por parte de los últimos Ejecutivos, empezando por los gabinetes de gran coalición que, antes con Monti y ahora con Letta, gobiernan el país desde finales de 2011.

    Independencia de los grandes grupos

    En Italia la independencia de los grandes grupos "estratégicos" estaba asegurada por un conjunto de bancos y entidades financieras, conocidos en Milán como el salotto buono; se trata de la flor y la nata del capitalismo italiano, que a través de un sistema de participaciones cruzadas, centrado en el banco de negocios Mediobanca, apuntalaba las diferentes empresas asegurando continuidad de gestión.

    Hoy en día, sin embargo, con la crisis que aprieta los balances y las normas de Basilea III que penalizan las inversiones en minoría de los bancos, ese sistema se está desmoronando: grandes grupos financieros como Generali e Intesa Sanpaolo (respectivamente la principal aseguradora y el principal banco transalpino) han empezado a vender sus participaciones, mientras Mediobanca ha decidido centrarse en su actividad de banco de negocios.

    Es el fin de un sistema económico que en Italia se define como "capitalismo de relación", por los estrechos vínculos entre empresas y bancos.

    Amenaza de Berlusconi

    El problema, frente a la crisis política amenazada la semana pasada por Berlusconi, ha pasado a un segundo plano. Y ahora el único actor que la política transalpina invoca para "salvar" las empresas nacionales de las manos extranjeras es Cassa Depositi e Prestiti (CDP), la caja postal que, en lo últimos años, se ha convertido en el brazo armado del Estado en la Economía: CDP, a través de su "fondo estratégico", ya ha garantizado el control de la red del gas Snam y podría estar dispuesta a hacerse cargo de la red telefónica, en el caso de que Telecom decidiera desincorporarla. Berlusconi ve "indigna" la propuesta de expulsión del Senado

    Mientras tanto el Gobierno reunirá hoy algunos acreedores de Alitalia con el objetivo de encontrar un grupo público (como la aseguradora para las exportaciones Sace) o un privado vinculado al sector publico (como el fondo infraestructural F2i participado por CDP) que subscriba parte del aumento de capital de la compañía.

    El riesgo es que la CDP, que gracias a los ahorros postales de los italianos no tiene problemas de liquidez, se transforme en una nueva IRI, el antiguo holding de participaciones públicas (equivalente del INI español) protagonista de las nacionalizaciones a lo largo de la historia transalpina. Toda una paradoja, justo cuando el Ejecutivo de Letta está volviendo a estudiar una nueva temporada de privatizaciones para aliviar el fardo de la crisis.