Rajoy dará carga de trabajo para toda la legislatura a los astilleros de Navantia
El Gobierno baraja en estos momentos dos opciones en el nuevo pedido que debe ayudar a Navantia a recuperar su carga de trabajo y a paliar, en parte, su delicada situación, según explican fuentes solventes del Ministerio de Hacienda. Las dos posibilidades que se están estudiando son fabricar una réplica del buque LHD Juan Carlos I o encargar dos Buques de Acción Marítima (BAM).
En ambos casos, el desembolso oscilaría entre los 300 y los 350 millones de euros de importe total y la financiación se realizaría a través del Ministerio de Industria, como ya se ha establecido en otras ocasiones, que sería quién correría a cargo del proyecto presupuestariamente.
Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, anunció en febrero durante una comparecencia en el Congreso que Navantia iba a construir un buque, pero no dio más detalles de las características del mismo, una incógnita que está previsto que desvele el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un proceso que se está llevando con sumo sigilo por el Ejecutivo.
Pero todavía existen muchos flecos por cerrar en la operación de compra. Fuentes cercanas al Ministerio de Defensa aseguran que incluso se está barajando la posibilidad de que el barco que finalmente se encargue (o el ya comentado gemelo del Juan Carlos I o las dos BAM) se intentaría vender primero en el mercado internacional de exportación y que sólo se lo quedaría la Armada española en caso de no encontrar cliente.
Metanero para Gas Natural
Un nuevo buque supondría asegurar carga de trabajo para las factorías de Navantia y aumentar la cartera de pedidos un año antes de que se celebren las elecciones autonómicas, procesos que son muy sensibles a la situación de las empresas de cada región, como es el caso de los astilleros que tiene repartidos por España el grupo público.
Unos encargos que también se ampliarían con carga de trabajo civil cuando se confirme que la construcción del quinto gasero de Gas Natural irá también a parar a los astilleros públicos españoles.
Este proceso todavía no se ha cerrado oficialmente -sólo se conoce que el armador que coordinará el encargo será Knutsen- pero desde el Ejecutivo se da ya por seguro que Navantia será la adjudicataria final y se explica a elEconomista que el corte de chapa de este gasero podría incluso producirse antes de que finalice el año, lo que supondría un alivio para la factoría que la compañía presidida por José Manuel Revuelta tiene en Ferrol.
Un portavoz oficial de Navantia consultado por el anuncio de Montoro de la construcción de un nuevo buque militar prefiere mostrar discreción y no hace comentarios al respecto, aunque señala que "más carga de trabajo siempre será bien recibida en el astillero público".
Mercado de exportación
Ambas opciones, tanto la del buque gemelo del Juan Carlos I como la de las BAM, tienen un buen horizonte de posibilidades en el mercado de exportación. El pasado mes de febrero, Navantia anunciaba que la Guardia Costera de Estados Unidos había elegido al astillero norteamericano Bath Iron Works para que desarrolle la fase de proyecto de definición del nuevo buque para el programa Ocean Patrol Cutter. En esta fase previa, el BAM español será utilizado como buque de referencia, por lo que se coloca en buena situación para la elección final, que se producirá en 2016.
En los últimos días, España ha estrechado los lazos con la industria de Defensa norteamericana gracias a la visita de Pedro Argüelles, secretario de Estado de Defensa, a EEUU. Durante su estancia visitó a la número dos del Pentágono, Christine H. Fox. Entre otros temas, el número dos del Ministerio de Defensa español discutió sobre el apoyo que la US Navy está dando a la Armada española en el rediseño del programa del submarino S-80. El grupo norteamericano Electric Boat está ayudando a Navantia a finalizar la nueva configuración que permite a este nuevo submarino iniciar una competitiva campaña de exportación.
Además de las cuatro unidades encargadas por España, los expertos calculan que el S-80 sería el mejor producto para vender en el mercado internacional dentro de la gama de los submarinos no nucleares. Se estima que en los próximos diez años las armadas más importantes del mundo necesitarían un mínimo de 50 unidades, lo que supone un mercado potencial de 35.000 millones de euros.
Pero el gran problema es el retraso del programa. Tras descubrir el fallo de diseño que impedía que el primer submarino flotara, el Ministerio de Defensa ha decidido directamente pasar al S-80 número dos para comenzar desde cero su fabricación.
Las previsiones originales indicaban que el primer submarino debía de haberse entregado en 2013, y hubiese ejercido como señuelo para atraer al mercado. Pero un año después de la estimación inicial no hay noticias del lanzamiento del proyecto por lo menos hasta la próxima legislatura.
En una entrevista con este periódico el verano pasado, Pedro Argüelles aseguraba que la primera entrega del S-80 se retrasaba hasta 2017, cinco años después de la primera fecha establecida, e indicaba que ello no iba a afectar a la campaña de exportación del submarino, pero vistas las carencias de carga de trabajo de Navantia en los últimos años la espera se va a hacer muy larga. Como aperitivo, Rajoy anunciará la construcción de este nuevo barco de guerra.