Canal Guia Repsol

Naturaleza en rojo cereza por el corazón del Jerte

    Cerezos en flor en el Valle del Jerte. <i>Europa Press</i>


    Aún tímida de soles, la primavera se abre camino en los estertores de marzo. La estación de la vida vuelve a ser un año más la llamada a la naturaleza en flor que brota de los ya universales cerezos del Valle del Jerte en Extremadura. Un paraíso de flores blancas y frutos rojos que abre su manto al visitante ansioso por conocer un lugar único.

    Para este viajero, Guía Repsol ofrece una detallada ruta en la que no se deja atrás ninguno de los rincones de esta arcadia natural emanada de la cabeza de Extremadura. Un camino que comienza en Plasencia, paladar de historias y capital del Jerte cuyo nombre se traduce por 'Ciudad del placer'. Tras sus piedras de once siglos se esconde capa sobre capa el barniz de la historia a cuenta de sus sucesivos pobladores: celtas, romanos, árabes y reyes castellanos. Una mezcolanza de fuerte caracteres que desembocó en Alfonso VIII fundando una ciudad única como línea de defensa.

    Plasencia tiene dos catedrales: la Vieja, que nunca se terminó de construir, y la Nueva, ésta del siglo XV, que es sin duda, la más espectacular de toda la región. A su alrededor se asentaron los judíos, pero apenas quedan restos del barrio de la judería. Junto a la catedral se celebra, desde hace ocho siglos, el Martes Mayor, un mercado al que acudían antaño los hortelanos de la zona.

    Rebosadas la sed de historia y la reminiscencia medieval, el viajero deberá continuar sus pasos hacia la tradición más profunda, hacia esos pueblos de fachadas irregulares de blanca cal y maderas como sujeción.

    El primer hito será Casas del Castañar y sus viviendas con grandes terrazas para que el sol seque las hortalizas. Un aperitivo viajero antes de desembocar en Cabrero y posteriormente en Valdastillas, donde los muros de adobe rojizo y piedra recogen sus estrechísimas calles.

    Si se hace el viaje en enero, por la misma carretera local, se puede asistir, los días 19 y 20, a la curiosa festividad del Jarramplas, en Piornal. Este popular personaje que cada año atrae a multitudes, con máscara, cuernos y adornado con cintas de colores, se somete a las burlas de todos los vecinos. La gente lo ataca con nabos y la batalla dura dos días.

    Desde Piornal se accede a Navaconcejo por la carretera antes mencionada y por la N-110. Son interesantes sus construcciones serranas de madera y La Fábrica, ahora Casa de la Cultura en un edificio del siglo XVII, que era una antigua factoría de sayales y de telas recias de paño, trabajo que durante un tiempo realizaron allí los frailes franciscanos.

    Recorrido el corazón humano de la comarca, aún queda el paso obligado a la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, un escondite natural con mil saltos y cascadas y un Centro de Interpretación de la Naturaleza que es el punto de partida de la ruta que recorre el curso del Jerte y de otra más espectacular,

    si cabe, la de los Pilones, un lugar donde la erosión del agua ha creado en las rocas marmitas redondas gigantes.

    La Garganta está en el municipio de Jerte, población que toma el nombre del río, adornada de colores por doquier toda la primavera con los cerezos en flor, verdaderos protagonistas del viaje. De sus ramas brota el fruto que da color a esta ruta inigualable: unas picotas que maduran en unas condiciones privilegiadas de agua, luz y tierra. Un fruto amparado por la calidad y el sello de la Denominación de Origen, aval de las variedades: Navalinda (con pedúnculo) y el grupo de las picotas que engloba las siguientes cuatro variedades: Ambrunés, Pico negro, Pico limón negro y Pico colorado. Una selección que a nadie deja indiferente y que se somete al criterio del visitante cuando firma el epílogo de su ruta en el Museo de la Cereza sito en Cabezuela del Jerte.