Empresas y finanzas

Panrico elevó los costes laborales un 22% en 2011 con unas pérdidas de 326 millones



    La empresa tiene que dedicar casi uno de cada dos euros que ingresa a pagar las nóminas.

    "Esto es como si pusieras una rana en una sartén con agua y fuego. Al principio se encuentra muy bien y no le pasa nada, pero el agua se va calentando y llega un momento en el que ya es demasiado tarde para saltar y acaba muriendo. Eso es lo que está pasando en Panrico. Las nóminas son propias de una época de bonanza y la gente está a gusto, pero te estás muriendo y no te das cuenta".

    Así ilustraba esta semana la dirección del grupo a los sindicatos la situación de la compañía, ahogada por los costes labores que el nuevo consejero delegado, Carlos Gila, pretende reducir de forma drástica con el despido de 1.900 trabajadores -la mitad de la plantilla, incluyendo los autónomos- y la rebaja de un 45 por ciento de las nóminas de los que se queden.

    Todo después de se haya encontrado al llegar a la empresa a finales de septiembre una orgía de gastos, más propia de otros tiempos. Bajo la dirección de Joan Casaponsa, que ofrecía sueldos estratosféricos a sus directivos y tenía cerca de 30 coches de empresa, los costes salariales de Panrico se elevaron en 2011 -el último año del que hay cifras disponibles- hasta 108,8 millones de euros, lo que supone un 22 por ciento más que un año antes. Y eso sin tener en cuenta la retribución a los autónomos, que elevaría la cifra total hasta 160 millones de euros. Eso con unas pérdidas antes de impuestos de 326 millones ese año. "Es insostenible", aseguran en la empresa, que con unas ventas de apenas 384 millones tiene que dedicar casi uno de cada dos euros que ingresa a pagar las nóminas y las facturas de los autónomos. Panrico tiene ahora mismo diez fábricas entre España y Portugal -una de ellas, la de Murcia, se quemó el pasado mes de junio y no será reconstruida-, pero tiene además 70 centros de almacenaje y logística para poder llevar a cabo las 1.900 rutas de distribución, casi el doble con las que cuentan por ejemplo compañías como Leche Pascual o Coca-Cola, con las redes más potentes del país.

    Una estructura muy pesada

    Es una estructura que la dirección, con Carlos Gila a la cabeza, considera absolutamente insostenible. Pero no sólo es eso, con sueldos hasta un 57 por ciento más altos que lo que marca el convenio y de lo que pagan sus competidores más directos -las nóminas en algunos casos duplican a las de sus rivales teniendo en cuenta los pluses y extras-, la dueña del Donuts y el Bollycao tiene un jefe de equipo por cada diez comerciales, cuando en el sector la ratio media es de uno por cada 25.

    Y el problema de fondo son los sueldos que cobran. Un reponedor de Panrico, que trabaja como autónomo, tiene un salario de cerca de 60.000 euros al mes, una cifra muy por encima del resto del sector, a pesar de que de esa cantidad haya que descontar posteriormente los gastos en impuestos y gasolina.

    La buena noticia para la compañía, que acumula en los últimos cuatro años unas pérdidas de 700 millones de euros y ha sufrido una caída de las ventas del 26 por ciento, hasta 384 millones de euros, es que los trabajadores han entendido cuál es la situación real y han aceptado suspender la huelga indefinida convocada para la semana que viene, lo que probablemente hubiera llevado a la compañía a la liquidación.

    Todo a cambio de un compromiso por parte de la empresa de pagar las nóminas y facturas pendientes de los autónomos a lo largo de las próximas semanas.

    "Tenemos una gran marca, una excelente red logística, la mejor del país, y no hay deuda financiera. En tres o cuatro meses podemos ser capaces de hacer que la empresa sea rentable, pero hay que reducir los costes. Ese es el único problema", explican fuentes próximas a la dirección.