Empresas y finanzas

Andreu Mas-Colell: "La fuga de sedes de empresas puede tener capacidad de arrastre a Madrid"

    Andreu Mas-Colell, junto a Ivan Planas y Albert Carreras. <i>Foto: Luis Moreno</i>

    Estela López

    Andreu Mas-Colell fue conseller de Economía de la Generalitat de Cataluña en plena crisis económica, de 2011 a 2015, y tras abandonar la política para volver a sus actividades académicas, ha repasado aquellos tiempos en el libro Turbulències y Tribulacions (Edicions62) con dos de sus colaboradores: el entonces secretario de Economía, Albert Carreras, y el que fue director general de Análisis y Seguimiento de las Finanzas Públicas, Ivan Planas.

    Pregunta: Visto en perspectiva, ¿cuál fue el presupuesto más complicado al que se enfrentaron?

    Andreu Mas-Colell: El peor fue el que no hicimos, el de 2013.

    Albert Carreras: Fue el más duro, porque entró nuevo equipo y el apoyo había pasado a ser de ERC -las cuentas de 2011 y 2012 se aprobaron gracias a la abstención del PP- y porque fue el punto álgido de enfrentamiento con Montoro: el objetivo de déficit empezó en el 0,7%, lo que era un endurecimiento respecto a lo que nos habían anunciado previamente y a lo que defendíamos que nos correspondía aplicando la Ley de estabilidad, y fue una lucha para llevarlo al 1,1%, luego al 1,3%, y al final Montoro aceptó objetivos asimétricos y acabamos con el 1,58%. Tuvimos que hacer cuatro presupuestos informales, que comunicábamos a los departamentos.

    P: ¿Este libro es una manera de poder justificar los recortes de aquellos años?

    Ivan Planas: Más que una justificación, lo que pretende ser es un testimonio para quien quiera entender que hay alguna lección a aprender de cara al futuro, y también de conocimiento del marco en el que debían tomarse las decisiones.

    A. M.: Es una explicación de la estructura fina de lo que se hizo, porque cualquier gobierno de cualquier signo hubiera tenido que reducir el gasto. Lo imponían la Unión Europea y el Gobierno central.

    P: Debieron tomar decisiones respondiendo a motivos políticos en vez de técnicos. Lamentan que debieron rebajar el impuesto de Sucesiones en 2011, porque era una promesa electoral.

    A. M.: Si hubiésemos empezado sin compromisos políticos, el impuesto de Sucesiones no lo habríamos reducido en aquel momento, porque era inconveniente, tanto desde el punto de vista de los ingresos como de la polémica política. Tuvimos que oír centenares de veces todas las cosas que podríamos haber hecho teóricamente si no hubiésemos reducido Sucesiones. Hubiese sido mejor no hacerlo y luego volvimos atrás y no derramé lágrimas por la vuelta atrás.

    P: Ahora, la Comunidad de Madrid ha anunciado que volverá a rebajar impuestos, lo que añade presión a Cataluña por su elevada fiscalidad.

    A. C.: Lo que estamos sufriendo en Cataluña no se arregla con pequeñas modificaciones fiscales, requiere una mejor financiación, porque estamos muy mal financiados. El Gobierno español jugó a una deslealtad extrema ante Bruselas; solo quería gastar más y que nosotros gastásemos menos, mandar más y que nosotros lo hiciésemos menos, y tener más empleados en Madrid y que nosotros tuviésemos menos.

    I. P.: Ahora Montoro anuncia mejoras de las retribuciones de los empleados públicos, sabiendo que la gran presión sobre conseguir recursos para financiarlo recae en las comunidades autónomas, con mayor peso de personal por las políticas que gestionan.

    A. M.: Me pesa que nuestros niveles de presión fiscal sean superiores a los de la Comunidad de Madrid, pero ello es una manifestación de un sistema fiscal que está sesgado a favor de la Comunidad de Madrid. No son más eficientes que Cataluña, la diferencia es que nosotros no nos lo podemos permitir y ellos sí, porque son la capital y esto da ventajas, tanto desde el punto de vista de los ingresos como de los servicios que ya financia el Estado. Además, es una comunidad uniprovincial, por lo que su presupuesto añade el de la Diputación.

    P: Usted considera que las sedes de empresas que han huido de Cataluña desde octubre no volverán...

    A. M.: Es una previsión, no un deseo, porque estas cosas no se hacen y deshacen en periodos breves; con el tiempo ya veremos lo que ocurrirá. El frente de batalla en este momento es mantener el máximo de sedes operativas. El tema tiene una importancia limitada ahora. Lo que se ha perdido ahora es fundamentalmente simbólico, pero puede tener capacidad de arrastre, por la tendencia subyacente de considerar que la sede natural de las empresas es Madrid, y esa tendencia subyacente nos hace daño.

    P: En el libro recuperan la afirmación que ya repetían cuando estaban en el 'Govern': que lo importante es tener la llave de la caja para no depender de terceros, y que "todos los esfuerzos que se puedan hacer para tenerla serán buenos". ¿A qué esfuerzos se refieren?

    A. M.: En el momento en el que se planteó el pacto fiscal, hubiera sido muy bueno que aquello hubiera podido progresar. Fue un camino que a mi me pesa mucho que el señor Mariano Rajoy no tomara.

    I. P.: En 2014 era necesario que el Estado revirtiera el desequilibrio vertical acumulado en el modelo de financiación, poniendo más recursos, pero en 2018 sigue sin modificarse el modelo, porque el Gobierno aduce la dificultad de encontrar un sistema homogéneo para las autonomías, cuando el problema no está en el reparto horizontal, sino en el desequilibrio vertical.

    P: Explican que cuando pagaron la última emisión de bonos minoristas respiraron aliviados...

    A. M.: Siempre estuvimos cien por cien seguros de que esto se retornaría cuando tocase; decíamos que era una inversión muy segura, porque le dábamos prioridad completa, pero no teníamos el dinero reservado, los flujos fueron como fueron y fue complejo. Era una responsabilidad muy fuerte, porque habían sido comprados por capas extensísimas de la población, y cuando te quitan una responsabilidad de encima, respiras.

    P: Dicen que la campaña de ayuntamientos insumisos fiscales fue una distracción que no hubiesen podido asumir si la respuesta hubiese sido masiva...

    A. M.: Tenía un elemento de ejercicio de apariencia con un componente de insumisión fiscal, pero lo que realmente se nos pedía menos públicamente era no perjudicarnos a nosotros mismos, por lo que recibíamos el dinero con una mano y con la otra lo pasábamos a la Agencia Tributaria Estatal. Esta comedia nunca nos gustó, pero en aquel momento había presión política.

    P: La concesión de Aigües Ter-Llobregat (ATLL) de 2012 va camino de volver a gestión pública este año...

    A. M.: La concesión tuvo dos finalidades: obtener liquidez y garantizar un ritmo de inversiones adecuado en un momento difícil para las arcas públicas. La situación de hoy en día es saneada, y me gustaría pensar que va a continuar siendo saneada en el futuro, y que no deje de estarlo cuando no esté concesionada. Cuando hay que subvencionar una actividad, es dinero que no recibe otra actividad.

    P: ¿Cómo afecta a la economía el retraso en el inicio de la legislatura y por tanto no tener presupuesto de la Generalitat?

    A. C.: No se debe perder la subida de techo de gasto autorizada este año. Aunque sea tarde, hay que tener un presupuesto este año para no perder esa mayor base de gasto.

    A. M.: En una situación de control muy próximo y desconfiado por parte del Gobierno central, un presupuesto emanado del Parlament proporciona un mecanismo más sólido de defensa.