Se diluye sicosis por fiebre amarilla pero ahora paraguayos persiguen monos
"Más que una epidemia esto fue una psicosis", dijo el viceministro de Salud Antonio Barrios.
Las autoridades sanitarias admiten sin embargo que unas 8 personas pudieron haber muerto por fiebre amarilla, cuatro en el departamento de San Pedro (400 km al noreste) y otras cuatro en Laurelty (San Lorenzo), en las afueras de la capital.
El fin de la sicosis dio paso sin embargo al temor del público por la presencia de monos, a los que se atribuye ser portadores de fiebre amarilla.
Primates habitantes habituales de plazas y parques son perseguidos y muertos por vecinos con piedras, hondas y hasta rifles de aire comprimido, informaron testigos a medios radiales de Asunción.
El locutor de una radio capitalina se ofreció a encabezar una cuadrilla de voluntarios para acabar con los monos en libertad que rondan los centros urbanos.
El pánico por el contagio multiplica denuncias en el vecindario de Laurelty, en las afueras de Asunción, donde además de controlarse mutuamente por la limpieza de los patios, se procede al sacrificio o secuestro de monos.
Néstor Hermosa, propietario de un mono mascota, relató al diario Crónica que funcionarios del Servicio Ambiental (SEAM) se llevaron al animal, un karayá, supuestamente para inyectarle la vacuna antiamarílica y analizar su sangre.
Más de un millón de personas fueron vacunadas contra la fiebre amarilla en las dos últimas semanas, revelaron las autoridades.
Además de los 2 millones de vacunas que llegarán a Paraguay desde Francia el fin de semana, las autoridades sanitarias aguardan partidas de otros lugares.
El ministro de Salud Oscar Martínez dijo que Paraguay solicitó 600.000 dosis a la Organización Panamericana de la Salud.
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