Empresas y finanzas

Uber abandonará la dirección prohibida


    Antonio Lorenzo

    EEUU, Canadá, Reino Unido y la Unión Europea no están dispuestos a que la mayor red de transporte privado circule al margen de la regulación de su sector. La supervivencia de la plataforma pasa por su normalización.

    El mundo feliz que hasta ahora disfrutaba Uber comienza a no ser tan dichoso en algunas grandes ciudades del mundo. El revolucionario servicio de transporte de pasajeros alternativo al taxi está aprendiendo a convivir con las normativas locales y nacionales, con el objetivo de abandonar el aparente vacío legal en el que se encontraba. El Tribunal de Justicia Europeo decidirá a finales de año la clasificación de Uber, para considerar la aplicación como una firma de transporte de pasajeros, con los derechos y obligaciones de las compañías convencionales del gremio. Eso significará que la empresa con presencia en más de 600 ciudades del mundo se tendrá que quitar la careta de aplicación móvil. Visto su impacto económico y dimensión social, lo suyo excede los límites de un mero servicio de la sociedad de la información y de la era de Internet. Es decir, todo apunta que a Uber tendrá que dar un volantazo para no circular por la dirección prohibida.

    Las miradas apuntan hoy a la autoridad de transportes de Londres, Transport for London (TfL), que se ha propuesto echar a Uber de sus calles por los problemas de seguridad que genera con su actividad. Precisamente, este fin de semana concluye el plazo de su anterior licencia sin que haya visos de renovación por parte de la TfL. Ç Eso significa que, salvo que ocurra un milagro, la compañía tendrá que decir good bye a Londres mientras agota el plazo de 21 días para recurrir. En su empeño de no abandonar Londres, el primer ejecutivo de la empresa ha compartido una carta de disculpas para conmover a las autoridades. "A pesar de que Uber ha revolucionado la forma en la que la gente se desplaza en las ciudades, es igualmente cierto que hemos hecho cosas mal durante el camino", reconoció el directivo. "En nombre de Uber, como empresa global, me disculpo por los errores que hemos cometido", subrayó Khosrowshahi. A partir de ahora, Uber debería hacer las maletas de Londres, salvo que cambien radicalmente las tornas. En ello puede influir la opinión que ayer expresó la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, quien considera que la decisión de no renovar la licencia a Uber es "desproporcionada" y pone en riesgo miles de empleos (alredeor de 40.000 conductores solo en aquella ciudad).

    Solo en la Unión Europea, la empresa ahora dirigida por Dara Khosrowshahi, tiene el veto de los gobiernos italianos, finlandeses y húngaros. El Ejecutivo danés también impuso una serie de obligaciones y rigideces que disuadieron a Uber para ejercer su actividad en aquel país. En España fue muy sonoro el varapalo judicial en Barcelona y por ahora solo puede circular en Madrid.

    Londres, Quebec, San Francisco, Nueva York son otras ciudades en las que la plataforma de Internet tiene que invertir en abogados para defender sus intereses. Mientras que las empresas y servicios municipales pagan sus correspondientes impuestos y licencias -generalmente muy costosas- el gran unicornio de las aplicaciones móviles esquiva parte de las anteriores tasas por las rendijas de la economía colaborativa. El resultado final pretende dinamizar la competencia en el transporte de pasajeros, con mejores precios y condiciones para los usuarios. Sin su concurso, muchas ciudades sufrirían gravemente para poder satisfacer la demanda de movilidad de los usuarios.

    La seguridad también comienza a pesar en el joven colectivo, tras el incremento de los accidentes entre los vehículos de alquiler respecto a los profesionales del volante. A grandes rasgos, todo se reduce a equiparar los servicios alternativos con los de toda la vida en cuanto a derechos y obligaciones. "O se desregula el taxi o se regula Uber", viene a ser el lema de los dueños de los taxis. En Nueva York, por ejemplo, los emblemáticos vehículos amarillos están sometidos a las regulaciones de la Comisión de Taxis y Limousinas, lo que incluye una serie de normas para los conductores (como su prohibición a utilizar el móvil) y ciertas tablas tarifarias. Mientras que los taxis neoyorquinos no pueden exceder los 13.600 licencias, los de Uber y Lytf pueden crecer como setas en cualquier distrito de la ciudad. Todo lo anterior se complica aún más con el fenómeno de los coches compartidos a través de aplicaciones móviles: de los 38.000 vehículos que hace un año ofrecían sus servicios de transporte se ha pasado a más de 110.000 en la ciudad de los rascacielos, con la previsión de rozar los 150.000 en el próximo año. El futuro de la plataforma está en tela de juicio en Croacia, donde un Tribunal de Zagreb ha rechazado la demanda del Ministerio croata de Transportes de dictar una prohibición temporal de la aplicación por parte de los operadores de telecomunicaciones.

    Valorado en 60.000 millones

    El clavo ardiendo al que se agarra la firma valorada en 70.000 millones de dólares (60.000 millones de euros) pasa por comprometerse a evaluar las aptitudes y cualidades de sus conductores, así como a informar si se cometen delitos contra los pasajeros. En el caso de Londres, como en otras ciudades del mundo, el futuro de Uber podría estar a salvo si la firma demuestra su responsabilidad corporativa en relación con las posibles implicaciones para la seguridad pública y la seguridad. De hecho, la mayoría de los conductores con licencia de Uber suelen ser inmigrantes. En la misma ofensiva, la plataforma Change.org echó humo con las firmas de 600.000 ciudadanos, que abogaron para que millones de personas puedan disfrutar de una manera de transporte conveniente y asequible".

    Por su parte, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, solicitó el pasado miércoles una armonización normativa en la UE para actuar de forma coordinada ante plataformas como Airbnb o Uber, pues "no se pueden aceptar reglas paralelas para los que trabajan fuera o dentro de la Red". Tajani también reconoció que empresas como Airbnb y Uber, que cotizan en 'bolsas norteamericanas' y deben respetar normas en materia de seguridad y tributarias, "no se les aplican en Europa, lo que les da una clara ventaja".

    La semana pasada saltaron chispas en Quebec, Canadá, después de que el ministro de Transporte de esa ciudad exigiera que todos los conductores de Uber superaran un cursillo de 35 horas de formación en materia de seguridad vial, como ya ocurre con los taxistas tradicionales. Los representantes de Uber apelaron a su condición de trabajadores a tiempo parcial para reducir el número de horas, pero sin lograr su objetivo. "Lo que el Ministerio de Transportes ha anunciado es un intento de imponer viejas reglas a un nuevo modelo tecnológico", dijo en una conferencia de prensa Jean-Nicolas Guillemette, director general de Uber Quebec. Pero las inspecciones que se promueven en Canadá van más lejos: El Gobierno municipal también pretende que los conductores de Uber se sometan a revisiones de antecedentes penales por parte de la policía en lugar de por compañías privadas. Además, sus vehículos deberán superar severas inspecciones cada año, igual que hacen los taxis.

    El camino de Uber en otras grandes ciudades del mundo no es precisamente plácido. En las brasileñas Sao Paulo y Brasilia no pueden circular debido a ordenamientos locales muy restrictivos. En Francia, la denominada Ley Thevenoud impide la circulación de los coches UberPop sin licencia comercial, servicio de bajo precio que también tiene prohibida su actividad en las principales ciudades alemanas. Ante ese callejón sin salida, a Uber no le queda otra que abandonar la dirección prohibida.