Fundación Bertelsmann: "Los empresarios deben pagar a los becarios desde el primer día, para que se comprometan"
- Entrevista a Francisco Belil, vicepresidente de la Fundación Bertelsmann
Cristina Triana, Jordi Muñoz
El intenso trabajo que la Fundación Bertelsmann realiza desde hace años para impulsar la FP Dual de calidad en España fue premiada por elEconomista el año pasado. La entidad recibió el galardón a la mejor iniciativa en formación, en la VII edición de los premios de la Noche de la Economía.
Su vicepresidente, Francisco Belil, insiste en que la Formación Profesional Dual cuenta con un amplio recorrido en nuestro país y que es una herramienta idónea para ayudar a combatir el elevado paro juvenil. También defiende que los estudiantes deben recibir una retribución, desde el inicio, como becarios.
Ustedes se enfocaron hacia la FP Dual, coincidiendo con la crisis económica, ¿por qué?
Al principio de la crisis nos fijamos en un problema que ya existía, pero que ganaba actualidad en aquel momento: el paro juvenil. Con la crisis, se acentuó y cruzamos la barrera crítica y vimos que teníamos un problema muy serio, que se debía atacar. Y nos acercamos a los empresarios. En el tema de la orientación y la formación, los empresarios son básicos. Deben entender que tienen que contribuir en la formación de la gente y dar facilidades para formarla, y deben dar indicaciones de qué va a necesitar el día de mañana.
Las prácticas que realizan los estudiantes, ¿deben ser retribuidas?
El empresario debe pagar desde el primer día. Y en la Fundación no ayudaremos a nadie que no contribuya. No porque pensemos que debe hacerse así, sino porque en la práctica se ha demostrado que la retribución es básica para una cosa que se llama compromiso. Cuando el estudiante sabe que se le paga cada mes, está comprometido.
¿Y cómo realizan esa auditoría?
Les hacemos poner por escrito que se comprometen a remunerar, a que la FP Dual es clave para la organización, y que el alumno va a tener un tutor formado que le ayude a salir adelante. Si no lo hiciéramos así, estaríamos desvirtuando el proceso y tendrían razón los que afirman que esto va a ser mano de obra barata para alguien. Pienso que este sería el peor error que podemos cometer todos, y ahí tiene que ayudar todo el mundo, desde los sindicatos, que deben mirar que esto no sea así, hasta nosotros.
¿Qué capacidad de crecimiento tiene este modelo de formación?
Altísima, porque estamos muy atrasados. Actualmente la tasa de estudiantes es inferior al 3%. En Alemania, la tasa ronda el 60%, y, en Francia, se ubica en el 50%. Si hablamos de la media europea, en este momento debe estar en el 40%.
El salto del 3% actual al 50% de Francia parece muy complicado, ¿cómo lo afrontamos?
No es un problema que resolvamos a corto plazo; no es apretar un botón y tener la solución. Es ponerse a trabajar para que dentro de 10 ó 15 años este problema no lo tengamos. De momento, ya estamos ayudando a gente, porque quienes se están formando ya funcionan mejor; tanto ellos, como su entorno. Pero hay que hacerlo e ir replicándolo para que sean miles y miles los que entren en el sistema.
¿Por qué estamos tan retrasados?
Porque con la llegada de la democracia vivíamos en un boom. Este era un país donde todo se convertía en oro y donde se crecía rapidísimo. Ante esto, de los problemas estructurales básicos uno se olvida, pero la realidad, que es muy tozuda, acaba imponiéndose.
¿Encuentran suficiente complicidad institucional? El sistema está muy arraigado...
Es complicado, pero el país lo necesita. Está demostrado que los países que lo tienen bien establecido, cuentan con una mayor productividad, las empresas son más competitivas y, en el fondo, la gente tiene trabajo, que es lo que quiere.