Eurocopa 2016
Cristiano Ronaldo y la razón de su penalti frustrado: entre la gloria y la superstición
Cristiano Ronaldo se convirtió, para su desgracia, en la cara amarga de la semifinal que su equipo, Portugal, jugó contra España este miércoles en Donetsk. Desolado, en el círculo central, el ariete miraba al cielo atónito sin comprender qué había pasado. Su gesto se hizo amargo hasta el dolor cuando Cesc Fábregas marcó el penalti definitivo que metió a España en la final y privó al de Madeira del suyo. Cristiano se quedó sin su momento de gloria. No hubo lanzamiento desde los once metros. No hubo foto para el recuerdo ni tampoco destello para acercarle al Balón de Oro.
"¡Qué injusticia! ¡Qué injusticia!", repetía desde su destierro emocional, aislado de lo que sucedía alrededor. Las cámaras se centraron en su gesto y sus labios dibujaron palabras de desesperación que todo el mundo pudo leer en su país y en el que hace tres temporadas le adoptó como estrella del Real Madrid.
La paradoja amarga de su propia decisión le había apartado de la senda de la gloria. Él y solo él fue quien quiso ser el quinto lanzador de la 'Selecçao' en contra de todo pronóstico y de los cánones del fútbol. Una norma no escrita dice que los especialistas como Cristiano deben ser los primeros en lanzar, precisamente para evitar casos como el de ayer.
De hecho, Ronaldo ya había seguido esta pauta hace muy poco tiempo. Dos meses, para ser más exacto. El 25 de abril él fue el primero en encaminarse hacia el punto de penalti cuando, ante el Bayern de Múnich, el Real Madrid se jugó el pase a la final. Aquella vez CR7 falló para su desgracia y desesperación. Ayer, ante los nuestros, por un asunto de superstición, buscó hacer todo lo contrario a aquella noche, la última en la que, según su propio relato, había llorado en su vida.
El plan de la foto hacia el Olimpo
Siendo esto cierto (sus compañeros confirmaron en zona mixta la versión de los hechos), hubo algo más: la búsqueda del Olimpo de los dioses terrenales. Cristiano quería quedar ya para siempre en la Historia como el hombre que, por primera vez, eliminaría a la mejor Selección Española.
Su plan era arriesgado, pero sencillo: si le tocaba lanzar el penalti definitivo, sería él quien batiría a Casillas. Así, escalaría un peldaño más en su trayectoria como héroe nacional luso y, de paso, firmaría la imagen con la que impresionar al jurado que vota el Balón de Oro.
Sin embargo, la ambición le jugó una mala pasada. Los fallos de Moutinho y Bruno Alves hicieron que Cesc protagonizara, una vez más, como hace cuatro años, ésa imagen que CR7 perseguía con ansiedad.
Para colmo de sus desgracias, él se quedó con la otra cara de la moneda, con la foto de una derrota que, en su caso, es algo más que eso, es, casi, casi, el adiós al Balón de Oro que tanto sueña y que, hoy en día, parece más alejado que nunca.