Obama dice no a la construcción de un oleoducto entre Canadá y el Golfo de México
La negativa de Obama deja en papel mojado el proyecto Keystone XL, valorado en 7.000 millones de dólares (5.440 millones de euros) y que habría transportado hasta 830.000 barriles de crudo al día hasta la costa de Texas.
El Departamento de Estado, en el que Obama delegó en 2008 el proceso de evaluación del conducto, justificó la decisión por el "insuficiente" plazo de tiempo otorgado por el Congreso para terminar la revisión.
La agencia dirigida por Hillary Clinton había calculado que terminaría el proceso a comienzos de 2013, pero quedó obligada en diciembre a decidir antes del próximo 21 de febrero, por lo que determinó hoy que, en base a la información de la que dispone hasta ahora, el oleoducto "no responde al interés nacional".
"Este anuncio no es una evaluación sobre los méritos del oleoducto, sino sobre la naturaleza arbitraria de una fecha límite que ha impedido al Departamento de Estado recopilar la información necesaria para aprobar el proyecto y proteger a los estadounidenses", dijo Obama en un comunicado.
El Gobierno estadounidense dejó sin embargo abierta la posibilidad de que TransCanada presente una nueva solicitud de proyecto, y la compañía canadiense anunció poco después su intención de hacerlo.
Sin embargo, cualquier solicitud "se considerará completamente nueva" y deberá atravesar todo el proceso de revisión desde el principio, según indicó en una conferencia de prensa la secretaria de Estado adjunta para Océanos y Asuntos Medioambientales, Kerri-Ann Jones.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, expresó por teléfono a Obama su "profunda decepción" con la decisión de Washington, y advirtió de que Canadá "continuará trabajando para diversificar sus exportaciones de energía".
La competencia de China, que este mes compró uno de los principales proyectos petrolíferos de Canadá, fue una de las críticas de los líderes republicanos en el Congreso, que señalaron, además, que se perderán los 5.000 empleos que, según el Gobierno, crearía el oleoducto en el sector de la construcción.
"¿Acaso no conviene al interés nacional crear miles de empleos?", dijo a los periodistas el portavoz de la Cámara de Representantes, John Boehner, quien advirtió que, en el asunto de Keystone, "la lucha no ha terminado".
Al menos dos republicanos, el senador John Hoeven y el congresista Lee Terry, han presentado proyectos de ley que otorgarían al Congreso autoridad para aprobar al menos parte de la construcción del oleoducto, y Boehner se ha comprometido a explorar "todas las opciones" para tratar de revertir la decisión.
El asunto irritó también a los aspirantes republicanos a la presidencia Rick Perry y Newt Gingrich, quien calificó la decisión de "sensacionalmente estúpida".
Sindicatos como la Unión Internacional de Obreros de Norte América (LIUNA) también condenaron la decisión, que va "en contra de trabajadores de la construcción desesperados, que tratan de alimentar a sus familias", según esa organización.
En cambio, grupos medioambientales de todo el país, que han encabezado multitudinarias protestas frente a la Casa Blanca, celebraron una decisión que, según ellos, salva al país de un incremento en la emisión de gases y la desestabilización de los ecosistemas de la costa.
"El petróleo de esa zona de Canadá procede de arenas bituminosas que producen el crudo más sucio del mundo, que envenena el agua potable y ha elevado los niveles de polución en el aire. Debe quedarse donde está", dijo a Efe la directora de la acción contra Keystone en la organización Friends of the Earth, Kim Huynh.
El líder de la plataforma ecologista 350.org, Bill McKibben, indicó, por su parte, que ésta es "una victoria para los estadounidenses que protestaron en masa para pedir que se escuche a la ciencia de la manera que se reserva normalmente al dinero".