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El Pastel de Los Santos, un manjar en tiempos de Cuaresma



    Masa escaldada rellena de huevo duro, longaniza, lomo en adobo, chorizo y carne de costilla de cerdo, son los ingredientes de la receta de uno de los pasteles más tradicionales de esta época del año. Según la tradición, hay que decorar el pastel con la inicial del apellido de la familia que va a comerlo, antes de cocerlo para que se dore en un gran horno de leña comunal.

    Las comarcas zaragozanas de los Campos de Borja y de Tarazona conservan una ruta por los sabores sencillos del universo agrícola y son especialistas en la elaboración de este pastel castellano.

      

    El Campo de Borja se extiende desde la orilla del río Ebro hasta los pies de la Dehesa del Moncayo y es territorio vecino del Campo de Tarazona, con el que comparte dos elementos comunes: la presencia del Moncayo y el aliento frío y seco del cierzo. Abundan los viñedos con denominación de origen que goza de creciente prestigio, así como campos de frutales y olivos que producen un riquísimo aceite. Aquí son famosas las longanizas, base del popular pastel de los santos.

    La ruta comienza en Fréscano en cuyo centro se levanta el palacio de los Duques de Villahermosa y la iglesia parroquial del Pilar, aunque su joya patrimonial es la ermita de Nuestra Señora de la Huerta, con unas pinturas góticas únicas en Aragón. Por su parte, en Magallón, la villa de al lado, el barrio de la Morería conduce hasta los restos de la iglesia mudéjar de Nuestra Señora de Huerta, reconvertida hoy en auditorio. A un paso está el ayuntamiento, un restaurado palacio de estilo aragonés. Magallón cuenta, además, con un monumento en homenaje al lingüista aragonés Fernando Lázaro Carreter, cuyas cenizas reposan en la villa.

    Tabuenca se sitúa en la sierra de la Nava Alta, su       

    principal atractivo es el Cabezo de las Bodegas, un singular conjunto de bodegas subterráneas que goza de la calificación de bien cultural de Aragón, y la torre mudéjar de la iglesia de San Juan Bautista. Desde aquí y hasta la ermita de San Miguel parte la procesión que lleva en andas la imagen de la Virgen de Rodanas el tercer domingo de Cuaresma y donde es tradición degustar el contundente pastel de los santos: cada familia del pueblo prepara el suyo y lo decora con la inicial de su apellido antes de cocerlo en un gran horno de leña comunal. Por la A-1301 se llega hasta Borja, capital de la comarca, a cuyo casco antiguo con pasado morisco y judío, se accede por la Puerta de Zaragoza: punto de partida de los recorridos guiados. Al lado se encuentra la plaza del ayuntamiento y el ascenso hacia el barrio del Cinto y el cerro donde se levantaba la antigua ciudadela y Zuda islámica.

    Por último, las entrañas del Parque Natural del Moncayo también son de visita obligada. Bulbuente, y Vera de Moncayo son las dos primeras etapas. Su iglesia de la Natividad guarda el retablo de San Bernardo, una de las obras cumbres del renacimiento aragonés. A 1 kilómetro de Vera está situado el Monasterio de Veruela: fundado en 1146, conserva un recinto amurallado y 11 cubos donde se alojaron los hermanos Bécquer. Un bello ejemplo que, a buen seguro, fue el paisaje idóneo para que Gustavo Adolfo Bécquer compusiera sus Rimas y Leyendas.