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El PIB de Colombia resiste y prosigue su avance en medio de la tormenta perfecta

    Bogotá. <i>Foto: Dreamstime</i>.

    Francisco Rodríguez

    Cualquier persona que desprevenidamente ponga hoy sus ojos en la situación de Colombia se va a encontrar con una creciente polarización política; un descontento social al alza atizado por la violencia contra líderes de este sector; el aumento de cultivos ilícitos de la mano con el narcotráfico; factores de inseguridad que agobian a las grandes ciudades; incertidumbre por el futuro de los acuerdos que el Gobierno anterior con la guerrilla de las FARC, a lo que se suma la permanente zozobra por la crisis de Venezuela, que le pega fuerte y directo a la economía y al desarrollo social por el lado colombiano.

    Pero, en medio de esta tormenta perfecta, los indicadores fundamentales de la economía colombiana en relación con el crecimiento del PIB se mueven a sus anchas sin prestarle mayor atención a los factores mencionados y hacia arriba. Algo que acaba de corroborar el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) al pronosticar un crecimiento de 3,6% este y el próximo año, un indicador que de alguna manera le da un respiro al Gobierno del presidente Iván Duque, próximo a cumplir su primer año de mandato.

    Por otro lado, la inflación en Colombia se ubica en 3,25%, según el último dato disponible, manteniendo ya una tendencia estable dentro del rango meta que fija por obligación constitucional el Banco de la República (Central) y que es entre 2 y 4 por ciento. Ese indicador se mueve entre variables del mercado de oferta y demanda, así como la incidencia por presencia o falta de lluvias, en lo que a los precios de alimentos básicos se refiere.

    En lo referente a la tasa de cambio, los datos para esta época del año ya muestran una devaluación del peso con respecto al dólar de 3,28%, reafirmándose la tendencia que ubica a la moneda colombiana entre las que más pierden valor en el contexto latinoamericano. La cotización del dólar en el mercado colombiano se ha movido este año en promedios entre los 3.100 y 3.300 pesos.

    Y en medio de estos vientos de crecimiento económico y devaluación en alza, las exportaciones colombianas durante lo que va del año muestran señales de desaceleración al registrar caída de 1% en los primeros tres meses y un valor nominal de 8.536 millones de euros entre enero y marzo, según se ha reportado oficialmente.

    Los fundamentales de la economía colombiana cierran el círculo con datos de un desempleo en alza por tres meses consecutivos al comienzo de 2019, acumulando una tasa promedio de 11,8%, es decir, 2,4 puntos por encima del 9,4% observado al cierre de 2018, algo que, para gusto del propio Gobierno y los analistas, no es nada alentador.

    Hacia la economía naranja

    Pero ¿hacia dónde apunta la brújula del nuevo desarrollo económico en Colombia? Tras ya más de tres décadas de discusiones políticas, económicas y académicas sobre un supuesto ajuste estructural de la economía colombiana que nunca llegó, pareciera que al país le llegó el momento de pensar en alternativas, incluso hasta disruptivas, para buscar nuevas fuentes que le aporten al crecimiento del PIB.

    No en vano, el presidente Iván Duque fundamentó su campaña en el desarrollo de lo que denominó la economía naranja, que a partir de acciones concretas enfocadas en la creatividad y la reformulación de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

    Producto de ello, por ejemplo, en Medellín, capital industrial y pujante del país que fue tristemente célebre por las acciones del capo del narcotráfico Pablo Escobar, hoy florece el Centro Afiliado al Foro Económico Mundial para la Cuarta Revolución Industrial, primero de su género en Hispanoamérica e iniciativa que se anunció en febrero de este año con una acelerada materialización.

    A esto se suma una iniciativa que busca consolidar alianzas estratégicas y convenios de cooperación con los gigantes multinacionales de la tecnología, como, Apple, Cisco, 500 Startups, Microsoft, Google y Amazon, que se verán reflejados en programas que adelanta el Servicio Nacional de Aprendizaje, una emblemática institución pública de formación para el trabajo, además de un proceso de desarrollo de nuevos emprendimientos a través del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, con iNNpulsa Colombia, un centro de dinamización del emprendimiento.

    Asimismo, con el Ministerio de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones, se fortalecerán intercambios de conocimiento para el programa apps.com, e iniciativas de cooperación y acompañamiento para los centros Sacúdete del país.

    "Nosotros queremos poner a Colombia en el camino hacia una sociedad digital", afirmaba el presidente Duque, al subrayar que aspira a que el país sea un líder de la Cuarta Revolución Industrial en América Latina.

    Ese objetivo va de la mano con medidas que ya están en marcha, como la exención de impuestos aprobada para los primeros siete años de labores de las empresas y emprendimientos tecnológicos que generen un mínimo de empleos. Esta es una forma de apoyar a start-ups en nuevas tecnologías y servicios.

    Mejorar la competitividad

    Obviamente, armar el rompecabezas de la economía colombiana no es tan sencillo como acudir simplemente a nuevas fórmulas, como la de la economía naranja.

    La solución de fondo pasa por la concreción de grandes desafíos, como la modernización vial y de infraestructura de puertos y aeropuertos, donde en muchos casos se interviene más en las fachadas que en lo de fondo. Además, se requiere un fuerte ajuste en las políticas de impuestos y aduanas, puesto que la evasión y el contrabando caminan tan de la mano como lo hace la entidad donde se centralizan este par de responsabilidades, es decir, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN).

    A todo esto se debe sumar un gran esfuerzo en consolidación de procesos como ciencia, tecnología, algo que pudiera corregirse con la creación del ministerio para ese campo, al tiempo que urge un proceso profundo en mejora de la educación en todos sus niveles.

    Como complemento a las variables fundamentales de la economía colombiana, los analistas recomiendan también una profunda revisión tanto de políticas como de procesos en torno a la estabilidad jurídica y la confianza inversionista.

    De hecho, la legalidad figura como uno de los ejes principales de acción del actual Gobierno. En ese sentido, temas como las consultas previas para la explotación minera y su impacto ambiental, la resolución de conflictos con multinacionales establecidas en el país y la estabilidad en las reglas de juego figuran como primeras en la lista de solicitudes de los distintos agentes de la economía para que esa premisa se cumpla.

    El éxito de la variable legal dependerá de un fortalecimiento del consenso entre el Gobierno y los distintos actores políticos, pues a falta de una, hay dos tipos de oposición: una de tendencia centroizquierda, que reivindica su permanente crecimiento en votos obtenidos en las elecciones, y otra de centroderecha, inconforme con el reparto de la burocracia por parte del Ejecutivo.

    Inevitablemente, a todo ello se suma la situación sociopolítica de Vene zuela, un vecino que ha supuesto a Colombia cerca de 1,4 millones de inmigrantes, a quienes el Estado colombiano ya debe aportarles el 0,5% del PIB, en concepto de coberturas en atención de sus necesidades prioritarias.

    En síntesis, éste es el panorama lo más realista posible de la economía colombiana, que, definitivamente, se mueve y lo seguirá haciendo en medio de turbulencias propias y ajenas, pero con una sola consigna: no dejar de crecer.