España

El presidente 'en funciones' conserva el poder en el PSOE para controlar el postzapaterismo

    Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente primero del Gobierno. Foto: Archivo


    "José Luis, te quedan dos años". La sentencia de Felipe González durante los actos del Centenario del Grupo Parlamentario Socialista, en junio pasado, se ha cumplido. Porque, en contra de lo que muchos interpretaron entonces, las palabras del expresidente a su sucesor no eran un respaldo sino su fecha de caducidad. Bono: "A Zapatero le interesa España" | Jiménez no irá a las primarias

    Y José Luis, desbordado por la economía, denostado por una mayoría del partido, sin credibilidad exterior y rechazado en la calle, escenificaba el sábado la crónica de una muerte anunciada que da, oficialmente, el pistoletazo de salida a la carrera sucesoria.

    Una carrera sucesoria que, pese a los mensajes de libertad y pluralismo, no va a ser tan limpia como se promete. "El 28 de mayo empezará el proceso democrático de las primarias en vez del mecanismo del dedazo", anunciaba Zapatero en su discurso de renuncia.

    Mantener la secretaría

    Pero lo que no dijo es que él no será el candidato pero se mantiene como secretario general del PSOE, lo que le garantiza el control del aparato del partido, la supervisión de la organización del proceso de primarias y la decisión última sobre las candidaturas electorales, tanto para las próximas autonómicas y locales de mayo, como para las generales del año próximo.

    Y es que, el grupo de leales al todavía presidente del Gobierno, con José Blanco a la cabeza, le han insistido para que continúe al frente del partido hasta el próximo Congreso, que toca en julio de 2012.

    El ministro de Fomento y vicesecretario general sigue manteniendo el poder en el aparato de Ferraz. Era uno de los pocos "elegidos", junto a Pepe Bono, a los que Zapatero había informado de cuándo había decidido despejar la incógnita sobre su candidatura. Ambos saben que sólo desde su cargos actuales pueden controlar el postzapaterismo en el PSOE y quieren asegurarse de que todo va a quedar "atado y bien atado".

    "Voy a ejercer"

    "No es momento de balance, sino de acción. Soy presidente del Gobierno, secretario general, y lo voy a ejercer", recordó Rodríguez Zapatero al Comité Federal durante su intervención el sábado a puerta cerrada, durante la que también quiso dejar muy claro que "tengo el plan diseñado hace mucho tiempo y va a salir bien".

    Por eso, Zapatero no ha cedido la primera responsabilidad en el partido a Alfredo Pérez Rubalcaba, como pretendía el vicepresidente. Una negativa que en círculos próximos a La Moncloa aseguran que ha provocado un nada disimulado ma-lestar en el ministro del Interior y favorito en las quinielas para encabezar la candidatura socialista a la presidencia del Gobierno.

    Y es que Rubalcaba cuenta con el apoyo de la mayoría de los barones territoriales del partido. Algunos, como el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, no han dudado en pregonarlo en todo tiempo y lugar; y tiene también el respaldo de José Antonio Griñán y del poderoso PSA, la federación andaluza que es la mayoritaria en la familia socialista.

    Sin embargo el vicepresidente es consciente de que el control del aparato es decisivo para afianzar el liderazgo. El vivió la etapa de la bicefalia Borrell-Almunia y jugó un papel importante en el descabalgamiento del exresponsable de Hacienda y de Obras Públicas, que desembocó en la mayor derrota electoral en la historia del PSOE y no quiere repetir la historia. Por eso, Pérez Rubalcaba y sus leales querían también adelantar el proceso de primarias, antes incluso del 22 de mayo. La premura de la convocatoria y la campaña electoral dejarían el proceso en las manos de los barones y del Comité Federal, donde dispone de una mayoría indiscutible.

    Retraso de primarias

    Sin embargo, el retraso de las primarias hasta después de los comicios, en los que muchos de los actuales responsables autonómicos y provinciales pueden sufrir un desastre de grandes proporciones, deja el protagonismo de la sucesión en manos de las bases donde Carme Chacón puede disponer de mayor chance.

    ¿Quiere eso decir que Zapatero ha abandonado a Rubalcaba? No. Al menos no del todo. A pesar del "cierto distanciamiento" con el presidente y con el ministro de Fomento que comentan responsables del partido, la opción de Rubalcaba sigue siendo la primera, por ahora, pero controlada.

    Si no hay un giro copernicano en las encuestas, que ni se atisba ni se espera, el ministro del Interior, en el final de su carrera y tocado por el caso Faisán, puede ser el sacrificado ante las urnas, para elegir posteriormente un nuevo líder, en el Congreso Federal, que Blanco se ha encargado ya de asegurar que será en julio de 2012. Un líder que no se haya quemado en los comicios y que disponga de cuatro años para recuperar el partido, la imagen y la credibilidad ante el electorado.

    La segunda opción

    Pero si Rubalcaba decide jugar por libre, no sería descartable que Zapatero, que ya ha demostrado sus veleidades feministas, y controlando el proceso desde la Secretaría General, adelantara la hora de Chacón, pese a que son muchos quienes en Cataluña y en Ferráz piensan que debería esperar.

    El entorno de la ministra de Defensa insiste en que se va a presentar a las primarias y el sábado, en los corrillos posteriores al Comité Federal, dirigentes socialistas comentaban divertidos que, en verano, "quizás haya un enfrentamiento entre policías y soldados".

    Una metáfora acertada para definir lo que se presenta como una reedición de la batalla de Madrid entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez, pero ahora entre los responsables de Interior y de Defensa en el Gobierno del Estado. Por cierto, que algunos de estos dirigentes recordaban ayer cómo las bases consiguieron doblegar al aparato en la capital del Reino.

    El resto de los posibles aspirantes parece que no van a contar, salvo sorpresas. José Bono no aceptó competir con Ruiz Gallardón en la Alcaldía de Madrid para perder, y no va aceptar salir de kamikaze ahora en las generales. Además, salir como presidente del Congreso es un broche de oro a una carrera política que no está dispuesto a emborronar en el final.

    Y tampoco parece que Pepe Blanco tenga ganas de jugar. Las aspiraciones del ministro de Fomento pasan por seguir controlando el aparato, colocar a sus gentes en las listas y en los órganos de dirección tras el Congreso Federal y, luego, si se tiene que ir con Zapatero, se irá; aunque quienes le conocen no dudan en asegurar que intentará pactar con el "caballo ganador" para mantener responsabilidades.