La lavadora: el invento más revolucionario para los hogares
- AEG lanzó la primera máquina automática del mundo en 1958
Eva Pérez Arco
Muchos aseguran que la lavadora automática fue más revolucionaria que Internet. Y, desde luego, la llegada de este extraordinario invento cambió radicalmente la vida en el hogar a principios del siglo XX y, sobre todo, la de la mujer. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Consumo
Durante siglos, la ropa se había lavado a mano. Cada día, las mujeres tenían una cita en la orilla del río con grandes cantidades de ropa sucia que frotaban, golpeaban contra las piedras, restregaban y retorcían. Con el tiempo se crearon tablas para que el proceso fuera más cómodo... Cualquiera de estos métodos era lento y engorroso. Una vez que las casas tuvieron agua corriente, la situación mejoró ligeramente, ya que no era necesario ir a la fuente o al río a lavar.
Pero el ingenio humano empezó a buscar algunas herramientas que hicieran el proceso de lavado más cómodo y eficaz. Llegó el año 1780 y Robinson de Lancashire patentó una máquina para lavar y escurrir la ropa. Dos años más tarde, en 1782, el inglés Henry Sidgier creó un artefacto utilizado manuamente, compuesto por un tonel de madera y una manivela. Este sistema era, hasta ese momento, el más avanzado y el menos dañino para la ropa. En 1851, el inventor estadounidense James King patenta un modelo dotado de un tambor giratorio. En 1858, el fabricante estadounidense Hamilton Smith agregó un tambor de engranaje que permitía su rotación en ambos sentidos para maximizar el efecto del lavado. En 1880, en Ucrania, en un intento por masificar el lavado y secado de ropa en los hospitales de Crimea, crearon una máquina que cumplía con la función de secar la ropa al mismo tiempo que se lavaba. La novedad de este diseño consistía en un sistema de rodillos con los cuales se llevaba a cabo el escurrido de las prendas.
La primera lavadora eléctrica
Finalmente, en 1901, el estadounidense Alva J. Fisher -aunque algunos se lo apuntan al también estadounidense Louis Goldenberg- crea la primera lavadora eléctrica, precursora de la que hoy utilizamos. Consistía en un motor que hacía rodar un tambor metálico. Su uso se hizo mayor cuando la electricidad ya no era un privilegio, pero hacía falta aún bastante tiempo para que lo pudiera utilizar alguien más que los adinerados.
Además del precio, las primeras lavadoras eléctricas perdían agua con cierta facilidad, por lo que sufrían en algunas ocasiones cortocircuitos. En 1910, Fisher consiguió que el tambor girase para los dos lados y, además, le colocó una puerta para que no se saliese el agua. La lavadora de Fisher fue comercializada por la Hurley Machine Company de Chicago y la Upton Machine Company, precursora de Whirlpool. Sólo al término de la Segunda Guerra Mundial despegó la venta de lavadoras.
En el año 1958, AEG (Compañía Eléctrica General), fundada en 1897 por el emprendedor alemán Emil Rathenau y siempre a la vanguardia de la tecnología en diferentes productos del hogar, lanzaba Lavamat, la primera lavadora automática del mundo -la compañía alemana fue también pionera en lanzar el primer frigorífico eléctrico en 1912-. Esta vez sí se consiguió que su presencia fuera masiva en las casas de buena parte del mundo, entre otras cosas porque sus costes se redujeron y su precio se hizo asequible para muchos más bolsillos. A partir de ahí, todas las compañías se lanzaron a comercializar el revolucionario invento.
La lavadora automática llega a España
La empresa española Balay, fundada en Zaragoza en 1947 y especializada por entonces en la fabricación de transformadores de radio y reactancias para iluminación, fue la primera que comercializó lavadoras automáticas en España. Fue en el año 1966. Balay -cuyo nombre nace de las primeras sílabas de los apellidos de los fundadores de la empresa, Esteban Bayona y José María Lairla- inició la producción propia de electrodomésticos y aparatos de cocina entre los años 50 y 60 del pasado siglo, consolidándose como marca líder en el mercado español, especialmente en la gama de lavado.
En aquellos años, la estrella de las lavadoras Balay era la Superautomática T500 que, según promocionaban en algunos diarios de entonces -como el ABC del 18/05/1967-, contaba con "un ilimitado número de programas y tres ritmos. Realiza: un prelavado, un lavado, cinco aclarados y cinco centrifugados a 650 revoluciones por minuto, el último de cinco minutos, eliminando hasta un 80% de humedad en la ropa, o sea, dejándola apta para planchado. Es de destacar también, entre sus cualidades, el estirilizado de sus coladas". Sin duda, la revolución más absoluta en aquel momento para la sociedad española.
El desarrollo de la lavadora a lo largo de la historia ha llevado a que cualquier avance tecnológico en otros campos sea analizado para su incorporación al mundo de este electrodoméstico del que ya no podemos prescindir, o... ¿quién no se echa a temblar cuando la lavadora se estropea? Ahora mismo las hay con funciones de secado, de control de consumo de agua, con paneles electrónicos, con sistema de ahorro de detergente, con más o menos revoluciones... Lo último en tecnología: el modelo Okömix (Oko=Eco) de AEG, o la nueva gama AddWash de Samsung, con una puerta extra que permite introducir en cualquier momento del ciclo del lavado las prendas que se nos olvidó incluir en la colada.