Energía

Jefes de turno de Vandellós y Ascó: "Hay que destacar nuestra capacidad de pasar del trabajo más rutinario a una incidencia, sea la que sea"

  • "Memorizamos cientos de temas, diagramas, procedimientos, planos... Es un volumen enorme"
  • "El recuerdo más duro de la formación es el del volumen de información a asimilar"
José Raúl Munuera, jefe de turno de la central nuclear Vandellós II, y uan Manuel Viglerio, jefe de turno de la central nuclear Ascó. EE

Antonio Martos Villar
Barcelona,

No es fácil hablar con un jefe de turno de una central nuclear y menos con dos de instalaciones diferentes. José Raúl Munuera, jefe de turno de la central nuclear Vandellós II, y Juan Manuel Viglerio, jefe de turno de la central nuclear Ascó, atienden a elEconomista.es para relatar su experiencia, contar el nivel de exigencia al que son sometidos como consecuencia de los altos niveles de seguridad y cómo es su día a día.

¿Por qué decidió adentrarte en el mundo de la nuclear?

JRM: En 2008 trabajaba en ENUSA, la empresa española que fabrica elementos combustibles para centrales nucleares. Un día, durante una conversación de cafetera con una compañera con la que nunca había hablado, ésta me dijo: "¿Has pensado ser operador de una central nuclear? Yo antes trabajaba en la selección de ese personal y tú das el perfil". A partir de ahí, empecé a interesarme por la profesión, envié mi currículum a varias centrales y, por lo visto, ella tenía razón: encajaba en el perfil. Así comenzó mi camino en este mundo.

JMV: Es algo que he vivido desde pequeño. Mi padre trabajaba y decidió adentrarse en el mundo de la generación nuclear, concretamente en Operación. De muy niño estuve con mi padre en Estados Unidos mientras realizaba la formación necesaria, que por aquel entonces todavía no podía hacerse aquí, también en Madrid, en el CIEMAT y a principios de los 80 ya llegamos aquí. En casa siempre he vivido la central, los turnos, incluso la sala de control.

¿Es lo más difícil a lo que se ha enfrentado académicamente hablando?

JRM: Sí, sin duda. Y eso que me gusta mucho estudiar. Cuando superé el proceso de selección, me incorporé a Tecnatom (actualmente Westinghouse), la empresa encargada de la formación. Durante unos tres años recibí formación en Fundamentos de Ingeniería, Física Nuclear, Termohidráulica, Sistemas, Procedimientos, Accidentes Severos, y mucho más. Cada semana se combinaban clases teóricas por las mañanas con estudio por las tardes, y al final se hacían exámenes semanales, siempre con un mínimo del ocho para aprobar. Tras superar todo, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) realiza varios exámenes: teóricos, en el simulador (réplica exacta de la sala de control), y finalmente uno oral en la planta. Si se superan todas las fases, se obtiene la licencia. Después de tres años como operador, puedes optar a la licencia de Supervisor que son dos años más de formación y, más adelante, la empresa me propuso como jefe de turno. Cada paso requiere más formación, más exámenes y mucha dedicación. Soy Ingeniero Mecánico, tengo la licencia de piloto de avión, estudié Ingeniería en Organización Industrial y ahora estoy finalizando Ingeniería en Tecnologías Industriales. Pero de todas esas formaciones, la licencia de operador ha sido, con diferencia, el mayor reto. La exigencia, el volumen de contenido y el nivel de responsabilidad hacen que sea una formación tremendamente intensa.

JMV: Para mí, el recuerdo más duro es el del volumen de información a asimilar, la cantidad de materia a estudiar que comporta esta formación. Empecé en agosto y en Navidad ya había trabajado más materia que durante toda la carrera universitaria. Se trata de un trabajo intenso y continuado, son tres años en los que tenemos que examinarnos todas las semanas y pasar estos exámenes con un 80%. Pero con trabajo, se hace.

¿Cuál es su formación?

JRM: Soy Ingeniero Mecánico, tengo la licencia de piloto de avión, estudié Ingeniería en Organización Industrial y ahora estoy finalizando Ingeniería en Tecnologías Industriales. Pero de todas esas formaciones, la licencia de operador ha sido, con diferencia, el mayor reto. La exigencia, el volumen de contenido y el nivel de responsabilidad hacen que sea una formación tremendamente intensa.

JMV: Antes de iniciar la de la Licencia de Operación yo me gradué como Ingeniero Técnico Naval.

¿Se considera una especie en extinción?

JRM: La energía nuclear forma parte de un mix energético equilibrado, y en tiempos de crisis energética hemos visto lo importante que es contar con fuentes estables y fiables. La nuclear es segura, predecible, no depende del clima, y genera muy bajas emisiones. Estoy convencido de que todos estos valores se acabarán reconociendo y no nos extinguiremos.

JMV: No, no, para nada. Hay muchas centrales nucleares en el mundo y aunque el escenario en España sea incierto (y mi deseo es que cambie) hay muchos países en la que la apuesta nuclear es clara y firme así que, en extinción, no.

Solo hay una oportunidad para aprobar. ¿Qué sintió el día del examen?

