Empresas y finanzas

Gasolina, crisis crediticia y recesión, la tormenta perfecta del sector



    César R. Díaz

    Toronto, 2 abr (EFECOM).- Las malas noticias no se acaban para los fabricantes de automóviles quienes tras tres años de malos resultados ahora se enfrentan a una acusada ralentización de la economía estadounidense y elevados precios de la gasolina.

    Esta vez no se escapa ni siquiera Toyota lo que puede ser una buena señal de la profundidad del declive económico que todavía nadie desde el Gobierno de Estados Unidos se ha atrevido a llamar recesión.

    En marzo, la demanda en Estados Unidos de los automóviles del principal fabricante japonés cayó más de un 3 por ciento en ventas diarias comparadas con el mismo mes de 2007.

    Lo que es más grave es que es la séptima vez en nueve meses que Toyota ha perdido ventas en el principal mercado mundial de automóviles.

    Que sus rivales no estén en mejor situación no alivia las preocupaciones del sector, sino todo lo contrario. General Motors perdió un 13 por ciento, Ford un 14 por ciento y Chrysler un 19 por ciento.

    Es evidente que no es un problema de que Toyota (o GM o Ford o Chrysler) estén haciendo algo mal. Al menos no solo eso.

    El problema, ahora, es la situación económica del país. La confianza de los consumidores está por los suelos. Muy pocos quieren embarcarse en un gasto tan considerable como adquirir un nuevo vehículo, a menos que sea totalmente imprescindible, sin saber si su puesto de trabajo será el próximo en desaparecer.

    Y ese estado de ánimo se está traduciendo en el desplome de las ventas.

    En conjunto, las ventas de automóviles en EE.UU. entre marzo de 2007 y marzo de 2008 cayeron un 7,7 por ciento Pero en la categoría de camionetas (que incluye SUV, monovolúmenes, "pickup", furgonetas y camionetas) la caída fue del 18,3 por ciento según la firma de análisis del mercado Wardauto.

    Los directivos del sector temen que lo peor está por llegar. Si en el segundo trimestre del año finalmente se confirma que oficialmente la economía estadounidense está en recesión, la confianza de los consumidores seguirá hacia abajo.

    Si, como los analistas predicen, el precio del petróleo sigue en ascenso -especialmente cuando se acerquen los meses veraniegos y se inicie la temporada de viajes con el consiguiente aumento del consumo de gasolina-, las dudas de los consumidores a la hora de comprar automóviles mantendrá la misma tendencia.

    Y si el valor de los hogares, que representan para muchas personas su principal inversión, se mantiene a la baja, ¿quién va a convencer a nadie de las ventajas de añadir más deudas a las finanzas familiares a pesar de la reducción de los tipos de interés?

    En esta situación, y con los datos de los tres primeros meses del año en la mano, se pueden sacar algunas conclusiones sobre el mercado del automóvil en Estados Unidos.

    La primera es que los consumidores sólo están interesados en acudir a los concesionarios si los fabricantes ponen nuevos modelos, o vehículos renovados con un gran número de cambios.

    Mes tras mes, GM, Ford y Chrysler verifican que sus mejores ventas sólo vienen de las novedades.

    La segunda conclusión es la práctica defunción de los SUV. Los elevados precios de la gasolina han matado este gigante del pasado. Su hueco está siendo ocupado en parte por los CUV "cruzados".

    Tercero, el consumidor general ya no le hace ascos a pequeños vehículos, como el Honda Fit, el Nissan Versa, el Toyota Yaris o el Ford Focus.

    Y cuarto, Toyota tenía razón. Los coches híbridos tienen un brillante futuro. Sólo entre marzo de 2007 y marzo de 2008 las ventas de híbridos de Toyota aumentaron un 19 por ciento. Y eso en un mercado a la baja. EFECOM

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