Empresas y finanzas
¿Un palito con el caramelo? Chupa Chups celebra su 50 aniversario
¡Chupa un dulce, caramelo chupa, chupa, chupa Chups! Esta era la cantinela que llenó los transistores de la España de posguerra en el año 1958. Enric Bernat, un empresario catalán nieto de confiteros, desarrolló una idea, el caramelo de palo, y consiguió triunfar en todo el mundo. Ahora, Chupa Chups afronta su futuro de la mano de la multinacional italo- holandesa Perfetti Van Melle, que compró la compañía hace dos años.
Sin embargo, Enric Bernat no fue el primer emprendedor de su familia. Su abuelo, Josep Bernat, es considerado el primer confitero español. A mediados del siglo XIX, coincidiendo con la aparición del azúcar blanco, el abuelo Bernat fundó una confitería en la calle Cardérs, en el barrio del Born, el antiguo mercado de abastos de Barcelona. Antes de aparecer el azúcar blanco, la caramelización era casi imposible y la confitería de la calle Cardérs se convirtió en un local de referencia de la capital catalana. Allí trabajaban los seis hijos de Bernat, dos mujeres y cuatro varones, entre ellos Romà Bernat, padre de Enric. Entre los inventos que se atribuye la familia se encuentra el lanzamiento de las populares coques de Sant Joan (unas tartas elaboradas con frutas confitadas que se consumen en Cataluña en la verbena de San Juan).
Una bomba lanzada por la aviación franquista destruyó la confitería a finales de la Guerra Civil. Los Bernat se trasladaron a Lloret de Mar (Girona) y allí algunos de los hermanos abrieron una pastelería. Acabada la guerra, Romà Bernat regresó a Barcelona y en la capital contactó con Enric Ferreri, el propietario de la fábrica de Galletas La Gloria. Bernat se encargó de la producción de galletas mientras que su hijo Enric, de sólo 16 años, se encargaba de venderlas tienda por tienda, colmado a colmado. En esa tarea, el joven Bernat se labró el perfil comercial que lo persiguió toda la vida.
Tras un fugaz paso por el Banco de la Propiedad Industrial y unos años en la empresa de alimentación Massanes i Grau, Enric Bernat se casó con Nuria Serra Roig, hija de un confitero de la plaza Tetuán de Barcelona, y con ella creó Productos Bernat, una compañía especializada en peladillas.
A finales de 1954, se le presentó a Enric Bernat la oportunidad de su vida. Domingo Massanes le ofreció la dirección de la empresa Granja Asturias, una filial cuya fábrica estaba en Villamayor (Asturias) y que atravesaba una crisis muy dura. La compañía estaba especializada en la producción de mermeladas, zumos y concentrados de manzana y perdía dinero. Bernat pactó con Massanes un plazo de dos años para volver a los beneficios y a cambio recibiría el 50 por ciento de las acciones.
En dos años, el nuevo gerente limitó la producción de derivados de la manzana y lanzó una gama de caramelos de café con leche. En 1956, Granja Asturias ganó cuatro millones de pesetas y Bernat se hizo con la mitad de su capital.
El origen del caramelo de palo
Con el respaldo de los beneficios, Bernat presentó al Consejo de Administración un plan para abandonar la manzana y centrarse en los caramelos para niños. En el mercado español de posguerra había pocos dulces para niños. Triunfaban unas bolas gordas azucaradas que los niños se sacaban de la boca cuando notaban un exceso de dulzor y se pringaban las manos y la ropa para disgusto de las madres. También podían chupar unos caramelos rectangulares pensados para los adultos, pero el resultado pringoso era el mismo. Finalmente, existía el Pirulí de La Habana, un caramelo de palo pero que por su forma cónica resultaba poco adecuado para los tiernos infantes.
Bernat lanzó el Gol, una bola de caramelo pinchada por un tenedor metálico. De esta forma los niños se sacarían los caramelos de la boca sin mancharse las manos o la ropa y las madres lo comprarían por eso. A Massanes no le entusiasmó la idea, pero dejó hacer a Bernat. Tras una etapa de prueba, el tenedor, peligroso y más caro que el propio caramelo, fue sustituido por un palo de madera.
Bernat quiso buscar un nombre más comercial y encargó una nueva marca a una agencia de publicidad. La agencia le propuso tres marcas: Pals -por el palito-, Rols y Chups, que fue la marca que se eligió. En 1961, tras dos años de la cantinela radiofónica, los propios consumidores obligaron a rebautizar el producto como Chupa Chups.
El divorcio entre Massanes y Bernat era cada vez mayor y los dos socios decidieron hacer un trato: en sobre cerrado cada uno haría una oferta por el 50 por ciento del otro y compraría quién ofreciese más. Bernat duplicó la oferta de sus socio y se quedó con Granja Asturias.
