Empresas y finanzas

Sólo cuatro entidades españolas gozan de una rentabilidad suficiente



    La banca descarta fusiones inmediatas, confiada en mejorar la cuenta vía comisiones y crédito pero la prolongación excesiva de los tipos a ras de suelo y escasez de negocio sería su detonante.

    Los números son tozudos: o se gana suficiente dinero o toca mover posiciones por razón de supervivencia. Esta máxima, válida en cualquier industria, es la que conduce, con insistencia, a los supervisores a urgir fusiones en la banca. El último en meter presión ha sido el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el diagnóstico de que el 25 por ciento de los bancos del mundo se encuentran en una posición "débil", con Europa y Japón a la cabeza de los problemas.

    Pero el sector español interpreta que el mensaje se dirige más hacia mercados como Italia, Portugal o Alemania, con grandes entidades en dificultades por no haber resuelto a tiempo o, incluso con un rescate como aquí, las fragilidades de capital y limpieza del ladrillo. Y, a corto plazo los banqueros descartan otra consolidación nacional, aún cuando apenas un tercio del sector disfruta de una rentabilidad aceptable. Los inversores piden un Roe a la banca europea de entre el 8 y 12 por ciento, frente al 6 por ciento medio del sector español. Por encima del 8 por ciento, la parte baja de la horquilla, sólo se sitúan Bankinter, Unicaja, Abanca y Bankia. En la cola y bajo el atento foco del mercado, queda el Popular, con el drástico rediseño de su estructura, que compromete duros sacrificios, en marcha; y BMN, con el inicio de los preparativos de cara a una potencial fusión con Bankia. Proyectos distintos, el de Popular y BMN, con el denominador común de la insuficiente rentabilidad.

    ¿Por qué nadie espera una oleada inmediata de uniones, pese a los bajos ratios? La alienta una combinación de incertidumbres y esperanzas. Hay demasiados frentes regulatorios sin definir susceptibles de impactar en la hucha de provisiones y capital: la recién implantada circular contable 4/2004 del Banco de España, que obligará retasar gran parte de la exposición inmobiliaria; el cierre del mecanismo del resolución único y los pasivos exigibles y otros flecos con efecto en la solvencia vinculados a Basilea III o al colchón de recursos propios para absorción de pérdidas -TLAC, por sus siglas en inglés-.

    ¿Quién va a embarcarse en una integración sin conocer y poder estimar el impacto definitivo de éstas y otras reglas? Hasta que se despejen las dudas quedan por delante varios meses que correrán, además, en paralelo con la conformación de un Gobierno, también necesario para que se autorice cualquier transacción.

    Ahorros en provisiones

    Bajo este impasse, las entidades confían en mejorar la cuenta y alejar la espada de Damocles de integraciones por necesidad. Los vientos a favor procederían de un alivio en provisiones -la mejora de la morosidad y la nueva circular contable permite, incluso, efectuar ciertas desdotaciones-, y de que los ingresos por comisiones y el crédito comiencen a coger ritmo.

    Son anhelos, en todo caso, que a fecha actual tropiezan con otra realidad. Y si los tipos a ras de suelo que está destrozando los márgenes se prolonga demasiado -hay quien ve el euríbor en negativo hasta 2018-, la demanda de crédito permanece hundida y no se frena la insaciable carga regulatoria, sobrevivir dependerá de reducir el número de operadores, porque habrá menos negocio para todos. Se estima que esa consolidación sería, en cualquier caso, a medio o largo plazo y no antes de un año. La delantera podría tomarla Bankia y BMN, cuya consolidación se ha puesto sobre el tapete con el encargo de los análisis preceptivos por parte del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob).

    La unión resolvería la salida del Estado de BMN, aglutinando el 65 por ciento que posee en ambas en Bankia; y tiene lógica industrial por la complementariedad de red, algo que debería ayudar a maximizar el precio del grupo que lidera Caja Murcia. La aprobación no tendrá lugar, en cualquier caso, sin antes sondear el interés de otros bancos y sus ofertas.

    En un eventual escenario de consolidación del sector el Santander y BBVA se han declarado abiertos a oportunidades siempre que salgan los números. Caixabank muestra un interés más vivo en repetir absorciones y Sabadell, especialista en multiplicar volumen con adquisiciones, transita un periodo de stand by mientras integra la macro compra del británico TSB.

    En la escala de entidades de tamaño medio, Kutxabank, Unicaja, Ibercaja ó Liberbank quieren seguir singladura independiente. El grupo de antiguas cajas de ahorro vascas hasta ha evitado salir a bolsa, algo que sí preparan las entidades malagueña y aragonesa.

    Las fundaciones de Ibercaja y Unicaja, que disponen de cinco años para perder el control accionarial de sus bancos, se han mostrado abiertas a incorporar accionistas anclas en este proceso, pero sin entrar en fusiones.

    El sector ha iniciado otra ronda de ajustes de estructura para compensar la presión sobre los márgenes, cuyo prolongación en el tiempo será definitiva y podría forzar la voluntad de entidades medianas a integrarse en grupos con mayores capacidades para reestructurarse y tecnificarse.