Empresas y finanzas

El quebradero de cabeza de los 100.000 millones de dólares de Apple



    Apple rebosa efectivo. Ni más ni menos que 10.000 millones de dólares. Pero lo guarda en el extranjero para mantener a raya al Fisco de EEUU. Si la empresa llevara el dinero a su país, la factura sería de 20.000 millones de dólares.

    Al borde del desierto de Nevada, un bloque de oficinas de color barro se tuesta bajo el ardiente sol del mediodía. Es la sede de multitud de pequeñas empresas de Reno, antigua capital de los divorcios de EEUU, ahora conocida por su maraña de tugurios del juego.

    Entre los abogados de renta baja, agentes de bolsa y, curiosamente, una clínica de privación del sueño, un negocio ha conseguido hacerse más que global. El despacho 225 de este edificio anónimo lo ocupa Braeburn Capital, un importante engranaje de la empresa tecnológica de más éxito que el mundo haya conocido jamás. Como el ordenador Macintosh, esta empresa desconocida también tiene el nombre de una clase de manzana, en este caso famosa tanto por su sabor ácido como por su tono rojizo. Al igual que los Macs de tanto éxito, esta división es fundamental para los 100.000 millones de dólares (algo más de 75.000 millones de euros) que Apple, la matriz de Braeburn, ha amasado a lo largo de los últimos diez años.

    Sistema de protección

    Braeburn es el corazón de una compleja estructura de empresas escindidas que el gigante tecnológico ha creado para proteger sus crecientes beneficios del Fisco americano. Ahora que Apple quiere empezar a usar el efectivo, la red entretejida de sociedades ficticias y cuentas bancarias empieza a ser un problema. Unos dos tercios de la montaña de efectivo de Apple están en estos momentos atrapados en filiales extranjeras, controladas desde el despacho barato de Braeburn. Si la empresa optara por traérselo a casa para gastarlo de alguna forma, se enfrentaría a una factura fiscal calculada en 20.000 millones de dólares, más de 15.000 millones de euros al cambio actual.

    La semana pasada, Tim Cook, el consejero delegado de Apple, dio un giro decisivo a la política de Steve Jobs, el difunto fundador de la compañía, al desvelar sus planes para dar un pequeño mordisco a la montaña de efectivo que atesora. Devolverán a los inversores la suculenta cantidad de 45.000 millones de dólares (34.168 millones de euros) en recompras de acciones y dividendos hasta 2015.

    Es la primera vez en 17 años que la empresa se ofrece a reembolsar dinero a sus accionistas. Aunque suena a mucho dinero, para Apple es calderilla. Los analistas creen que los 100.000 millones de dólares (75.000 millones de euros) que Apple ha acumulado en efectivo se duplicarán en tres años nada más. Sólo un 14 por ciento del dinero volverá a los inversores. La inmensa mayoría de este dinero se amontonará en el extranjero.

    Ida y ¿vuelta?

    Todo esto presenta un problema aparentemente imposible para Cook y sus contables. ¿De qué les sirve tanta acumulación a los accionistas o incluso a la dirección de Apple si el dinero tiene que quedarse fuera para siempre?

    Braeburn Capital se creó en 2006 como empresa de gestión de activos, encargada de supervisar el alijo de metálico de Apple y sus inversiones. Por aquel entonces, las tiendas del iPod e iTunes eran lo último y los cofres de Apple se abarrotaron con 9.000 millones de dólares (6.833 millones de euros), que en aquel momento parecían una suma estrafalaria. Se cree que la empresa de California escogió la vecina Nevada para su rama financiera por su política favorable a las empresas. El despoblado estado de la plata cobra a las empresas unos impuestos mínimos sobre la renta y las ganancias de capital. Según los expertos fiscales, comparte poca información con la Hacienda americana (el IRS).

    Tras dos éxitos aún mayores con el iPhone, lanzado en 2007, y el iPad, que hizo su debut tres años después, la masa de efectivo de Apple siguió aumentando hasta los 98.000 millones de dólares en enero, poco más de 74.430 millones de euros.

    Después de ver cómo Apple tonteaba con la quiebra en los noventa, Jobs se negó rotundamente a devolver el capital excedente a los inversores y prefería guardar un colchón por si acaso. Cook, por el contrario, no ha puesto reparos a la hora de autorizar el primer dividendo de Apple desde 1995. Una noticia que colmó de satisfacción a un gran número de inversores, pero que también tiene una doble lectura según se mire. Y es que en el sector tecnológico pagar dividendos suele ser sinónimo de admitir la derrota, el último refugio de la empresa que se ha quedado sin ideas y cuyos días de auge son ya cosa del pasado.