El crecimiento de la demanda de Chupa Chups provocó los primeros problemas. La escasez de madera en España obligó a Bernat a irse a Estrasburgo para adquirir los tres millones de palitos diarios que necesitaba la fábrica asturiana. Otra batalla fue la compra de todas la patentes existentes en España que podían competir con el Chupa Chups.
La estrategia del precio
El precio de venta del Chupa Chups fue clave en su lanzamiento comercial. Bernat decidió venderlo a una peseta, un precio carísimo para la España de finales de los cincuenta. Sin embargo, el objetivo era vender un producto de calidad y a la vez evitar cobrar fracciones de moneda.
Una flota de automóviles Seat 600 decorados con Chupa Chups, cruzaron España de Norte a Sur y de Esta a Oeste. El éxito desbordó las previsiones y en sólo seis años, en 1964, Granja Asturias se transformó en Sociedad Anónima Chupa Chups.
La demanda obligó a duplicar la producción. En 1967, Bernat construyó la fábrica de Sant Esteve de Sesrovires (Barcelona) para elaborar otros tres millones de caramelos diarios. Ese mismo año, la compañía abrió su primera filial fuera de España: Société Bernat et Cíe. con sede en Perpiñán (Francia). Los primeros Chupa Chups extranjeros los consumieron los franceses en la Costa Azul.
El salto a Francia obligó a mejorar la imagen del Chupa Chups. Bernat encargó el rediseño del envoltorio a la agencia de publicidad Izquierdo i Nogueres, que fracasó en su intento de crear un atractivo envoltorio redondo. Ante la dificultad, Bernat acudió a la residencia de Salvador Dalí en Figueres (Girona) y el genio catalán creó en sólo una hora el actual logotipo de Chupa Chups, basado en colores simples y trazos elementales. La factura de Dalí ascendió a varios millones de pesetas, pero el nuevo logotipo dio la vuelta al mundo y abrió muchos mercados al caramelo de palo.
El palo de madera se sustituyó por uno de material plástico y papel, mucho más higiénico, irrompible y diseñado para que ningún niño se lo pudiera tragar.
El crecimiento de la demanda exterior hizo necesaria una tercera fábrica. Para evitar los problemas arancelarios, se construyó en Bayona (Francia), dentro del Mercado Común europeo. El consumo diario ascendía a nueve millones de caramelos.
Éxito y fin de una etapa
A lo largo de la década de los setenta y ochenta, Bernat cogió la maleta y vendió sus caramelos de palo en todo el mundo. Abrió delegación comercial en Nueva York y en 1977 convenció a los japoneses de que no tenía sentido que comieran todo con palitos excepto los caramelos. En el Puerto de Barcelona, la compañía logró llenar barcos con rumbo a Oriente exclusivamente con sus caramelos, algo que ni los fabricantes de automóviles conseguían.
En 1970, el 90% de las ventas de Chupa Chups se hacían en España y sólo el 10% fuera. Diez años mas tarde, la proporción era justo a la inversa.
Bernat creyó tanto en su producto que en los noventa levantó fábricas en Rusia, China, India, Brasil y México, pero exigió un esfuerzo financiero a la compañía que ésta no puedo asumir. Sin embargo, incluso con los problemas financieros a cuestas, Bernat y su hijo menor, Marcos, consiguieron lanzar un nuevo producto de éxito: las pastillas Smint.
Enric Bernat murió en Barcelona en diciembre de 2003 a los 80 años de edad. Su preocupación durante los últimos años fue lograr una buena sucesión familiar para consolidar la compañía. Su primogénito, Xavier Bernat, asumió la presidencia y, en 2006, decidió vender la compañía a la multinacional italo-holandesa Perfetti Van Melle.
Según Xavier Bernat, la intención inicial no era vender, sino buscar un socio en algunos mercados internacionales para mejorar la distribución mundial de Chupa Chups. Sin embargo, el resultado final fue la venta para "reforzar la competitividad de la empresa y asegurar un futuro aún más brillante", aseguró Bernat.
Los dos últimos años de historia del caramelo que comercializó Granja Asturias se ha desarrollado dentro del grupo Perfetti Van Melle, un gigante que fabrica y distribuye productos de confitería con azúcar y chicles en más de 130 países con marcas tan conocidas como Mentos, Alpenliebe, Frisk, Fruittella, Golia, Happydent y Vivident. El grupo, que da trabajo a unas 12.000 personas y factura unos 1.700 millones de euros tiene sus sedes centrales en Lainate (Italia) y Breda (Holanda).