Energía

El gas, primera fuente mundial de energía en 2026


    Concha Raso

    DNV GL presentó a mediados de septiembre el Energy Transition Outlook 2018, un informe en el que la consultora realiza un pronóstico sobre cómo evolucionará el sector de la energía a nivel mundial desde el momento actual hasta el año 2050. Por un lado, el estudio revela que la demanda final de energía a nivel mundial aumentará un 17 por ciento respecto al año 2016 hasta 2035; a partir de esa fecha, comenzará a disminuir lentamente debido a un menor crecimiento de la población y de la productividad, la mejora de la eficiencia en el uso final de la energía y una menor participación de los combustibles fósiles en el mix energético. Descarga la nueva edición de elEconomista Energía

    Esta situación afectará a la inversión. La cuantía destinada a las energías renovables se triplicará para el año 2050, mientras que el dinero empleado en combustibles fósiles se reducirá en alrededor de un tercio. En líneas generales, el gasto en energía a nivel mundial bajará del actual 5,5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial al 3,1 por ciento, lo que supondrá una caída del 44 por ciento en el año 2050.

    Por otro lado, el informe vaticina una rápida electrificación de la demanda de energía, que se duplicará en 2050, representando el 45 por ciento de la demanda total, gracias a la electrificación sustancial en sectores como el transporte, edificios e industria, y a una mayor presencia de renovables. En el caso del transporte, se espera que el 50 por ciento de todos los automóviles nuevos vendidos en Europa en 2027 sean eléctricos. Lo mismo ocurrirá cinco años después en China, India y América del Norte.

    Esta situación conducirá a un crecimiento masivo de los sistemas de transmisión y distribución de electricidad en todo el mundo que provocará que la capacidad de la red eléctrica global se triplique para mediados de siglo. En este sentido, las tareas de los operadores del sistema serán más complejas, aunque cabe la posibilidad de que haya menos energía fluyendo a través de las redes, lo que ocasionará que los costes fijos se conviertan en una parte más importante de la factura.

    Renovables y fuentes fósiles convivirán al 50%

    El informe también señala que las renovables y los combustibles fósiles compartirán al 50 por ciento el suministro en el mix de energía a mediados de siglo, debido a la pérdida de liderazgo de los segundos y a un claro aumento de las primeras. El estudio también advierte de la necesidad de contar con infraestructuras adicionales como sistemas de almacenamiento energético de alta capacidad y nuevas tecnologías para dar respuesta a problemas de estabilidad de la red cuando las fuentes renovables reemplacen a las centrales térmicas.

    En el caso de las renovables, la solar fotovoltaica, que actualmente supone el 16 por ciento del suministro mundial de energía, y la eólica, que supone el 12 por ciento, crecerán hasta convertirse en los actores más importantes entre este tipo de fuentes para satisfacer la mayor parte de la nueva demanda de electricidad. Concretamente, la fotovoltaica alcanzará para esa fecha el 40 por ciento de la demanda eléctrica mundial, la eólica –tanto onshore como offshore- llegará al 29 por ciento, el 11 por ciento sería para la hidráulica y el resto se repartiría entre la biomasa y la geotérmica.

    Los combustibles fósiles, por su parte, seguirán jugando un papel importante -aunque, como acabamos de apuntar, más reducido-, en materia energética, pasando del 80 por ciento actual a un 50 por ciento en 2050, aunque con una presencia diferente en función del tipo de combustible.

    Según señala el informe, mientras que el carbón ya alcanzó su punto máximo, el petróleo lo alcanzará en 2023 y el gas natural se convertirá en la primera fuente energética -por delante del petróleo- a partir de 2026, representando la cuarta parte de la energía mundial para 2050 gracias al impulso inversor que recibirán los proyectos de gas en los próximos años.

    Concretamente, el informe de DNV GL predice que el gasto global de capital en gas crecerá desde los 960 billones de dólares en 2015 hasta un máximo de 1,13 trillones en 2025. En este sentido, el gasto operativo de gas aumentará desde los 448 billones de dólares de 2015 a los 582 billones de dólares en 2035.

    El informe pronostica que la producción convencional de gas en tierra y mar adentro disminuirá a partir de 2030, mientras que se espera que el gas no convencional en tierra alcance un pico en 2040. El noreste de Eurasia -incluida Rusia-, Medio Oriente y norte de África representarán la mayor producción de gas convencional terrestre en el período previo a 2050, mientras que América del Norte seguirá dominando la producción de gas no convencional. En el sector offshore, Oriente Medio y África del Norte verán la mayor tasa anual de capacidad de producción de gas desde ahora hasta, por lo menos, 2050.

    En el caso del Gas Natural Licuado (GNL), su capacidad aumentará a medida que aumente la producción; de hecho, la consultora espera que se duplique a finales de la década de 2040. El informe pronostica que el intercambio marítimo de gas se triplicará desde América del Norte a China para el año 2050. También se espera un aumento en el comercio desde el África subsahariana hasta el subcontinente indio y el sudeste asiático. DNV GL pronostica una mayor transición para el sector en el período previo a 2050 a medida que gases más ecológicos como el biogás, el gas de síntesis y el hidrógeno entren en los sistemas de transmisión y distribución.

    Respecto al sector marítimo, el informe revela que invertir en eficiencia energética y reducir la huella de carbono más allá de los estándares existentes puede aumentar la competitividad de un buque a lo largo de su vida útil. El estudio también sugiere que los propietarios de buques de alta emisión podrían estar expuestos a importantes riesgos de mercado en 2030 y 2040.