JRM: En realidad, si alguien no aprueba por muy poco una parte del examen, se estudia su caso particular con la central, Westinghouse y el CSN, y puede haber una segunda oportunidad. El día del examen se mezclan muchos sentimientos: tensión, concentración, respeto… sabes el trabajo que llevas detrás y lo que está en juego. Pero también hay confianza, porque si has llegado hasta ahí, es porque estás preparado.

JMV: Recuerdo la presión de todo el proceso más que la del propio examen. Como te decía antes, toda la formación es muy intensiva y vives esa presión de manera continuada. Quizás si recuerdo más los nervios del segundo examen, para obtener la licencia de supervisor.

¿Solo puede operar en la planta para la que se examina?

JRM: Sí, la licencia está vinculada a una única central. La formación es muy específica: conocemos al detalle los sistemas, los procedimientos, los parámetros y los equipos de nuestra planta. Cada central tiene sus particularidades y no se puede generalizar.

JMV: Sí, la licencia está vinculada a una única central. La formación es específica en los sistemas, procedimientos, equipos, etc. de cada planta.

¿Cómo es su día a día?

JRM: Trabajamos en equipos de cuatro personas (operador de turbina, operador de reactor, jefe de sala y jefe de turno) en turnos cerrados de ocho horas. Normalmente el trabajo consiste en realizar pruebas de vigilancia en equipos de seguridad, es decir, probamos equipos que tendrían que funcionar en una emergencia sometiéndoles a unas condiciones de trabajo más exigentes, desde el punto de vista de la seguridad, de las que tendrían que trabajar en caso de una emergencia. También colocamos en descargo equipos para que se pueda realizar mantenimiento en los mismos con seguridad y vigilamos constantemente los parámetros de planta para detectar cualquier desviación de la operación normal.

JMV: El equipo está formado por operador de reactor, operador de turbina, jefe de sala y jefe de turno y trabajamos en turno cerrado de ocho horas. Con la planta en operación normal, durante las mañanas hay más actividad tanto en la ejecución de procedimientos de vigilancia como en reuniones como la de Enfoque Operativo con la que empezamos todos los días y a la que acuden todos los departamentos de la central. En recarga el trabajo cambia de manera radical puesto que sala de control conoce, sigue y, si corresponde, gestiona prácticamente todas las ordenes de trabajo que componen el programa de la recarga. Quizás lo que hay que destacar también es nuestra capacidad de pasar del trabajo más rutinario o monótono a un escenario de incidencia, sea la que sea, como la parada automática de las centrales del pasado 28 de abril por el apagón. Para estas situaciones que no vivimos habitualmente lo que sí tenemos es, además de la formación inicial de la que ya hemos hablado, un reentrenamiento periódico en los simuladores (réplicas exactas de la sala de control) donde mantenemos nuestra práctica y capacidad de respuesta.

¿Cuánta información ha tenido que memorizar antes de comenzar a trabajar?

JRM: Muchísima. Son cientos de temas, diagramas, procedimientos, planos… antes se entregaba en papel, pero ahora se nos da en digital porque el volumen es enorme. Es una formación que no se puede improvisar. Requiere constancia, memoria y, sobre todo, comprensión.

JMV: Muchísima, más de la que nunca hubiera pensado ser capaz de memorizar, aunque en nuestro día a día es muy raro tomar cualquier acción en base a nuestra memoria. Se realiza un trabajo en equipo enorme, y siempre consultando en nuestra documentación aun lo que se supone que sabemos. Aunque tengamos mucha información memorizada, los procedimientos de actuación se siguen rigurosamente para evitar cualquier tipo de error.

¿Reconocería cualquier botón con los ojos cerrados?

JRM: Es bastante llamativa la cantidad de botones, manetas y alarmas que tenemos y la pregunta más frecuente que me hace la gente que visita la sala de control suele ser si conocemos de memoria lo que hace cada botón y la respuesta es que sí que lo conocemos y no solo eso, sino que estoy seguro de que cualquiera de los operadores que tenemos lo reconocería con los ojos cerrados, aunque no haremos la prueba.

JMV: Es una forma de hablar, reconocemos cualquier elemento de la Sala de Control, pero desde luego, nunca haríamos la prueba de los ojos cerrados. La seguridad es lo primero, y está interiorizada de una forma difícil de explicar a quien no pertenezca a este mundo.

¿Cómo es su entrenamiento ante una situación crítica?

JRM: Recibimos cinco semanas de formación continua cada año en las que repasamos conceptos teóricos, nos explican las nuevas modificaciones implantadas en la central, aprendemos de experiencia operativa que ha ocurrido en nuestra planta y en otras centrales del mundo y realizamos prácticas en el simulador, que es una réplica exacta de la sala de control y en la que practicamos desde maniobras o alineamientos hasta malfunciones y emergencias. Por ejemplo, la situación vivida durante el pasado apagón (nosotros lo llamamos Pérdida de Suministro Eléctrico) es entrenada frecuentemente en el simulador.

JMV: Quizás la mejor frase para resumir esta respuesta es la de "se trabaja como se entrena". El cambio que somos capaces de hacer ante una situación crítica radica en lo que entrenamos todos los años en la formación. Lo entrenamos en continuo, aunque sea para no usarlo nunca. Con todo ello tenemos claro cómo actuar ante cualquier escenario. La formación es una parte fundamental de nuestro trabajo, y supera anualmente el 10% de toda nuestra jornada laboral.