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Irán celebra unas elecciones legislativas sin incógnitas



    Irán renueva este viernes su Parlamento en unas elecciones legislativas sin suspense -debido a la descalificación de un gran número de candidatos reformistas- y encaminadas a perpetuar el dominio de los conservadores en la cámara.

    La gran y única incógnita será la tasa de participación, que las autoridades querrían ver aumentar para enviar un mensaje a los "enemigos" del régimen.

    Como las elecciones de 2004, los comicios de 2008 parecen decididos por adelantado a raíz de los estragos efecutados por los órganos de poder en las filas reformistas.

    "El nuevo Parlamento será una repetición del precedente", explicó a AFP el sociólogo Hamid Reza Jalipur.

    El Consejo de Guardianes de la Constitución, dominado por los conservadores, aprobó la descalificación de más de 2.000 candidatos por motivos tan diversos como la falta de diplomas, el no respeto de los valores del islam o una supuesta falta de lealtad al régimen.

    "Con el rechazo de sus candidatos, los reformistas pueden esperar como mucho formar una minoría en el Parlamento", según Mostafá Tadjzadeh, un responsable de la principal coalición reformista.

    El bando conservador, que controla el Parlamento desde 2004 y se vio reforzado por la victoria de Mahmud Ahmadinejad en la presidencial de 2005, parte como gran favorito.

    Pero su homogeneidad se ve fragilizada por la falta de entusiasmo de muchos de sus miembros por la política económica inflacionista del presidente del país y por las ambiciones presidenciales atribuidas a ciertos de sus caciques.

    "No habrá mayoría sólida en el futuro Parlamento porque los conservadores también está divididos", considera Mohamad Marandi, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Teherán.

    La principal corriente conservadora, que incluye a los partidarios de Ahmadinejad, formó el Frente de Defensores de los Principios.

    Una corriente alternativa, con el nombre de Coalición Ampliada de Defensores de los Principios, reúne a los partidarios de dos candidatos derrotados en las últimas presidenciales, Ali Larijani, ex negociador del tema nuclear, y Mohamad Baqer Qalibaf, alcalde de Teherán.

    Para las autoridades, la prioridad será obtener una tasa de participación honorable, que legitime las pretensiones democráticas de los responsables del régimen. Las últimas legislativas atrajeron al 51% del electorado.

    Así, el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, llamó a sus compatriotas a una "participación masiva y dinámica, porque la participación en los comicios va contra la voluntad y los deseos del enemigo" estadounidense.

    El desafío es aun mayor dado que la campaña fue monótona y sin relieve, principalmente debido a su corta duración, una semana, y a la poca visibilidad de los candidatos, a los que por primera vez se prohibió utilizar carteles.

    En nombre del principio de neutralidad, la televisión y la radio estatal, en situación de monopolio de las ondas, sólo difundieron emisiones llamando a votar.

    Difícil debatir en estas condiciones sobre los temas de actualidad, como el desempleo y la galopante inflación, que oficialmente roza el 20% y en realidad sería más elevada.

    Otros temas, como las libertades públicas o la gestión del programa nuclear, forman parte de los "líneas rojas" que los candidatos saben que no deben traspasar.