España
Análisis: ¿Intentan los partidos políticos apoderarse del 15-M?
El movimiento del 15-M se ha desnaturalizado. Aquella muchedumbre pacífica e inorgánica que se concentró en las plazas de las ciudades para manifestar su indignación ante la coyuntura, su rechazo a las terapias aplicadas por los políticos y sus dudas sobre la solvencia de éstos, se ha desencaminado.
Era verdaderamente muy difícil que las cabezas visibles de la muchedumbre que acabó desbordando todas las previsiones fueran capaces de gestionar 'profesionalmente' la inercia resultante.
Plataforma de hipotecas
Los indignados, inteligentemente, abandonaron este domingo la Puerta del Sol, pero después, dispersos por los barrios, han sembrado la alarma con algunos excesos. Esta misma mañana, un grupo de unas quinientas personas formado por representantes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, apoyados por miembros de Democracia Real Ya, han logrado impedir la ejecución de un desahucio en un arrabal de la capital.
Por muy de lamentar que resulte el infortunio de la familia inmigrante que iba a ser arrojada de su vivienda, es claro que éste es un Estado de Derecho en que también la discrepancia tiene cauces y en el que inexorablemente se tienen que cumplir las leyes. Conviene decirlo claro de una vez y sentar la correspondiente pedagogía. Por añadidura, las redes sociales se han llenado de alardes sobre lo ocurrido? Parece claro que en un cierto momento hay que recordar que la democracia no tiene excepciones.
La reconcentración del movimiento fuera de los cauces políticos convencionales ha quedado también de manifiesto con un hecho sintomático: el líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, ha tratado de sumarse a quienes reprobaban el desahucio y ha sido bruscamente expulsado por los manifestantes, que le han reprochado su supuesto afán de capitalizar la concentración en provecho de su opción política.
Evitar manipulaciones
Puede entenderse el interés en evitar cualquier manipulación, pero los manifestantes deben desechar absolutamente la idea de que les será permitido construir un sistema de representación diferente del que dibuja la Constitución, que pasa como es obvio por los partidos políticos.
También hoy, en Barcelona, grupos de indignados han bloqueado el parlamento regional, y el presidente de la Generalitat se ha visto obligado a llegar a la cámara en helicóptero. Otros grupos de incontrolados acosaron anteanoche al alcalde de Madrid, quien se encontraba junto a su familia a las puertas de su propia casa? Se anuncian movilizaciones junto al Congreso de los Diputados para exigir variaciones en el proceso legislativo?
Todo esto tiene que tener límites, y es preciso imponerlos cuanto antes, y desde luego antes de que el magma se desborde de los cauces sociales, que son amplios pero no ilimitados.
Para ejecutar esta cirugía, es evidente que el ministro del Interior, Rubalcaba, tiene el lastre de su propia candidatura a la presidencia del Gobierno. Los ciudadanos, que comienzan a experimentar cierta alarma ante la absoluta falta de reacción a todos estos movimientos, podrían sospechar que Rubalcaba actúa con tan escaso ímpetu porque no quiere ganarse enemistades entre los sectores ciudadanos movilizados. Y sea o no cierta tal sospecha, la realidad es que la coyuntura requiere un ministro del Interior a tiempo completo y sin servidumbres clientelares reales o hipotéticas.
El propio Rubalcaba reconoció hace poco que deberá dimitir como ministro del interior porque sería antiestético mantener el cargo al asumir oficialmente la candidatura a la presidencia del Ejecutivo. Ha llegado el momento de hacerlo. Y de marcar a los movilizados unas pautas claras que delimiten hasta dónde puede llegar la protesta legítima y en qué punto comienza la ilegalidad.