    En el caso de Apple, sin embargo, su acumulación de efectivo es lo bastante grande como para permitirse adquisiciones y compartir el botín con sus accionistas. Incluso después de devolver dinero a los inversores, Apple "conservará un cofre para oportunidades estratégicas y metálico suficiente para gestionar los negocios", ha asegurado Cook recientemente.

    Para el dividendo y las compras de acciones, Apple utilizará el dinero que guarda en EEUU, por un valor que asciende a alrededor de 34.000 millones de dólares (25.824 millones de euros) de los 98.000 millones de dólares del total disponible, casi 75.000 millones de euros. El resto se encuentra localizado en una panoplia de destacamentos extranjeros, que van desde Holanda, a Luxemburgo, pasando por Singapur o, incluso, las Islas Vírgenes Británicas.

    Una red opaca

    Al igual que otras empresas de alta tecnología, Apple se ha construido una red opaca de compañías extranjeras en un intento evidente de esquivar a las autoridades fiscales americanas. Como Google o Facebook, Apple tiene una presencia muy importante en Irlanda, con instalaciones de producción y una rama de financiación en Cork. Además de un mínimo impuesto de sociedades del 12,5 por ciento, Irlanda es extraordinariamente indulgente en el tratamiento de los beneficios obtenidos en el extranjero.

    Gracias a eso, las multinacionales que se establecen allí suelen pagar pocos o ningún impuesto sobre las rentas que son generadas fuera del país norteamericano.

    Apple ha añadido una capa más a su escudo fiscal. Su principal operación irlandesa, Apple Sales International, tiene vínculos con Baldwin Holdings Unlimited, una ramificación de Apple en las Islas Vírgenes Británicas (paraíso fiscal caribeño). Baldwin es el nombre de otra clase de manzana.

    Este ardid contable le ha merecido mucho la pena al gigante de California. El año pasado, Apple pagó el 24 por ciento de sus beneficios (8.200 millones de dólares, 6.224 millones de euros) en impuesto de sociedades, muy por debajo del tipo habitual en EEUU del 35 por ciento. La empresa ha conseguido así recortar la factura fiscal porque, a día de hoy, la mayoría de los beneficios se generan fuera del país y del alcance del IRS.

    En los últimos tres ejercicios fiscales, Apple ha contabilizado 44.000 millones de dólares en ganancias extranjeras (33.400 millones de euros), pero sólo ha devuelto 1.100 millones de dólares en impuestos, unos 834 millones de euros. Es decir, apenas un 2,5 por ciento de todos los beneficios cosechados fuera de las fronteras de EE.UU.

    Atrapado en el exterior

    Aunque este ardid contable ha fortalecido la hoja de balance de Apple, lo cierto es que el botín está atrapado en el extranjero. Si quisieran llevárselo a casa, incurrirían en unos pagos enormes porque el IRS obliga a las empresas americanas a pagar la diferencia entre su tipo estándar del 35 por ciento y el tipo pagado fuera.

    Un vuelo de ida de Road Town (capital de las Islas Vírgenes Británicas) a San Francisco cuesta 900 dólares. Traer los 64.000 millones de dólares en metálico (48.500 millones de euros) de Apple en ultramar de vuelta a California supondría un pasivo mucho mayor. El superávit de riqueza no desaparecerá probablemente ni siquiera después del inesperado dividendo y las recompras. Los beneficios podrían seguir acumulándose en un futuro cercano gracias a las ventas del iPad de tercera generación, lanzado hace unas semanas.

    En los próximos meses se espera una nueva versión del iPhone y la Apple TV. El efectivo de la empresa y otras inversiones podrían alcanzar los 205.000 millones de dólares (155.600 millones de euros) a finales de 2014 según, Goldman Sachs.

    Aun así, no está claro lo que va a hacer Cook con los medios a su disposición. Las grandes adquisiciones nunca han sido del estilo de Apple y Cook, por el contrario, estaría obligado a recurrir al metálico radicado en el extranjero para apoderarse de un rival afincado en EEUU.

    Lo más probable es que Cook siga utilizando el peso financiero de Apple para conservar su ventaja respecto a la competencia. Apple gasta decenas de miles de millones de dólares en contratos exclusivos para conseguir la mejor tecnología de pantalla táctil, chips de memoria y otros componentes.

    "Las inversiones a menudo pueden financiarse con dinero extranjero", asegura sin reparos Reitzes, analista financiero de Barclays Capital. A los accionistas y el Fisco, sin embargo, se les asigna el papel de jugadores de Reno, pegados a la tragaperras, esperando un bote que tal vez nunca llegue.