España

Desaparecidos con poder en España (V): Pedro de Toledo, el mejor banquero y el más glamouroso

    Pedro Toledo y José Ángel Sánchez Asiaín durante un acuerdo de fusión. <i>Foto: archivo</i>


    El 12 de diciembre de 1989 estallaba la inesperada noticia de que había fallecido en los Estados Unidos el banquero Pedro de Toledo, antiguo presidente del Banco de Vizcaya, en aquel momento copresidente del BBV, resultado de la fusión del banco de Bilbao con el Banco de Vizcaya. Tenía 54 años, el mayor prestigio de todos los que regían los grandes bancos en aquel momento y una imagen admirable en lo profesional y en lo personal.

    Murió en Estados Unidos

    Después se conoció que aquel banquero glamouroso, que destacaba en las reuniones de colegas por su pulcro atuendo informal, había muerto cuando se intentaba trasplantarle un hígado a la desesperada en una clínica americana. Toda la prensa, unánimemente, explicó que padecía hemocromatosis, una rara enfermedad crónica que consiste en un exceso de absorción de hierro, que daña el hígado y el páncreas; otras fuentes aseguraban sin embargo que simplemente se trataba de una detructiva hepatitis. Atendido durante mucho tiempo en la clínica Quirón de Barcelona, fue trasladado a USA precipitadamente en un último intento de salvarle la vida, que fracasó.

    Toledo, como su amigo José Ángel Sánchez Asiáin, fue alumno aventajado del padre Bernaola, maestro de jóvenes dirigentes empresariales en ?la comercial? de Deusto. De vocación bancaria tardía, hasta los treinta años trabajó en General Eléctrica Española, y al llegar al Vizcaya brilló enseguida y emprendió un ascenso vertiginoso hasta convertirse en consejero delegado bajo la presidencia de Ángel Galíndez, un ingeniero proveniente del sector industrial. Contra las tesis de la banca industrial, vigentes en los grandes bancos vascos, Toledo reorientó la institución hacia la banca comercial y de particulares, consiguiendo en poco tiempo que su cuenta de resultados, siempre precaria hasta entonces, fuera de las más rentables de la banca española. Se dijo entonces que la gestión de Toledo tuvo rasgos conservadores en los métodos e innovadores en los productos.

    Galíndez anunció su retirada en 1985, al cumplir 65 años, y dio paso a principios de 1986 a Toledo como presidente ejecutivo. Por aquel entonces, éste ya había formado su equipo de colaboradores provenientes de Deusto y del sector industrial, con personalidades como Alfredo Sáenz que fue el encargado de reorganizar Banca Catalana; el Vizcaya asumió en pocos años el reflotamiento de una decena de bancos en crisis y realizó una serie de absorciones que le dotaron de un tamaño comparable al de su competidor vasco, el Banco de Bilbao.

    El gran impulsor de la banca comercial

    En 1987, siguiendo las indicaciones del poder político ?Carlos Solchaga era consciente de que los bancos españoles debían aumentar de tamaño mediante fusiones-, el Vizcaya intentó sin éxito unirse sucesivamente al Central y al Hispano, hasta que el 7 de enero de 1988 Toledo se decantaba por fusionarse con el BB: era el nacimiento del BBV. El banco fusionado sería dirigido por dos copresidentes hasta 1993, fecha en que, por lógica, Toledo debería convertirse, a los 57 años, en presidente único. Pero el proyecto se frustró.

    En una época en que la banca conservaba, salvo honrosas excepciones, una pátina todavía reaccionaria, Toledo acuñó una frase histórica que hizo escuela: ?Un banquero debe estar con el gobierno?. Prueba de ello fue una histórica entrevista concedida a El País ?iba firmada por Joaquín Estefanía y Salvador Arancibia- en febrero de 1987 cuando era presidente del Banco de Vizcaya: ?Tengo que decir que la gestión del Gobierno socialista en materia de política económica, en los grandes temas, está siendo acertada; entrar en la OTAN es política económica y es acertado; entrar en la CE es política económica y es acertado; no cometer el ?error Mitterrand? es política económica y es acertado; apostar por la liberalización en la economía también lo es??.

    En definitiva, Toledo fue el gran impulsor de la banca comercial en la acepción moderna que todavía rige; participó decisivamente en el proceso de fusiones lanzándose en primer lugar a la que originó todo el movimiento; neutralizó políticamente la banca al establecer unas relaciones normales con el socialismo; y mejoró la imagen de las instituciones de crédito y posibilitó su apertura.

    Conde había llegado a la presidencia de Banesto en 1987, por lo que coincidieron como rivales en la cúpula del sistema bancario casi dos años. Conde, provocador de un gran impacto mediático, compitió con él en encanto personal y en capacidad de seducción, pero no logró sin embargo alcanzarlo en refinamiento y prestigio; de hecho, nunca se vieron con simpatía los dos precursores, cada uno en su estilo, de la nueva banca española.