España
Análisis: La ideología de Rubalcaba
Rubalcaba se definió el sábado, después de su intenso discurso de arranque de la candidatura a la presidencia del Gobierno, como "un social liberal". Es decir, como un liberal de izquierdas, o -evocando un concepto muy expresivo en la cultura política francesa- como un radical.
La definición fue pertinente para enclavar una intervención programática quizá demasiado condensada y profusa de datos e ideas en la que había, sí, numerosos guiños encaminados a seducir al desencantado electorado progresista, harto de que la economía marque las pautas a la política, pero en modo alguno la deriva izquierdista que algunos han querido ver.
Si se hurga sin prejuicios en los veintiséis folios del discurso con cierta minuciosidad, se llegará a la conclusión que ya obtuvo Emilio Ontiveros este domingo en un primer análisis titulado "acentos diferenciales", en el que pasaba revista a la oferta del candidato en la que éste ha introducido "componentes que signifiquen una menor desigual distribución de los efectos de la crisis y una corrección de inercias poco favorables en la política económica".- "más que izquierdistas -escribía Ontiveros-, esos acentos diferenciales que Rubalcaba ha puesto en su discurso de aceptación -que no todavía en su programa económico- son más propios de una cierta pretensión regeneracionista".
Las filtraciones del entorno
En efecto, el propio entorno de Rubalcaba ha filtrado algunos matices al discurso que son iluminadores y que han aparecido los medios a modo de acotaciones: el candidato no es un socialdemócrata a la vieja usanza, ni un colectivista que haya bebido en las fuentes anacrónicas del marxismo, ni un intervencionista dispuesto a reclamar un Estado gigantesco y opresivo, sino un progresista que quiere enfatizar con realismo el principio de igualdad de oportunidades en el origen, que es la base de la equidad.
Al respecto de todo ello, los colaboradores del candidato citan al catedrático de Ciencia Política Enrique Guerrero, amigo de Rubalcaba, quien a su vez menciona al filósofo alemán Jurgen Habermas, el impulsor del concepto de 'patriotismo constitucional': "Las democracias se legitiman por resultados o por valores. Si hay resultados, los valores importan muy poco, pero cuando no hay resultados, los valores son la clave".
La demanda de equidad
Evidentemente, la demanda de equidad del centro-izquierda sociológico era escasa cuando nos sentíamos en plena opulencia, pero ha arreciado comprensiblemente cuando la crisis ha ido generando marginalidad, desintegración y necesidad.
Rubalcaba ha mencionado simbólicamente la recuperación del impuesto sobre el patrimonio, la lucha contra los paraísos fiscales, la implantación a escala europea (primero) de la tasa Tobin, un gravamen sobre los beneficios de la banca para crear empleo? pero no va a estatalizar en mayor medida la educación ni la sanidad -aunque sí haga causa de la preservación cualitativa y cuantitativa de los grandes servicios públicos-, ni a emprender una recentralización sectaria, ni a enfatizar ciegamente lo público en detrimento de lo privado.
Simplemente, marca pautas éticas nuevas y viejas, no sólo a manera de guiño al movimiento del 15M sino también para reconfortar a la sociedad civil, que hoy se siente zarandeada por esas fuerzas esotéricas a las que llamamos "los mercados", que parecen empeñadas en arruinar nuestro estado de bienestar y en eliminar los últimos resquicios de principios de equidad y de justicia social que parecieron inamovibles desde la fundación de la democracia.
El rumbo de los empredendores
Hoy mismo, Josep Ramoneda efectúa algunas aportaciones a la cuestión en un artículo titulado "La socialdemocracia de los emprendedores". En él pone de manifiesto que las bases electorales tradicionales de la izquierda están cambiando, sin que el PSOE, que ha perdido las grandes capitales y las comunidades autónomas más dinámicas, se haya percatado de ello hasta ahora.
La apelación a los "emprendedores" supone un cambio de rumbo, en el que el socialismo debe incluir sin duda sus clásicos principios (la libertad, el progreso, la igualdad, el reconocimiento, la dignidad). Rubalcaba suma, además, una defensa sincera del Estado y de la política que generará sin duda adhesiones en un país como éste, cada vez más falto de principios y más asolado por el pragmatismo y por el populismo.