Empresas y finanzas

Fórum Filatélico y Afinsa: El timo de la estampilla



    Análisis de uno de los miembros de la Asociación Internacional de Expertos de Filatelia

    Como el timo de la estampita, existe el de la estampilla. De él se han valido diversas empresas durante muchos años, pero ninguna ha alcanzado las colosales dimensiones de Fórum y Afinsa. Anteayer se anunciaba un plan de viabilidad para Afinsa presentado por los ex gestores de la empresa al juez Santiago Pedraz. Es la estrategia de huir hacia delante, disfrazando lo que en realidad ha sido una estafa.

    Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que "estafar" es "pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños, y con ánimo de no pagar". Y por su parte "timar" significa engañar a alguien con promesas o esperanzas.

    Veamos por qué, desde el principio, el negocio de Fórum y Afinsa eran una estafa y un timo: un negocio piramidal de imposible cumplimiento a largo plazo.

    Pedir o sacar dinero o cosas: Es evidente que en el caso que nos ocupa lo que Afinsa y Forum sacaban a sus clientes era dinero: sus ahorros.

    Con artificios o engaños: Toda la estructura es falsa por varios motivos. En primer lugar, porque los sellos, en el mercado, ni tienen ni tenían el valor por el que ellos los vendían.

    Segundo, la evolución de los precios en el mercado no seguían la línea ascendente continua como ellos aseguraban para la filatelia con carácter general.

    Además, Afinsa no seleccionaba técnicamente los sellos que reunieran las características más adecuadas a una inversión rentable. Se compraban sellos de escaso valor que algún catálogo les diera un precio muy superior.

    En cuarto lugar, hay que señalar que para calcular las revalorizaciones del material filatélico, no se imputaban los costes reales (precio de compra, más gastos de comercialización y administración).

    Otro punto a resaltar es que no se recompraba la inversión con cargo a los beneficios de la venta de los sellos, sino a las aportaciones de nuevos clientes.

    Sabiendo que no era factible obtener beneficios con la inversión hecha en sellos, es evidente que sabían que tarde o temprano habían de tener que dejar de pagar.

    Lo que hacían era engañar a alguien con promesas o esperanzas. Adquirían en el mercado material a un 10% del valor al que lo vendían. A sus clientes les aseguraban que obtendrían un rendimiento del 6% (en otros momentos los intereses prometidos eran muy superiores) y dado que la mayor parte de los contratos se firmaban a un año (un año y un día para ser exactos) era preciso una serie de condiciones.

    El sello que se compraba en el mercado por 1.000 euros y ellos adjudicaban al inversor en 10.000 había de pasar a valer como mínimo, al cabo de un año, 10.600 euros (compromiso de recompra con un 6% de beneficio). Pero a esa cantidad hay que sumarle los costes de administración, de publicidad, propaganda, y de comercialización (que en conjunto podemos estimar en 4.400 euros, ya que sólo el comercial que lo vendía cobraba un comisión del 30%). Total, que el sello debía valer 15.000 euros para cumplir todos los compromisos. ¿Es posible que alguien crea que existe bien alguno, por excelente que sea, que pueda revalorizarse en un año de 1.000 euros a 15.000? Pueden ustedes matizar las variables cuanto quieran, los resultados siempre serán imposibles de cumplir.

    No nos andemos por las ramas: Estamos asistiendo a la filtración de datos, informes a veces manipulados, documentos transcritos parcialmente e intencionadamente tergiversados, a dudas e interrogantes sobre las actuaciones de los interventores. Todo un maremágnum de datos, cuestiones e interpretaciones que sólo impiden ver el corazón del problema, el meollo de la cuestión.

    El plan de viabilidad de Afinsa se entronca en este delirio de informaciones que pretende presentarnos el espejismo de un futuro esperanzador ignorando que, mientras no se demuestre lo contrario, estamos ante una estafa de dimensiones mayúsculas.

    Resulta elocuente que los gestores de esas empresas no quieran defenderse de tan grave acusación. Si de verdad creen que esa acusación no es justa, que la rebatan. En caso contrario, que callen la voces que sólo se levantan para crear confusión, estimular la confrontación, alentar falsas esperanzas entre los afectados y dar un irreal margen de defensa a los presuntos estafadores.