Empresas y finanzas
El oleoducto entre el Caspio y el Mediterráneo se hizo realidad
Dogan Tilic
Ankara, 13 jul (EFECOM).- El oleoducto que une el mar Caspio con la costa mediterránea turca, concebido hace quince años para introducir el petróleo centroasiático en el mercado occidental y que fue considerado entonces como un sueño, se hizo hoy realidad.
En la ceremonia de inauguración, que tuvo lugar en Ceyhan, situada en el sureste del país, participaron los presidentes de Georgia, Mikhail Saakashvili, y de Azerbaiyán, Ilham Aliyeh, así como el vice primer ministro británico, John Prescott, el primer ministro turco chipriota, Ferdi Sabit Soyer, y ministros de otros 32 países.
El oleoducto, que ha costado cerca de 4.000 millones de dólares, atravesará 1.774 kilómetros desde la ciudad de Baku en Azerbaiyán, pasando por Tbilisi, en Georgia, hasta la ciudad portuaria de Ceyhan en el Mediterráneo turco.
Las autoridades turcas habían tomado extremas medidas de seguridad en esta localidad costera, el principal puerto turco del mediterráneo y unos 5.000 miembros de la policía y el ejército velaban por la seguridad del evento.
La ceremonia de inauguración del oleoducto, descrito también como "el proyecto del siglo" y "la ruta de la seda del siglo 21", fue auspiciada por el presidente turco, Ahmet Necdet Seze y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan y costó cerca de tres millones y medio de dólares.
La primera ceremonia de inauguración tuvo lugar en Baku, capital de Azerbaiyan, el cinco de mayo de 2005 y un año después el oleoducto ha llegado a su destino, el puerto mediterráneo de Ceyhan, en el sureste de Turquía, después de cruzar 1.774 kilómetros.
Esta previsto que el oleoducto transporte más de un millón de barriles diarios hasta la costa mediterránea y unos 50 millones de toneladas de crudo al año.
El conducto, que tendrá una viabilidad de 40 años, atraviesa 260 kilómetros por suelo georgiano, 440 por tierras azerbaiyanas y 1074 por territorio turco.
Turquía espera obtener unos beneficios de entre 230 y 300 millones de dólares anuales, mientras Georgia espera ganar unos 50 millones por permitir el paso del combustible por su territorio.
Cuando comenzaron los trabajos, hace casi una década, los más críticos aseguraron que las obras para atravesar Azerbaiyán y los montes de Georgia antes de llegar al Mediterráneo serían demasiado difíciles y encarecerían excesivamente el proyecto.
El oleoducto permitirá, además, la construcción de otros conductos en la misma ruta para la conducción de gas natural desde Azerbaiyán y Turkmenistán a Turquía y Europa.
El oleoducto será administrado por un consorcio internacional encabezado por la empresa BP-Exploration Company of Britain (con un 30,1 por ciento), seguida de la azerbaiyana SOCAR (con un 25 por ciento), la estadounidense Unocal (con un 8,9), la Noruega Statoil (con un 8,71 compartido con la BTP) y la turca TPAO (con un 6,53 por ciento).
En el proyecto participan también otras seis empresas de Italia, Francia, EEUU, Japón y una de capital mixto saudí-estadounidense.
Según escribe hoy el economista turco Gungur Uras, en el diario turco Milliyet, detrás del proyecto económico hay también otro político por el que EEUU ha empleado muchos esfuerzos.
Uras subrayó la importancia de mantener la seguridad de este tipo de proyectos internacionales y aseguró que "si no podemos garantizar la seguridad de este conducto en la región más sensible de Turquía (de población kurda) con nuestros medios, nos enfrentaremos al problema de la presencia de tropas internacionales en suelo turco para proteger el oleoducto". EFECOM
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