El jubilador lo ha conseguido y ahora mira al sillón de Enrico Letta. Matteo Renzi, alcalde de Florencia, es el nuevo secretario del Partido Demócrata (PD), principal formación política del centroizquierda italiano. Ayer más de un millón de militantes coronaron con su voto en las elecciones primarias del PD, la carrera del joven líder (tiene 38 años en un país donde los políticos nunca se retiran) cuyo objetivo es pasar por el tamiz la coalición progresista italiana, llevando a la jubilación a los actuales dirigentes."Me fascina la idea de poder hacer en el PD lo que Tony Blair hizo en 1994 con el Nuevo Laborismo", declaró Renzi a la hora de explicar a la prensa italiana su decisión de volver a concurrir en las elecciones primarias. El alcalde de Florencia ya había intentado hacerse con el liderazgo del centroizquierda el año pasado, pero fue superado por el postcomunista y antiguo ministro de Industria Pierluigi Bersani. Sin embargo la victoria a medias de Bersani en las elecciones generales del pasado febrero (un resultado que ha obligado el PD a formar de un Gobierno de amplia coalición con el centroderecha) ha relanzado a Renzi y su renovación al estilo Nuevo Laborismo. El paralelo con Blair resulta evidente también en el programa del nuevo secretario, cuya propuestas económicas (elaboradas con un gestor de fondos de alto riesgo, Davide Serra) son muy liberales con respeto a la línea tradicional de la izquierda transalpina. Es más, Renzi quiere representar la primera generación de políticos "demócratas" sin vínculos con las familias políticas que se fusionaron en 2007 tras al nacimiento del PD: los democristianos progresistas y los postcomunistas moderados. Criterios sobre tres temas Mientras tanto el nuevo líder tiene que convivir con el actual presidente de Gobierno, su compañero de partido Enrico Letta, que no piensa dejar el sillón hasta el término del semestre italiano de presidencia europea, es decir en diciembre de 2014. El nuevo secretario del PD ha accedido a garantizar un periodo de tranquilidad a Letta para relanzar el crecimiento, pero ha pedido un criterio claro sobre tres temas: reformas, trabajo y Europa. "De otra manera el Gobierno está acabado", ha amenazado a la espera de la prueba de fuego definitiva para el Ejecutivo, prevista para el próximo miércoles, cuando el primer ministro se presentará en el Parlamento para someterse a un voto de confianza. Se trata de un voto pedido por el presidente de la República Giorgio Napolitano, tras la salida de Berlusconi de la mayoría, que sin embargo Letta ha querido posponer hasta el nombramiento definitivo de Renzi. Pero, a pesar del tira y afloja con Letta, el miedo del nuevo líder progresista es que un año de apoyo al Ejecutivo de amplia coalición debilite su popularidad y ofusque la imagen de renovación que pretende transmitir a los electores. La posibilidad de ir a elecciones anticipadas parece, de hecho remota, después de que el Constitucional transalpino enmendara la semana pasada la actual ley electoral (conocida como ley cocinada, por su mal funcionamiento) transformándola en un sistema proporcional; una norma de este tipo con tres coaliciones al mismo nivel de consensos (centroizquierda, centroderecha y movimiento antipartidos del cómico Beppe Grillo) volvería a entregar Italia a la ingobernabilidad. Mientras tanto, a la espera de que el Parlamento encuentre un acuerdo sobre una nueva ley electoral, Renzi tendrá que guardarse de Silvio Berlusconi: Il Cavaliere, tras la refundación de su partido, Forza Italia, ha pasado a la oposición del Gobierno y está subiendo en los sondeos. Las últimas encuestas dan a su partido cerca del 20 por ciento, el mismo nivel que tenía antes de la separacion con los tránsfugas liderados por su antiguo delfín Angelino Alfano; un dato muy cercano a los consensos del PD. Tonos populistas Y es que Berlusconi en 20 años de política siempre ha demostrado ser un maestro en campaña electoral y ahora, incluso fuera de la mayoría que apoya el Gobierno, sigue condicionando el Ejecutivo: de hecho, los tonos populistas de Il Cavaliere están llevando a todos los partidos de la amplia mayoría a desmarcarse del Gobierno, pidiendo menos austeridad y medidas más eficaces para relanzar la economía. En esta situación incluso el antiguo tecnócrata Mario Monti ha decidido lanzar su ultimátum a Letta, amenazando de quitarle el apoyo si no se realizan la reformas. Un caos en el que Renzi, como líder del principal partido de Gobierno, será el nuevo fiel de la balanza. Tendrá que empezar a actuar ahora como secretario de partido: lo suficientemente responsable como para acreditarse a sucesor de Letta, pero también lo bastante innovador como para ganarse la confianza de los muchos italianos que no se conforman con la actual clase política.