El valor del equilibrio ante los amagos de la crisis
Madrid, 13 dic (EFECOM).- El sector automovilístico español ha tenido este año el mérito de capear los amagos de crisis sobre el consumo con una moderada caída del mercado que deja el buen sabor de un registro de 1,6 millones de matriculaciones y una producción creciente.
De este modo, en un contexto de equilibrio, a ese comportamiento negativo del mercado, aunque casi descontado por las previsiones iniciales, se ha contrapuesto una producción que ha supuesto la gran alegría del sector por unos números que dejan al alcance de la mano el registro de los tres millones de unidades el año que viene como testigo de la confianza en los mercados exteriores a los que se dirige más del 80% de la producción.
La industria ha recibido este año también la buena noticia de inversiones para nuevos productos en las fábricas españolas que alejan a medio plazo el fantasma de las deslocalizaciones, pero ha tenido el contrapunto de una actividad como la de componentes que ha intensificado sus fugas domésticas con el cierre de la planta de Delphi en Puerto Real (Cádiz) como paradigma.
El año partió con un panorama de previsiones macroeconómicas que apuntaban a la línea de flotación del mercado automovilístico. Tipos de interés en subida galopante mermaban disponibilidad de rentas para la operación de compra o recambio del coche. Los temores del consumidor se avalaban con los índices de confianza en caída libre.
Esta coyuntura del precio del dinero fue la protagonista de la primera mitad del ejercicio. Los tipos de interés entraron en una etapa de calma, pero el sobresalto, tras el verano, llegó por la senda del precio del crudo que llegó a aproximarse a los 100 dólares el barril, algo más que una simple tarifa.
El contagio alcista tuvo enseguida como eslabones en la cadena de precios el efecto mimético de los artículos alimentarios, de primera necesidad, una nueva vuelta de tuerca a las ya delgadas economías familiares. Casa y alimentos dejan fuera del juego de las alegrías consumistas al automóvil.
Con todo, el mercado ha sorteado estos obstáculos, y más que eso, su virulencia y persistencia, con una cintura que no se le suponía. Va a cerrar con más de 1,6 millones de matriculaciones. En los once meses que van de enero a noviembre, la caída es sólo un exiguo 1,9%, aunque en la moderación han obrado factores que a corto y medio plazo se verá si ejercen una influencia más poderosa en lo negativo.
Las ofertas de los fabricantes y concesionarios para no perder cuota, la práctica de las automatriculaciones para seguir la estela de los objetivos, las condiciones draconianas para colocar producto en las empresas alquiladoras han sido heterodoxias de mercado aplicadas con cierto abuso. Todo ello redunda en perjuicio de los registros de rentabilidad.
Como efecto-respuesta, el mercado de los vehículos de ocasión vive un momento feliz. Raro ha sido el mes este año en que no se han elevado ventas y en el barómetro de la relación de demanda entre nuevos y usados, éstos por primera vez superan a aquellos.
Sobre los efectos de la crisis en este mercado se suma el potencial de una población inmigrante ansiosa de acceder al automóvil. En lo que va de año, por este canal, ya se han vendido más de 160.000 coches.
La de cal y la de arena tampoco han faltado en las medidas administrativas. La industria alabó el cambio cualitativo del Impuesto de Matriculación, ahora asentado sobre el principio de quien más contamine, más pague. Una banda que va desde el tipo 0% (menos de 120 grs/km de CO2) hasta el 14,75% (para más de 200 grs/km de CO2).
Las esperanzas de renovar el Plan Prever, aún con las reducciones que ya se le aplicaron este año, quedaron disipadas: no habrá estímulos por esta vía. El sector se duele porque entiende que una auténtica política de protección medioambiental precisa de este instrumento para facilitar el cambio de coches viejos, más contaminantes, por los nuevos o seminuevos, tecnológicamente más avanzados en este campo.
El sector y, más concretamente, los fabricantes, entonan la voz de alarma con un nuevo elemento que abunda en la pérdida de competitividad. La logística representa ya un 10% de los costes productivos y España, a su juicio, es un país altamente deficitario en infraestructuras y, por si fuera poco, apecha con el condicionante nada halagüeño de país periférico respecto de los grandes mercados europeos.
Para un país que exporta tres de cada cuatro coches producidos aquí a esa zona del continente, la advertencia no es baladí. EFECOM
aa/pvr